Colgajo fasciocutáneo pectoral en tres tiempos como alternativa a cierre de fístula faringocutánea post laringectomía de rescate

Resumen

Las fístulas salivales corresponden a una de las complicaciones más temidas luego de cirugías oncológicas en cabeza y cuello. Su presencia aumenta la estadía hospitalaria y costos del paciente, pudiendo estar asociadas a complicaciones severas como el estallido carotideo. Si bien, no existen guías clínicas para el manejo de fístulas salivales post laringectomías, se recomienda un manejo conservador y cierre quirúrgico en aquellos casos más complejos. Se ha descrito cierre de fístulas con colgajos locales, regionales o libres microvascularizados. A continuación, presentaremos el caso de un paciente masculino de 67 años, con antecedentes de fístula faringocutánea post laringectomía total en un cuello previamente irradiado, con mala respuesta al tratamiento conservador y evolución tórpida postoperatoria, por lo que se realizó cierre quirúrgico con un colgajo fasciocutáneo pectoral, el cual otorga versatilidad, un resultado estético adecuado, menores tiempos y costos que un colgajo libre microvascularizado. Por lo que sugerimos que debiese estar dentro del arsenal quirúrgico de otorrinolaringólogos y cirujanos de cabeza y cuello.

Introducción

Las opciones reconstructivas en cirugía de cabeza y cuello son diversas y complejas, no exentas de complicaciones y riesgos para el paciente1. Una de las complicaciones más temidas es el desarrollo de fístulas salivales postoperatorias2, con una incidencia reportada de 14,3% para pacientes sometidos a laringectomías totales, aumentando hasta 27,6% al tratarse de cirugías de rescate post radioterapia3. Además, un estado nutricional deficiente, comorbilidades múltiples, resecciones extensas y la etiología oncológica aumentan el riesgo de presentar fístulas orocutáneas, faringocutáneas o contaminación salival en heridas de cabeza y cuello4.

La presencia de fístula salival aumenta la duración de la estadía hospitalaria, los costos, retrasa el inicio de la radioterapia postoperatoria y afecta el estado psicológico del paciente. Se suele diagnosticar siete a once días posterior a la cirugía5, y si bien no se cuenta con un estándar de oro para el diagnóstico, un test de azul de metileno positivo y la presencia de fiebre temprana en el postoperatorio son predictores confiables para realizar un diagnóstico temprano6,7.

Una fístula faringocutánea que se extiende adyacente a las vainas carotideas puede erosionar sus paredes produciendo ulceración y posterior ruptura carotidea, complicación cuya mortalidad fluctúa entre un 3% al 50%8, aumentando a un 76% en pacientes con cuellos re-irradiados9. Sumado a lo anterior, se estima que, entre los pacientes sobrevivientes, entre un 16-50% presentarían secuelas neurológicas10.

Luis Sepúlveda A.1

Vanessa Ampuero E.1

Francisca Fernández A.1  2

Jaime Bermeo S.1

1Servicio de Otorrinolaringología, Hospital Carlos Van Buren, Valparaíso, Chile.

2Departamento de Especialidades, Cátedra de Otorrinolaringología, Escuela de Medicina, Facultad de Medicina, Universidad de Valparaíso. Viña del Mar, Chile.

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https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-48162024000200193&lng=pt&nrm=i&tlng=es