Uso de probióticos en el tratamiento y la prevención de diarrea aguda en niños

RESUMEN:

El principio del uso de probióticos proviene de la utilización de productos fermentados, desde tiempos muy antiguos. Se definen como microorganismos vivos, que administrados en cantidades adecuadas, confieren beneficios para la salud.

Entre las utilidades atribuidas a los probióticos, las más extensamente estudiadas han sido los efectos en niños con diarrea aguda. Existe abundante bibliografía sobre la utilización de estos productos en el tratamiento y la prevención de diarrea aguda infecciosa, y prevención de diarrea nosocomial y de diarrea asociada al uso de antibióticos. Los estudios son heterogéneos en su metodología y muestran resultados dispares, incluso contradictorios. En la interpretación de éstos es imprescindible tener en cuenta las cepas de probióticos utilizadas, las dosis administradas y las características de los pacientes en quienes fueron probadas.

Existe evidencia del beneficio de algunas cepas de probióticos en el tratamiento y la prevención de diarrea aguda en niños. Varias guías de práctica clínica los recomiendan. En Uruguay existe poca oferta de estos productos, y la información disponible es escasa, lo cual dificulta su prescripción segura.

Se revisa en este documento la evidencia científica publicada sobre el uso de probióticos en niños con diarrea aguda.

INTRODUCCIÓN

Definición de probióticos

El término fue introducido por Wener Kollath en 1953, como “sustancias activas, esenciales para el saludable desarrollo de la vida”. En 1992, Fuller los definió como “suplemento alimenticio de microorganismos vivos que afecta de manera beneficiosa al huésped, al mejorar su balance microbiano intestinal”1.

En 2001, la Food and Agriculture Organization de la Organización Mundial de la Salud (FAO-OMS) definió los probióticos como “microorganismos vivos que, cuando son administrados en cantidades adecuadas, confieren beneficios a la salud”2,3. Esta ha sido la definición más adoptada y aceptada mundialmente.

En 2011, la Organización Mundial de Gastroenterología publicó sus Guías mundiales para el uso de probióticos y prebióticos, revisada en 2017. En este documento se define probióticos como “microbios vivos que pueden agregarse a muchos productos, incluyendo alimentos, medicamentos y suplementos dietéticos”4.

Un consenso internacional, en 2014, recomendó que se utilice el término probiótico solamente en referencia a productos que contengan microorganismos vivos, en recuento adecuado, de cepas definidas, que puedan otorgar algún beneficio para la salud3. Según este consenso se pueden definir tres categorías de probióticos de acuerdo a los microorganismos involucrados, el beneficio buscado y la evidencia científica disponible: aquellos utilizados en alimentos o suplementos, sin indicaciones médicas específicas; los que se utilizan en alimentos o suplementos, con indicaciones médicas específicas, y los que se emplean como fármacos2,3.

Beneficios de los probióticos

Se les han atribuido muchos beneficios y han sido utilizados en el tratamiento de muchas patologías5. Se realizaron numerosos estudios para evaluar estas acciones, su seguridad y eficacia, aunque han surgido dificultades al extrapolar efectos identificados en el laboratorio a la clínica6. El empleo de metaanálisis con cepas específicas sobre efectos particulares puede contribuir a definir mejor su rol7.

Algunos beneficios de los probióticos son específicos para determinada cepa, y no extrapolables a otros integrantes de la misma especie. Otros efectos pueden ser comunes a la mayoría de las cepas de un gran grupo taxonómico. Un tercer grupo de beneficios son compartidos por la mayoría de las especies descritas3,6.

Aplicaciones clínicas

Se ha implicado a los probióticos en el tratamiento y la prevención de numerosas entidades clínicas4,5. Sus principales indicaciones en pediatría han sido patologías gastrointestinales, en las que las alteraciones de la microbiota pueden participar en la patogenia: diarrea aguda infecciosa, diarrea asociada al uso de antibióticos, enfermedad inflamatoria intestinal, enterocolitis necrotizante, síndrome de intestino irritable, cólicos del lactante, estreñimiento, etc. Han sido utilizados en la prevención y el tratamiento de afecciones de origen inmunológico como dermatitis atópica, alergia alimentaria, etc. Se han investigado sus efectos en otras numerosas afecciones3,5,8,9.

La bibliografía de los últimos años abunda en estudios científicos realizados acerca de los beneficios de los probióticos. Existe gran diversidad en el diseño de estos estudios, lo que justifica la variabilidad en los resultados de eficacia y seguridad. Para una mejor sistematización se han clasificado los estudios en niveles de evidencia, que han sido tomados para elaborar recomendaciones4,10.

Como muchos beneficios de estos productos son específicos de cepas o grupos, y de las poblaciones de pacientes en las que fueron probados, se recomienda precaución en la extrapolación de los resultados. Los datos agrupados de distintas cepas podrían llevar a falsas conclusiones. Las recomendaciones de empleo de probióticos deben centrarse en hacer corresponder cepas y dosis del producto utilizado a la situación para la que han mostrado beneficio en ensayos clínicos3,9.

Karina Machado1 
1Prof. Agda. Clínica Pediátrica “A”. Facultad de Medicina. UDELAR. 

Para descargar la investigación completa haga clik a continuación:

http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-12492020000100035&lng=es&nrm=iso&tlng=es