Riesgo cardiovascular durante la menopausia: una visión del cardiólogo y del ginecólogo

Resumen

La enfermedad cardiovascular sigue siendo la principal causa de muerte en el mundo. Las mujeres presentan un factor protector frente a esta durante la edad reproductiva debido al efecto de los estrógenos sobre el endotelio vascular, propio de esta etapa de la vida; posteriormente, la perimenopausia y la posmenopausia dan lugar a estados de hipoestrogenemia que generan un incremento en el riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte por esta causa. En tal sentido, la terapia hormonal es un pilar fundamental para el tratamiento de los síntomas vasomotores en la menopausia; además, tiene impacto positivo en otros desenlaces, como el riesgo cardiovascular, la protección ósea y la depresión. Se presenta un compendio de conceptos respecto a la menopausia y el riesgo cardiovascular; aspectos históricos y medidas de tratamiento basadas en la terapia hormonal.

Introducción

La menopausia se considera como la etapa en la que finaliza la vida reproductiva de la mujer, y se define como la ausencia de menstruación durante un período de 12 meses consecutivos. La etapa de transición hacia la menopausia puede ocurrir años antes y se caracteriza por la aparición de diferentes síntomas; los más frecuentes son sequedad vaginal y síntomas vasomotores. La duración y la intensidad de estos síntomas varían en cuanto a gravedad y frecuencia, y actualmente se consideran una indicación para recibir terapia hormonal1.

La transición a la menopausia se asocia con un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV), atribuido principalmente a la desregulación del metabolismo de los lípidos y la glucosa, así como a la redistribución de la grasa corporal. De hecho, la evidencia epidemiológica sugiere que tanto la menopausia precoz (definida como su inicio entre los 40 y los 45 años) como la insuficiencia ovárica prematura (definida como la edad de la menopausia < 40 años) se asocian con un aumento de 1.5 a 2 veces en el riesgo de ECV2.

La ECV sigue siendo la principal causa de muerte y morbilidad en todo el mundo, y aunque las tasas generales de su incidencia disminuyeron en ambos sexos entre 1999 y 2007, los datos específicos por edad sugieren que los factores de riesgo coronario están en ascenso entre las mujeres. Lo que es aún más importante es que, durante la menopausia, cuando la incidencia de ECV aumenta al igual que en los hombres, se ha observado una mayor mortalidad en el sexo femenino después de un infarto de miocardio, lo cual puede ser explicado por su mayor probabilidad de acaecer con síntomas atípicos3,4. Las mujeres tienen menos incidencia de enfermedad obstructiva anatómica (enfermedad que involucra vasos proximales más grandes) y es más probable que presenten ECV asociada a una función ventricular izquierda conservada. El aumento de la susceptibilidad a la erosión o rotura de placas pequeñas, la microembolización distal y la disfunción microvascular pueden contribuir a estas diferencias5.

Tomando específicamente la población femenina, se ha visto que la ECV constituye la principal causa de mortalidad, lo cual explica aproximadamente el 35% de las muertes; incluso, durante el año 2019 cerca de 275 millones de mujeres fueron diagnosticadas con esta enfermedad y 8.9 millones murieron por esta causa6.

El incremento de este riesgo se asocia, en gran parte, con la mayor prevalencia de factores de riesgo para ECV; por ejemplo, la hipertensión después de los 45 años comienza a presentar un incremento notable en cuanto a prevalencia, que incluso llega a superar al de la población masculina7.

La hipertensión arterial constituye un factor de riesgo para ECV. Con frecuencia se diagnostica en la perimenopausia y la posmenopausia, y es común que no se le dé la importancia adecuada. Se estima que entre un 30% y un 50% de las mujeres desarrollan hipertensión antes de los 60 años, y esta se puede manifestar con síntomas similares a los vasomotores, cefalea, dolor torácico, astenia, fatiga y trastornos del sueño; todos estos síntomas, a menudo, son atribuidos a la menopausia y no a la hipertensión arterial como tal, lo cual minimiza las implicaciones que tiene el no realizar un diagnóstico temprano de hipertensión arterial. La PA sistólica elevada se asocia con mayor rigidez vascular y miocárdica en las mujeres que en los hombres, lo cual es un factor importante que explica por qué la insuficiencia cardíaca con fracción de eyección preservada predomina en las mujeres mayores8.

Los estrógenos pueden explicar, en parte, el rol protector frente al desarrollo de la ECV en las mujeres durante la edad fértil, y su déficit en la menopausia y la posmenopausia explicaría el aumento considerable de dichas enfermedades en esta población8.

Laura Hurtado-Martínez1, Clara I. Saldarriaga-Giraldo2, Laura I. Jaramillo-Jaramillo1, María P. Hormaza-Ángel3

1Servicio de Ginecología y Obstetricia, Universidad Pontificia Bolivariana;

2Servicio de Cardiología, Clínica CardioVID; 3Servicio de Ginecología Endocrinológica, Clínica Universitaria Bolivariana. Medellín, Colombia

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