Los niños obesos podrían tener mayores probabilidades de eccema y psoriasis

Recomendaciones en el tratamiento nutricional de niños y adolescentes con obesidad

RESUMEN

La obesidad es una enfermedad crónica de alta prevalencia asociada al desarrollo de diversas enfermedades crónicas si no se trata, a pesar de la complejidad de su tratamiento, éste puede tener éxito. El tratamiento de la obesidad en niños y adolescentes debe incluir un equipo multidisciplinario, puede ser grupal, individualizado (paciente más la familia) o ambos. Para estos pacientes, la ingesta de alimentos saludables es más efectiva con el tiempo para mejorar el estado de peso que un enfoque en reducir la ingesta calórica. El objetivo de este documento es brindar al pediatra y al médico de primer contacto, herramientas sencillas y prácticas que le permitan brindar orientación adecuada a las familias sobre una alimentación saludable en la edad escolar y adolescente con obesidad.

INTRODUCCIÓN

La Organización Mundial de la Salud define al sobrepeso y la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud,1 ocurre cuando el tejido adiposo es mayor del esperado para la edad, sexo y condición fisiológica; además, es un factor de riesgo para el desarrollo de alteraciones metabólicas y enfermedades crónicas no transmisibles desde una edad temprana.1 El objetivo de este documento es brindar, al pediatra y al médico de primer contacto, herramientas sencillas y prácticas que les permitan brindar orientación adecuada a las familias sobre una alimentación saludable en la etapa escolar y adolescente.

¿CUÁL ES LA MEJOR ESTRATEGIA DE ALIMENTACIÓN?

Dentro de las diferentes estrategias para el tratamiento de obesidad infantil, se han reportado en la literatura diferentes opciones como dietas con restricción de grasas, dietas con restricción de alimentos con alto índice glicémico, dietas estructuradas con aporte de proteína de 1-2 g/kg/d, dietas restrictivas en energía, eliminación de algún tipo de alimento, entre otras.2-4 Todas ellas han demostrado efectos tanto positivos como negativos. Por ejemplo, las dietas restrictivas tienen efectos benéficos a corto plazo; sin embargo, generan ansiedad, junto con eventos de atracones, y poca adherencia a largo plazo; por lo que no se sugiere como primera estrategia de intervención el establecimiento de planes estructurados que limiten al paciente.4-6 Los programas de dietas muy bajas en calorías (≤ 800 kcal) han mostrado ser efectivas para el tratamiento de niños y adolescentes con obesidad, pero con alguna comorbilidad. Sin embargo, no se ha evaluado su seguridad a partir de la literatura existente en este momento, por lo que estudios futuros deben incluir un seguimiento a largo plazo con apoyo continuo y una monitorización integral de todos los eventos adversos.5 Una revisión analizó el efecto de reducir la proporción de energía proveniente de las grasas en los alimentos sobre el peso corporal en adultos y niños que no tenían como objetivo perder peso. La revisión encontró que reducir la proporción de grasa en nuestros alimentos conduce a una disminución pequeña pero notable en el peso corporal, el índice de masa corporal y la circunferencia de la cintura; este efecto se encontró tanto en adultos como en niños.3

El éxito de los programas de control de peso en los pacientes pediátricos varía según las habilidades del profesional de salud, las necesidades y preferencias de los pacientes y los factores contextuales; por ello se debe tomar en cuenta el contexto local y no sólo los componentes de intervención. Por ejemplo, para algunos pacientes pude funcionar una dieta de déficit de calorías, pero para otros funciona un enfoque de semáforo; esto destaca la necesidad de construir la combinación de intervenciones de una manera reflexiva y estratégica.7 Es importante considerar factores como: la etapa de la vida, la motivación del paciente y su familia, quiénes son sus cuidadores principales, quién prepara los alimentos, quién destina el dinero para la compra, preparación y servicio de los alimentos, cuántos intentos previos de control de peso han tenido, ambiente en el que se desarrollan, situación financiera familiar, seguridad individual y del vecindario o lugar de residencia, ya que pueden ser barreras para la generación de hábitos saludables de alimentación y de actividad física.8

El ambiente obesogénico en el que vivimos influye en la selección y compra de alimentos, con un acceso a alimentos industrializados adicionados con grandes cantidades de calorías, azúcares añadidos, grasas (saturadas y trans) y sodio; estos ingredientes están vinculados al desarrollo de enfermedades no transmisibles.9 Se recomienda que el tratamiento para el control de peso en niños y adolescentes incluya:7

1. Intervención de componentes múltiples: alimentación, actividad física y modificación de conductas y distorsiones (terapia cognitivo-conductual).

2. La intervención sea proporcionada al menos por un nutricionista y un psicólogo.

3. Duración mínima de seis meses.

4. Pueden incluir sesiones individuales o grupales y la participación familiar como parte de la intervención de control de peso.

Vilchis-Gil, Jenny1; Izquierdo-Abraham, Miriam2; Salgado-Arroyo, Betzabé2; Villalpando-Carrión, Salvador2; Saltigeral-Simental, Patricia3; Correa-Flores, Manuel Ángel3; Padilla-Rojas, Mitchel Martín3; Zurita-Cruz, Jessie4

1 Unidad de Investigación Epidemiológica en Endocrinología y Nutrición, Hospital Infantil de México “Federico Gómez”

2 Departamento de Gastroenterología y Nutrición, Hospital Infantil de México “Federico Gómez”

3 Asociación Mexicana de Pediatría

4 Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México, Hospital Infantil de México “Federico Gómez”, Ciudad de México, México.

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