Quirónsalud Infanta Luisa emplea una técnica endoscópica nasosinusal frente a la epífora con excelentes resultados
- netmd
- 18 de octubre de 2019
- Otorrinolaringología
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27/09/2019
Se trata de la DCR endonasal, con la que se obtiene un resultado satisfactorio en el 90-95% de los casos, sin cicatrices ni molestias posquirúrgicas.
Los Servicios de Oftalmología y Otorrinolaringología del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa se aúnan para formar un equipo multidisciplinar que aborda de manera conjunta patologías que afectan al conducto nasolagrimal, como es el caso de la epífora o comúnmente conocida como ‘lágrimas de cocodrilo’.
En concreto, los especialistas del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa emplean la dacriocistorrinostomía (DCR) endonasal para dar solución a la obstrucción del aparato lacrimonasal por procesos inflamatorios de repetición en la mayoría de los casos. Se trata de una intervención quirúrgica endoscópica vía nasal, cuyo objetivo principal es tratar este tipo de patologías que provoca un lagrimeo casi constante sin desearlo.
Este tipo de obstrucción del nasolagrimal afecta fundamentalmente a mujeres a partir de los 45 años, llegando a alcanzar tasas de incidencia de hasta el 60 por ciento a partir de los 70 años. Otras posibles causas obstructivas son cirugías previas nasosinusales, traumatismos y tumores, todas susceptibles de ser tratadas también mediante esta técnica. En particular, responden muy bien pacientes que han fracasado a tratamientos con láser.
El primero en realizar la DCR vía externa fue un cirujano italiano en 1904 permitiendo obtener entre un 90 y 95 por ciento de resultados satisfactorios respecto a la epifora y prácticamente el 100 por ciento en lo que se refiere a la infección. Sin embargo, en la actualidad, la vía externa tiende a ser sustituida por el acceso endonasal bajo control endoscópico, pues permite una curación más rápida y sin cicatriz cutánea, además de la posibilidad de abordar patologías nasales implicadas en la causa del proceso, señala la oftalmóloga Carlota Ramos.
El procedimiento persigue la creación de una comunicación entre el saco lagrimal y la cavidad nasal que perdure en el tiempo para evitar una nueva obstrucción. Es por ello que, en este caso, la colaboración entre la oftalmóloga, quien diagnostica el cuadro obstructivo lagrimal, y el otorrinolaringólogo, quien participa en el tratamiento endoscópico, es imprescindible para alcanzar grandes resultados. Ambos trabajan conjuntamente en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de todo el proceso hasta la curación del mismo.
Recientemente, la tasa de éxito de la cirugía endoscópica ha equiparado a la de la abierta, situándose alrededor del 90-95%. En este sentido, es fundamental conocer los principios del funcionamiento del sistema lagrimal para no incurrir en diagnósticos erróneos que impidan alcanzar los objetivos marcados, epífora y las infecciones de repetición. Para ello, es trascendental el seguimiento y curas en consulta durante el posoperatorio.
Además, en pacientes que no presenten enfermedad cardiovascular, síndrome de apnea del sueño, trastornos de la coagulación o sean extremadamente nerviosos se les ofrece la posibilidad de realizar la intervención con anestesia local y sedación en formato de cirugía de día ambulatoria.
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