La obesidad, junto con los trastornos metabólicos asociados, ha emergido como uno de los mayores desafíos de salud pública a nivel mundial. Cada vez más personas cumplen con los criterios para recibir tratamiento farmacológico, lo que ha impulsado el desarrollo de nuevas terapias innovadoras. Entre estas, los agonistas de los receptores de incretinas, especialmente los de GLP-1, han ganado notoriedad en el tratamiento de la obesidad, no solo por su eficacia en la reducción del peso corporal, sino también por sus beneficios adicionales, como la mejora del control glucémico y la reducción de riesgos cardiovasculares. Esta revisión proporciona un análisis detallado de los agonistas de incretinas establecidos y emergentes para el tratamiento de la obesidad, subrayando tanto sus beneficios como sus limitaciones.
La obesidad y los trastornos metabólicos que la acompañan, como la diabetes tipo 2, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares, constituyen una creciente preocupación sanitaria global. Con el aumento de la prevalencia de la obesidad, el tratamiento farmacológico ha ganado protagonismo. En este contexto, los agonistas de los receptores del péptido-1 similar al glucagón (GLP-1) han surgido como una de las opciones terapéuticas más efectivas, siendo utilizados tanto en personas con obesidad como con diabetes tipo 2. Además, el desarrollo de coagonistas dobles y triples, que combinan GLP-1 con otras hormonas, ha ampliado aún más las perspectivas terapéuticas.
Esta revisión narrativa tiene como objetivo sintetizar los datos disponibles sobre los agentes farmacológicos basados en la incretina, tanto los aprobados como los emergentes, en el tratamiento de la obesidad. Se abordan los agonistas de los receptores de GLP-1, como la liraglutida y la semaglutida, que están disponibles en presentaciones inyectables y orales, así como los coagonistas duales y triples que combinan GLP-1 con otras vías de señalización metabólica.
Los ensayos clínicos sobre los agonistas de incretinas han mostrado resultados impresionantes en términos de pérdida de peso. En personas con sobrepeso u obesidad, los tratamientos basados en GLP-1 han inducido una pérdida de peso de entre el 6% y el 21% del peso corporal inicial. Además, entre un 23% y un 94% de los participantes en los estudios alcanzaron una reducción del peso superior al 10%, dependiendo del fármaco y el diseño del ensayo. Estos resultados no solo reflejan una mejora en el control del peso, sino que también se asocian con beneficios adicionales en la salud cardiovascular, la prevención de la diabetes y la mejora de la función hepática, especialmente en casos de esteatohepatitis y enfermedad hepática asociada a disfunción metabólica.
Además, los agonistas de los receptores de GLP-1, como la semaglutida, han demostrado prevenir la recuperación del peso tras cirugía metabólica, lo que refuerza su utilidad a largo plazo. No obstante, a pesar de los efectos beneficiosos, existen varias limitaciones que deben ser consideradas: el costo elevado de estos fármacos, el riesgo de recuperación de peso una vez interrumpido el tratamiento, la posible pérdida de masa muscular magra y los efectos secundarios gastrointestinales, como náuseas y vómitos.
Si bien los agonistas de los receptores de GLP-1 han demostrado ser efectivos en el tratamiento de la obesidad, aún se encuentran en desarrollo varias terapias emergentes, incluidos los coagonistas duales y triples. Estos agentes combinan GLP-1 con otras vías hormonales, lo que podría potencialmente mejorar aún más los resultados terapéuticos. Sin embargo, se requieren más datos para evaluar la eficacia, seguridad y tolerabilidad de estos tratamientos emergentes en comparación con las terapias ya establecidas. A pesar de estas limitaciones, los resultados preliminares son prometedores, y se espera con interés la disponibilidad de nuevas terapias que continúen mejorando la calidad de vida de las personas con obesidad.
La evolución del tratamiento con incretinas ha abierto nuevas perspectivas en el tratamiento de la obesidad, especialmente en pacientes con comorbilidades metabólicas como la diabetes. Los avances en la farmacología de la incretina, junto con la investigación en curso de coagonistas y terapias combinadas, auguran un futuro positivo para el manejo de la obesidad y sus complicaciones asociadas.