Alteraciones en el olfato y el gusto asociadas con la infección por SARS-CoV-2: una revisión

RESUMEN

Los  sentidos  químicos,  como  el  olfato  y  el  gusto,  son  determinantes  en  la  calidad  de vida y el desempeño de algunas labores de la vida diaria, ya que desempeñan un papel fundamental tanto en la rutina como en las relaciones interpersonales. Existen múltiples  patologías  que  alteran  estos  sentidos,  entre  estas  las  enfermedades  por  infección viral. A través de los últimos meses, se ha demostrado que el virus responsable de la pandemia actual (SARS-CoV-2) puede generar cambios en el olfato y en el gusto secundarios a la infección por este, siendo estas alteraciones, en ocasiones, las  primeras  manifestaciones.  En  esta  revisión  se  busca  recopilar  la  información  encontrada en la literatura médica y resaltar la importancia de tener en cuenta estas alteraciones al momento de examinar a un paciente y generar una alerta en cuanto a las posibles medidas de aislamiento y/o tratamiento de estos pacientes

Introducción

En diciembre de 2019 apareció la enfermedad por coronavirus denominada COVID-19, originada por el SARS-CoV-2, en la ciudad de Wuhan, China. Esta se diseminó rápidamente por dicho país causando diferentes síntomas, principalmente respiratorios (1). Los coronavirus hacen parte de una gran familia de virus —que  causa  un  amplio  espectro  de  enfermedades—,  entre  los que se encuentra el SARS-CoV-2, un virus ARN de cadena única, de 80 a 220 nm de diámetro, el cual cuenta con una cápside con espículas, que al microscopio da la imagen de una corona, de ahí su nombre (2).La  evidencia  clínica  mostró  que  la  transmisión  del  SARS-CoV-2  es  de  humano  a  humano,  por  vía  de  gotas  y  por contacto directo; sobre todo, el contacto con secreciones respiratorias,  el  cual  aumenta  en  procedimientos  que  generan aerosoles. También se ha demostrado que el virus puede permanecer de manera viable (horas) en superficies como el acero inoxidable, el vidrio, el cartón y el plástico (3). Al 13 de septiembre de 2020, se cuentan 28 883 504 de contagios y 922 197 muertes en todo el mundo, según lo informa el Coronavirus Resource Center de la Universidad Jhon Hopkins en Estados Unidos (3).El tiempo de incubación para desarrollar la enfermedad por COVID-19 desde la exposición al SARS-CoV-2 es de alrededor de 14 días, aunque la mayoría de los pacientes presenta síntomas luego de 4 a 5 días de la infección (1). Se ha reportado que el tiempo medio en el cual no se detecta el SARS-CoV-2 ARN en las muestras de orofaringe en los pacientes con COVID-19 es de alrededor de 20 días (8-37 días) (4).Dentro de las manifestaciones clínicas de la COVID-19 que se encuentran publicadas en la página del Centers of Disease Control and Prevention (CDC) se encuentran: fiebre, escalofríos, tos, disnea, fatiga, dolor muscular, cefalea, hipogeusia, anosmia o hiposmia reciente, odinofagia, congestión nasal, náuseas, vómito o diarrea (3).

Materiales y métodos

Para entender la relación de la disfunción olfatoria y gustativa  con  la  COVID-19,  se  realizó  una  amplia  búsqueda  de  la  literatura  en  las  bases  de  datos  que  incluyeron  Pubmed,  Science direct, Google Scholar y páginas de las principales revistas de otorrinolaringología. Los artículos se organizaron a medida que se iba estructurando el trabajo, por medio de una secuencia que pretendía abarcar los aspectos más importantes de la infección por COVID-19 y las alteraciones con el gusto y el olfato.

SARS-CoV-2 y cavidad nasal

El  gusto  y  el  olfato  son  sentidos  químicos  que  contribuyen  a  la  calidad  de  vida.  Las  neuronas  del  olfato  se  regeneran,  pero  pueden  dañarse  de  manera  irreversible.  En  la  cavidad  nasal, las estructuras encargadas del olfato son los cornetes medio y superior, el septo superior y las neuronas olfatorias. En cuanto al gusto, en la cavidad oral encontramos los receptores del gusto a lo largo de la lengua, el paladar y la faringe. Las señales son transportadas por el nervio cuerda del tímpano (dos tercios anteriores de la lengua) y el glosofaríngeo (tercio posterior de la lengua); estas neuronas se reemplazan cada 10 días (5). La alteración del olfato se divide, según el grado de pérdida,  en  disfunción  o  alteración  en  la  percepción.  Es  poco  común que se hable de pérdida del gusto sin la alteración del olfato; para el diagnóstico de estas, además de una historia clínica completa en la que se evalúe el tiempo de evolución y los posibles patógenos, se requiere un examen físico en el que  se  descarten  alteraciones  o  la  presencia  de  masas  que  puedan bloquear el paso del aire hasta el área olfatoria. Para completar  el  abordaje  es  necesario  realizar  pruebas,  que  pueden  ser  electrofísicas  o  psicofísicas;  las  primeras  se  indican  en  los  estudios  de  investigación,  las  segundas  miden  umbrales, pueden realizarse con alcohol o con una prueba de olores, en la que se presentan varias sustancias odoríferas al paciente en diferentes concentraciones (5).   En cuanto a la etiología, la disfunción olfatoria se clasifica en tres grandes grupos: conducción, central y neurosensorial, teniendo en cuenta que no son mutuamente excluyentes. Los desórdenes  de  la  conducción  se  observan  en  los  pacientes  con  rinitis  alérgica,  rinosinusitis  aguda  o  crónica,  donde  la  inflamación de la mucosa nasal altera la función olfatoria. La disfunción olfatoria central se observa en los desórdenes del  sistema  nervioso  central,  como  enfermedades  neurodegenerativas y trauma craneoencefálico, en las que se pierde la continuidad de las proyecciones del bulbo olfatorio hacia la  mucosa  olfatoria  en  la  lámina  cribiforme.  Por  último,  la  disfunción olfatoria neurosensorial se observa en los pacientes  en  los  que  la  degeneración  del  epitelio  olfatorio  y  del  nervio ocurre secundario a una infección viral o inducida por fármacos (6, 7).

Liliana Isabel Alfaro-Arias*, Lilian Andrea Ballesteros-Rodríguez*, Mary Eugenia Posada-Álvarez*,

Alejandra Martínez-Estrada**

* Especialista en otorrinolaringología, Universidad Nuestra Señora del Rosario; Bogotá, Colombia.

** Residente de IV año de otorrinolaringología, Universidad Nuestra Señora del Rosario; Bogotá, Colombia

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