Alimentación y actividad física para prevenir la fragilidad.

Resumen

En los años 90 del siglo pasado, la Organización Mundial de la Salud sacó a relucir el concepto de “envejecimiento activo” con el objetivo de mantener la independencia y funcionalidad a medida que se envejece. Este concepto lleva aparejada la fragilidad que acompaña a le edad, unida frecuentemente a la desnutrición y a la sarcopenia.

Indudablemente, se han desarrollado múltiples herramientas de cribado y guías de actuación para prevenir y abordar la fragilidad. No obstante, aún son escasas las enfermeras que asumen esta competencia dentro de su cartera de servicios y menos todavía, las que investigan y desarrollan guías de actuación inmersas en el cuidado.

En esta revisión y siguiendo directrices de La Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el Sistema Nacional de Salud que se desarrolla en el marco del Abordaje de la Cronicidad en el SNS, hemos abordado estrategias de prevención de la fragilidad a través de la alimentación, los suplementos nutricionales orales y la actividad física, así como la intervención de la enfermería comunitaria.

RESUMEN

Objetivo:

Señalar las intervenciones enfermeras orientadas a prevenir la fragilidad en personas mayores.

Metodología:

Revisión de la literatura sobre las intervenciones enfermeras para prevenir la fragilidad ligada a la edad, a partir de una búsqueda de artículos en las bases de datos PubMed, Cochrane Plus, Scopus y Google Scholar, y en la biblioteca electrónica de contenido científico Scielo, utilizando los operadores booleanos “AND” y “OR”:

Resultados:  

Los artículos seleccionados se dividieron en tres categorías de análisis, dos de ellas no específicas de enfermería, dada la escasez de trabajos publicados por este colectivo profesional: Recomendaciones de ingesta de proteínas en las personas de mayor edad, Prevención de la fragilidad asociada al deterioro nutricional con suplementos nutricionales y actividad física e Intervenciones enfermeras dirigidas a prevenir la fragilidad de las personas mayores.

Discusión:   

La evidencia demuestra que unos niveles mínimos de ingesta de proteínas son esenciales para el mantenimiento y/o recuperación de la masa muscular y su función, constituyendo un tema preventivo importante para un envejecimiento en salud. Es destacable el papel prometedor de la enfermera comunitaria en la prevención de la fragilidad y la sarcopenia, aunque es necesario un mayor conocimiento de las enfermeras en este aspecto del cuidado.

Conclusiones:

Es necesario que los profesionales de la salud tomen conciencia de los efectos de la fragilidad en la calidad de vida de la persona de mayor edad y desarrollen programas de rehabilitación, tanto física como nutricional.

INTRODUCCIÓN

El envejecimiento es un proceso fisiológico que se desarrolla a lo largo de la vida. Está asociado a una disminución de la masa muscular y ósea1 que provoca un deterioro de la capacidad para cuidar de uno mismo, mayor dependencia en las actividades de la vida diaria, disminución de la calidad de vida e incremento de la fragilidad2. No obstante, aunque el componente nutricional se incluye dentro del síndrome de fragilidad del adulto mayor, realmente cabe preguntarse si no es el deterioro nutricional, habitual en la edad avanzada y consecuencia, entre otras, de una disminución de la ingestión de alimentos, lo que conduce a la aparición de dicho síndrome3. Hoy sabemos que el nivel de daño funcional, cognitivo y muscular propio del envejecimiento, está condicionado por la alimentación, la actividad física y diversos factores ambientales4, como los bajos niveles de vitamina D, habitual en las personas mayores, que favorecen la fragilidad5 y el estilo de vida sedentario que acelera la pérdida de masa muscular provocando sarcopenia, aspecto central de la fragilidad. La prevención se debe iniciar a edades tempranas adoptando un estilo de vida saludable, a partir de la promoción de una alimentación variada con un consumo adecuado de energía y proteínas, y de alimentos ricos en calcio y vitamina D; mantenimiento de la actividad física con una intensidad adaptada a la edad mejora la capacidad funcional. Debido a la menor reserva orgánica y a la fragilidad del anciano existe una relación recíproca entre nutrición y enfermedad, que conlleva la aparición de un círculo vicioso difícil de romper: enferman más los ancianos desnutridos y se desnutren más los ancianos enfermos6, razón suficiente para fomentar un envejecimiento saludable y prevenir la fragilidad

Rocío MARTÍN GARCÍA1, Noelia MUÑOZ DELGADO2, Carmen MARTÍN SALINAS3

1 Hospital Severo Ochoa. Leganés.

 2 School Nurses como Enfermera escolar (en la actualidad).

3 Profesora de Enfermería. UAM.

Para descargar la investigación completa haga clik a continuación:

https://revista.nutricion.org/index.php/ncdh/article/view/383