El lugar del niño en salud mental: clínica del sujeto vs. clínica de la enfermedad. La psico(pato)logización de la infancia

Resumen

Se hace una reflexión acerca del lugar del niño en la clínica. De la necesidad de darle un lugar de palabra, que le permita expresar y elaborar su demanda, su malestar y su sufrimiento; un lugar de construcción de su historia, su narrativa, los enunciados en primera persona. Se señala la importancia de la función y el valor de la palabra y el lenguaje sin reducir la escucha a una búsqueda de ítems para cuadrar en un diagnóstico. Se defiende una clínica del sujeto frente a la clínica de la enfermedad. Se indica la necesidad de entender el déficit y el trastorno como diversidad funcional y como mecanismos creativos de reconstrucción, adaptación y afrontamiento. Se cuestiona la psicopatologización y medicalización de los malestares y problemáticas del niño, que convierten (con una concepción biomédica) los comportamientos conflictivos, problemáticos o que no encajan con la norma en síntomas en la busca ad hoc de un diagnóstico. Mientras, quedan sin resolver, por ignorancia y por falta de recursos, los graves problemas mentales del niño. Se hacen necesarios otros enfoques y nuevos paradigmas para concebir y entender la expresión psíquica y los malestares del niño, así como otras formas de intervención clínica y de afrontar los cuidados y la atención en salud mental infantil en el marco comunitario

Introducción

Toda práctica presupone y sostiene una teoría y una concepción del objeto de su estudio, en nuestro caso, el niño. Es por ello importante tener claro los conceptos de nuestra práctica, porque cuando no se tienen claros los conceptos que la fundamentan, puede suponer serios problemas en la práctica clínica. Kant señalaba que “al no precisar los conceptos se piensa de forma contraria a sus objetivos” (1). Esto es aún más importante en el campo de la clínica infantil, ante el desconocimiento y los estereotipos que se dan sobre la infancia.

Si al referirnos a la clínica del adulto, se comienza por entender su condición biológica,  psicológica,  social,  cultural,  antropológica,  etc.;  al  referirnos  a  la  clínica infantil, es importante tener en cuenta cuál es el sujeto/objeto específico de estudio, ¿qué es el niño?: su estatuto como sujeto, su entidad, su historia, su ser biológico, psicológico y social, los constructos que fundamentan la psicopatología y la atención al niño, las disciplinas que dan cuenta de su estudio, etc.

El término “infancia” se utiliza como etapa cronológica de una vida humana, pero  debemos  entender  que  el  término  infancia  es  genérico,  porque  cada  niño  –al igual que todo humano– es diferente, singular y particular. Como afirma Spike Jonze: “el problema es que se ha extendido la idea de que los niños son solo de una determinada manera”(2). Lloyd  de  Mause,  en  su Historia  de  la  infancia (3),  nos  muestra  el  papel  y  la función tan distinta que el niño ha tenido a lo largo de los tiempos. Del infanticidio y el abandono en las amas de cría a la explotación laboral en los inicios de la sociedad industrial –aún hoy en no pocos lugares– o a lo que supone la protección y el papel de  consumidores  y  las  diversas  formas  actuales  en  nuestra  sociedad  occidental,  hay todo un proceso de notables cambios y de concepciones del valor y el lugar del niño. El niño como ser social no queda fuera de las leyes de la producción y de la economía.

Hay una resistencia a reconocer al niño como sujeto de su historia, inscrito en su historia familiar, social y cultural. No entender que el niño es sujeto de su historia, es relegarlo a objeto atemporal y ahistórico, sin capacidad de sentir y desear, sufrir y gozar, pensar y razonar. Es volver a las visiones biologicistas y naturalistas que reducen al niño a la pura necesidad orgánica y de cuidados biológicos, o a las visiones candorosas super protectoras, prestas a salvar al niño sin uso de razón y lanzarlo al limbo de los justos y de la inocencia.

Esta negación de la realidad infantil nos la vamos a encontrar también reflejada en relación al campo de lo psíquico. Hasta no hace mucho se pensaba que el niño no tenía problemas mentales. La especialidad de psiquiatría infantil a duras penas y con resistencias acaba de ser reconocida como especialidad en nuestro país, aunque ya fuese reivindicada desde hacía muchos años por autores sensibles de las necesidades de atención a los problemas mentales de los niños.

Por poner solo algunos ejemplos de psiquiatras que reivindicaban la atención a los problemas mentales del niño: Jaime Vera, en 1916, escribía en El Liberal: “En España,  no  hay  enseñanza  oficial  de  la  patología  mental  en  las  primeras  edades. No hay  tampoco institución especial, pública o privada, para su  tratamiento”(4).Martín-Santos reclamaba igualmente la necesidad y la importancia de la psiquiatría infantil en las jornadas de la Sociedad de Neuropsiquiatría Infantil en 1958 (5).

FEDERICO MENÉNDEZ OSORIO

Psiquiatra infantil

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