Acondroplasia: actualización en diagnóstico, seguimiento y tratamiento
RESUMEN
La acondroplasia requiere un seguimiento multidisciplinario, con el objetivo de prevenir y manejar las complicaciones, mejorar la calidad de vida y favorecer su independencia e inclusión social. Esta revisión se justifica por las múltiples publicaciones generadas en los últimos años que han llevado a cabo un cambio en su gestión. Se han desarrollado diferentes guías y recomendaciones, entre las que destacan la realizada por la Academia Americana de Pediatría en 2005 recientemente actualizada (2020), la guía japonesa (2020), el primer Consenso Europeo (2021) y el Consenso Internacional sobre el diagnóstico, abordaje, enfoque multidisciplinario y manejo de individuos con acondroplasia a lo largo de la vida (2021). Sin embargo, y a pesar de estas recomendaciones, actualmente existe una gran variabilidad a nivel mundial en el manejo de las personas con acondroplasia, con consecuencias médicas, funcionales y psicosociales en los pacientes y sus familias. Por ello, es fundamental integrar estas recomendaciones en la práctica clínica diaria, teniendo en cuenta la situación particular de cada sistema sanitario.
Introducción
La acondroplasia es la displasia esquelética más frecuente que asocia talla baja desproporcionada. Se estima una incidencia de 1/10.000-1/30.000 recién nacidos vivos, sin diferencias por sexo o raza. Un total de 360.000 personas en el mundo tienen esta enfermedad rara1. La prevalencia mundial es 4,73/100.000, siendo en Europa 3,62/100.0002. Dicha displasia se produce por una variante patogénica en heterocigosis en el gen FGFR3, situado en el cromosoma 4p16.3, que codifica el receptor del factor de crecimiento fibroblástico tipo 3, que se traduce en una ganancia de función por parte del receptor mediante la activación de la vía de señalización MAPK, inhibiendo la proliferación y diferenciación de los condrocitos en la placa crecimiento3,4. Otras vías de señalización como STAT, Wnt/β-catenina, PI3K/AKT y PLCϒ están también implicadas5.
Esta alteración genera un conjunto de comorbilidades esqueléticas derivadas de la afectación de la osificación endocondral (huesos largos y esqueleto axial). Esto se traduce en un fenotipo característico con talla baja disarmónica, debida al acortamiento rizomélico de miembros y una altura en sedestación cercana a la talla estándar6. Los individuos afectos presentan macrocefalia, frente abombada, hipoplasia medio facial y mano en tridente. La talla final media adulta esperada es de 130cm (con rango de 120-145cm) en varones y 125cm (con rango de 115-137cm) en mujeres, de acuerdo a las tablas de crecimiento específicas7,8. Dicha talla implica una altura media entre –6 y –7 desviaciones estándard (DE) por debajo de la media respecto a la talla de población no afecta de acondroplasia6.
Como consecuencia de las manifestaciones esqueléticas se derivan otras alteraciones neurológicas (estenosis del foramen magnum, radiculopatía lumbar), otorrinolaringológicas y/o psicológicas, entre otras.
Algunas investigaciones indican que el FGFR3 es expresado en tejidos diferentes al esquelético, lo que sugiere que la actividad del FGFR3 podría contribuir a las manifestaciones extraesqueléticas características de población acondroplásica.
Es por ello que resulta necesario realizar un seguimiento multidisciplinar, con el objetivo de prevenir y manejar las complicaciones, mejorar su calidad de vida y favorecer su independencia e inclusión social9,10.
Con objeto de optimizar dicho seguimiento se han desarrollado diferentes guías y recomendaciones, entre las que destaca la realizada por la Academia Americana de Pediatría en 2005 recientemente actualizada9, la guía japonesa11, el primer Consenso Europeo10 y el Consenso Internacional sobre el diagnóstico, abordaje multidisciplinar y manejo de los individuos con acondroplasia a lo largo de la vida1. Sin embargo, y a pesar de dichas recomendaciones, actualmente existe una gran variabilidad mundial en el manejo de las personas con acondroplasia, con consecuencias médicas, funcionales y psicosociales en los pacientes y sus familias1.
Por tanto, resulta imprescindible integrar dichas recomendaciones en la práctica clínica diaria teniendo en cuenta la situación particular de cada sistema sanitario.
Antonio Leiva-Geaa, María F. Martos Liriob, Ana Coral Barreda Bonisc, Silvia Marín del Barriod, Karen E. Heathe, Purificacion Marín Reinaf, Encarna Guillén-Navarrog, Fernando Santos Simarroh, Isolina Riaño Galáni, Diego Yeste Fernándezj, Isabel Leiva-Geak,
a UGC Cirugía Ortopédica y Traumatología, Hospital Universitario Virgen de la Victoria, Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA)-Plataforma Bionand, Málaga, España
b Unidad de Endocrinología Pediátrica, Hospital Regional de Málaga, Málaga, España
c Servicio de Endorinología Infantil y Unidad multidisciplinar de displasias esqueléticas (UMDE)-ERN BOND, Hospital Universitario La Paz, Madrid, España
d Unidad de Endocrinología Pediátrica, Hospital San Joan de Déu, Barcelona, España
e Instituto de Genética Médica y Molecular (INGEMM), IdiPAZ y UMDE-ERN BOND, Hospital Universitario La Paz, Madrid, España
f Unidad de Dismorfología y Genética Reproductiva, Hospital Universitario y Politécnico La Fe, Valencia, España
g Sección de Genética Médica, Servicio de Pediatría, Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, IMIB Pascual Parrilla, Universidad de Murcia, Murcia, España
h Unidad de Diagnóstico Molecular y Genética Clínica, Hospital Universitario Son Espases, Idisba, Palma de Mallorca, España
i Endocrinología Pediátrica, AGC Pediatría, HUCA, ISPA, Universidad de Oviedo, Oviedo, CIBERESP, Madrid, España
j Servicio de Endocrinología Pediátrica, Hospital Universitario Vall d́Hebron, Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, España
k Unidad de Endocrinología Pediátrica, Hospital Regional de Málaga, Instituto de Investigación Biomédica de Málaga-Plataforma Bionand, Málaga, España
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