A propósito de un caso de trastorno excoriativo: Breve revisión de la literatura.

A propósito de un caso de trastorno excoriativo: Breve revisión de la literatura.

RESUMEN

La tendencia instintiva a manipular la piel y sus pequeñas imperfecciones forma parte normal de las conductas repetitivas centradas en el cuerpo. Cuando esta conducta se incrementa sin control y causa daños somáticos y psíquicos al individuo, estamos ante un caso de Trastorno Excoriativo (TE), patología que ha sido incluida en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), y que, en la Clasificación Norteamericana de Trastornos Mentales, forma parte de los trastornos relacionados con el trastorno obsesivo compulsivo. La prevalencia de vida del TE en adultos oscila entre 3 y 5% y presenta elevadas comorbilidades con problemas afectivos, de consumo de sustancias y rasgos mórbidos de personalidad. Aunque no es aparentemente una patología severa, acarrea importante discapacidad y requiere ser tamizada sistemáticamente por su frecuente soslayamiento, tanto por el paciente afectado como por los profesionales de salud.

INTRODUCCIÓN

El trastorno de excoriación (TE), también denominado dermatilomanía, es un trastorno psiquiátrico incorporado recién en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5, en el año 2013. En la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10), estaba reconocido sólo entre las enfermedades dermatológicas con el código L98.1: Excoriación neurótica(1). En la CIE-11 (2019), aparece ya individualizado en los trastornos mentales y del comportamiento, y junto a la tricotilomanía, constituye uno de los trastornos por comportamiento repetitivo centrado en el cuerpo. El trastorno de excoriación consiste en la conducta iterativa y excesiva de pellizcamiento, rascado y manipulación de la piel y sus pequeñas imperfecciones, que causa diferentes presentaciones de lesiones dermatológicas y puede llevar a daño tisular considerable, ocupa un tiempo importante en la vida del individuo, impactando en su funcionalidad, y persiste pese a los intentos de controlar dicha conducta(1,2). Otras características clínicas de este trastorno son el malestar emocional que acarrea, ya sea por la vergüenza, la culpa o la incomodidad ante las secuelas estéticas que puede conllevar la conducta excoriativa(3).

Fue Erasmus Wilson, dermatólogo inglés, quien en 1875 describió varios casos clínicos a los que denominó “neurotic excoriations”, apuntando al vínculo entre características del sistema nervioso de los individuos y las lesiones que se infligían. Brocq, en 1889, describió una forma de “acné de las mujeres jóvenes”, resaltando las excoriaciones efectuadas sobre tales lesiones y la clara predominancia en adultos jóvenes y de sexo femenino. Estos son los primeros antecedentes del problema en la medicina moderna occidental(4).

El trastorno excoriativo y la tricotilomanía (junto a otros fenómenos no catalogados como trastornos per se, cual la onicofagia), forman parte de las llamadas “conductas repetitivas centradas en el cuerpo”, que se diferencian cuantitativa y cualitativamente de las conductas normales del niño (grooming), atávicas y protectoras de ectoparásitos en el reino animal y que se registran desde el nivel filogenético de las aves(5). A su vez, junto al trastorno por acumulación, el trastorno dismórfico corporal, el trastorno obsesivo compulsivo, la tricotilomanía y el trastorno excoriativo configuran el llamado espectro obsesivo compulsivo, dispuesto como categoría aparte en el DSM-5 y la CIE-11(6).

Los datos epidemiológicos respecto al TE son escasos dada su reciente configuración diagnóstica, pero se ha demostrado su existencia en todas las latitudes geográficas(7). En los EEUU, hasta uno de cada tres adultos reúne criterios de algún grooming disorder y la comorbilidad entre ellos es frecuente(7). Se cita una prevalencia de vida del TE en EEUU que oscila entre 1,4% y 5,4% de los adultos, aunque las conductas excoriativas en general pueden llegar hasta una prevalencia de más de 60 % a lo largo de la vida(2,7). Igualmente, es frecuente la comorbilidad del TE con depresión mayor, trastornos de ansiedad, abuso de sustancias psicoactivas, algunos trastornos de personalidad, trastorno obsesivo compulsivo y otros del mismo espectro(4). Los estudios en el medio latinoamericano son escasos. Un estudio chileno arrojó una prevalencia de TE de 0,91% en adultos(8).

Nos hallamos ante una patología que, si bien no es de enorme gravedad, aunque hay casos reportados con riesgo vital, es frecuente, pero al ser soslayada por los profesionales y ocultada por quienes la sufren, impide que reciba un afronte adecuado y oportuno(9). Con ese motivo, a propósito de un caso particularmente sintomático, hemos preparado una revisión breve de la literatura.

Claudia Gutarra R.1  2  a

Magnolia Pizarro B.3  4  a

Edith Figueroa R.1  5  b

Lizardo Cruzado D.1  4  b

1Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado-Hideyo Noguchi”. Lima, Perú.

2Facultad de Medicina de San Fernando. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, Perú.

3Hospital Nacional Cayetano Heredia. Lima, Perú.

4Facultad de Medicina Alberto Hurtado. Universidad Peruana Cayetano Heredia. Lima, Perú.

5Facultad de Medicina. Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Lima, Perú.

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