Actualización sobre las nuevas formas de consumo de tabaco
- netmd
- 16 de enero de 2023
- Cardiología
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RESUMEN
El tabaquismo sigue siendo la principal causa de morbimortalidad a nivel mundial. Por su clara influencia en las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, es un factor importante en la consulta de medicina interna. Aunque la tasa de abandono del hábito tabáquico está ascendiendo en los últimos años, existe un porcentaje de pacientes que continúan fumando porque no pueden o no quieren cesar el hábito, a pesar de haber probado las terapias farmacológicas y no farmacológicas existentes. Para este grupo de paciente existen unas estrategias que se basan en intervenciones destinadas a reducir los efectos negativos del tabaco sin la necesidad de extinguir por completo su consumo. En esta revisión se contempla como gracias a la ausencia de combustión de la materia orgánica que se da en el cigarrillo convencional, en snus, cigarrillo electrónico y productos de tabaco calentado se genera un nivel significativamente inferior de sustancias tóxicas.
Introducción
El último informe de la OMS indica que entre los años 2000 y 2015 se produjo un descenso del consumo de tabaco, con el porcentaje de fumadores a nivel global descendiendo desde el 33,3% hasta el 24,9%. Así mismo, en ese mismo informe se señaló que las estimaciones para el año 2025 se situaban en el 20,9% de la población mundial1. A pesar de esta reducción, el tabaquismo sigue siendo la principal causa de morbimortalidad a nivel global2. Pese a la implementación de medidas legislativas en materia de tabaquismo, siendo estas coercitivas en muchos de los casos, a día de hoy existe un importante porcentaje de personas, enfermas o sanas, que siguen consumiendo tabaco. Sin embargo, aunque España se encuentre entre los países con menores tasas de pacientes fumadores con riesgo cardiovascular alto o muy alto, datos del estudio Euroaspire V indican que el 34% de estos enfermos continúan con este hábito (fig. 1)3.
Figura 1.
Prevalencia del tabaquismo en pacientes que fumaban el mes anterior a una hospitalización por evento cardiovascular3.
(0,43MB).
Las variaciones en la prevalencia del tabaquismo en la población vienen marcadas por las tasas de iniciación, abandono y recaída. Por tanto, conviene tener en cuenta estos índices a la hora de evaluar y planificar tanto políticas de control del tabaco como futuras estrategias4. Al margen de la preocupación que pueden suscitar la alta prevalencia del hábito tabáquico y los bajos ratios de abandono, cabe destacar el impacto en la salud individual y colectiva (fumadores activos y pasivos) que tiene el tabaquismo5.
El tabaco juega un papel fundamental en el aumento de la incidencia de enfermedades cardiovasculares, por lo que su tratamiento debería ser una prioridad en los planes de prevención de estas patologías6. De hecho, su consumo se sitúa entre las causas prevenibles más importantes de morbimortalidad, así como uno de los factores que aumentan el riesgo de padecerlas7. Sin embargo, en muchas ocasiones el impacto de este hábito en las enfermedades cardiovasculares se encuentra infraestimado. Esto lleva a que los tratamientos se centren en la propia patología, dejando de lado la implementación de medidas que promuevan el abandono del consumo de tabaco por parte del paciente. Se ha demostrado que dejar de fumar conlleva un rápido beneficio cardiovascular importante en los consumidores, lo que lo convierte en la intervención con mejor ratio coste/efectividad en la prevención de estas enfermedades8. En el caso de los pacientes de alto riesgo cardiovascular, esta medida tiene una mayor eficacia en comparación con la prescripción de estatinas, ácido acetilsalicílico, inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina o betabloqueantes, fármacos cuya eficacia está respaldada por una amplia evidencia científica. Por último, existe el perjuicio que el consumo de tabaco supone a los fumadores pasivos, siendo esta una práctica que incrementa el riesgo cardiovascular en estos individuos.
La combustión del cigarrillo es la base en la que se fundamenta principalmente el daño que produce el tabaco. Este proceso provoca la emisión de más de 7.000 sustancias, de entre las cuales aproximadamente 100 de ellas han sido catalogadas como componentes dañinos o potencialmente dañinos para la salud. La ignición del tabaco se produce a temperaturas de 800°C aproximadamente. Los datos demuestran que, con el aumento de la temperatura, la producción de componentes dañinos se incrementa con ella. Por otra parte, a temperaturas inferiores a 400°C la formación de este tipo de compuestos disminuye notablemente.
Ensayos clínicos en los que se evaluaba la eficacia de diferentes intervenciones centradas en la cesación tabáquica demuestran que la combinación de medidas farmacológicas y no farmacológicas es la más eficaz. Mientras que los tratamientos del primer grupo incluyen terapias de sustitución de nicotina, vareniclina, bupropión, nortriptilina o citisina, las del segundo comprenden aproximaciones que van desde un breve asesoramiento hasta un apoyo conductual9.
Las tasas de abandono del hábito tabáquico se fundamentan principalmente en tres indicadores: 1) los intentos de cese en el último año, 2) los abandonos recientes y 3) la ratio de abandono (o abandonos exitosos). Durante el periodo 2009-2018, todos estos índices han experimentado un incremento estadísticamente significativo (p<0,001). Mientras que el número de intentos de abandono del consumo durante el último año aumentó del 52,8% al 55,1% durante el tiempo que abarcó el estudio, los abandonos recientes en fumadores con al menos 2 años de hábito tabáquico se incrementaron del 6,3% al 7,5%. Por último, la ratio de abandono tabáquico en fumadores que habían consumido más de 100 cigarrillos aumentó del 51,7% al 61,7% entre esos mismos años (fig. 2)10.
Jorge Francisco Gómez Cerezoa, José Enrique López Pazb, Jacinto Fernández Pardoc
a Servicio de Medicina Interna, Hospital Universitario Infanta Sofía, Madrid, España
b Presidente de la Sociedad Gallega de Hipertensión Arterial (SOGAHTA), A Coruña, España
c Servicio de Medicina Interna, Hospital Universitario Reina Sofía, Murcia, España
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