La ingesta de proteínas reduce la mortalidad en personas mayores con enfermedad renal crónica
- thaisfajardo
- 9 de septiembre de 2024
- Geriatría, Nefrología, Nutrición
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04/09/2024
Un estudio internacional con participación de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha vinculado una mayor ingesta de proteínas, tanto vegetales como animales, con una reducción en la mortalidad de personas mayores con enfermedad renal crónica leve o moderada. La investigación, publicada en la revista JAMA Network Open, se basa en datos recopilados durante 10 años de 8.543 personas mayores de España y Suecia.
La enfermedad renal crónica (ERC) reduce la capacidad de los riñones para filtrar la sangre y cumplir con sus funciones vitales. Esta afección no tiene cura y se asocia con un mayor riesgo de diversas enfermedades y una mayor mortalidad. La incidencia de la ERC aumenta con la edad, afectando a más del 40% de las personas mayores de 60 años en alguna de sus formas (leve, moderada o grave).
Actualmente, se recomienda a los pacientes con ERC leve y moderada restringir la ingesta de proteínas para ralentizar la progresión de la enfermedad y evitar complicaciones metabólicas. Sin embargo, las personas mayores necesitan más proteínas que los jóvenes para mantener su función física, conservar una buena salud y recuperarse de posibles enfermedades.
Un reciente estudio, publicado en JAMA Network Open por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), CIBERESP, IMDEA-Alimentación e Instituto Karolinska, analizó datos de 8.543 personas mayores de España y Suecia, recogidos durante 10 años, para determinar la ingesta ideal de proteínas en pacientes con ERC.
“La ingesta de proteínas se estimó mediante entrevistas y cuestionarios validados, mientras que los datos de mortalidad se obtuvieron de registros nacionales de defunciones. La presencia de ERC se determinó mediante análisis de sangre y orina, así como diagnósticos médicos. Los análisis se ajustaron por variables sociodemográficas, de estilo de vida, otras enfermedades crónicas y calidad de la dieta para evitar sesgos en los resultados”, explican los autores.
Los beneficios podrían superar los riesgos
El estudio reveló que, en comparación con la recomendación estándar de 0,8 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal al día (aproximadamente 56 gramos para una persona de 70 kilos), una ingesta de 1,0; 1,2 y 1,4 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal al día se asoció con un riesgo de muerte un 12%, 21% y 27% menor, respectivamente.
“La proteína vegetal, procedente de cereales, legumbres o frutos secos, y la proteína animal, procedente de carne, pescado, lácteos o huevos, mostraron asociaciones similares con la mortalidad. Estas asociaciones protectoras eran comparables en personas de 60-74 años y en mayores de 75 años”, detallan los investigadores.
Estos hallazgos sugieren que, en personas mayores con ERC leve o moderada, los beneficios de una mayor ingesta de proteínas podrían superar a sus riesgos en términos de mortalidad. Por lo tanto, estos pacientes podrían beneficiarse de consumir más proteínas de las actualmente recomendadas, de manera similar a las personas mayores sin ERC. Sin embargo, dada la naturaleza del estudio, no está claro si estos resultados se aplican a personas con ERC grave, de otros grupos étnicos o que sigan dietas vegetarianas y/o bajas en proteínas.
En futuros estudios, los investigadores planean examinar el papel de la dieta y la nutrición en otros síndromes geriátricos y patologías neurodegenerativas, con el objetivo de influir en las políticas de salud pública y la práctica clínica.
“Nuestras investigaciones actuales incluyen el análisis de cómo los patrones dietéticos (por ejemplo, mediterráneo, nórdico, occidental), la ingesta de proteínas y la ingesta de energía se asocian con la malnutrición en adultos mayores. Otra línea de investigación se centra en la relación entre patrones dietéticos y multimorbilidad en adultos mayores. Finalmente, estamos investigando si la adherencia a estos patrones dietéticos se asocia con biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer y neurodegeneración”, concluyen los autores.