Bioactividad de los polifenoles de la dieta en el metabolismo de obesidad

RESUMEN

La obesidad es un problema multifactorial con fenotipo de riesgo cardiometabólico que requiere un estilo de vida saludable con intervenciones dietéticas como pilar del tratamiento. El auge en la investigación de componentes bioactivos de la dieta permite conocer su regulación en la expresión de genes y en la patogénesis de obesidad. Los polifenoles son compuestos variables y abundantes en alimentos de origen vegetal en la dieta de nuestra población. La adherencia a patrones dietéticos ricos en polifenoles confiere beneficios en la progresión de obesidad, función inmunomoduladora con regulación a la baja de vías de señalización proinflamatorias y disminución del estrés oxidativo, mejora la homeostasis de glucosa, regula la diferenciación de adipocitos, la oxidación de ácidos grasos y modula el microbioma intestinal. La evidencia en los beneficios que otorgan los polifenoles está bien establecida a nivel preclínico; sin embargo, la traslación al entorno clínico en las intervenciones dietéticas sigue siendo compleja debido a la variabilidad en la dosis efectiva, la biodisponibilidad y la falta de estandarización. Promover la investigación clínica activa con intervenciones dietéticas que incluyan estos componentes, así como promover la alimentación de la población basada en estos nutrimentos, contribuye al control de la transición exponencial de la obesidad.

ANTECEDENTES

La obesidad es un problema de salud pública mundial que presenta una transición epidemiológica con un rápido incremento en la tasa de incidencia. En México, la tasa incrementó a 37.5% para hombres adultos y a 40.2% para mujeres adultas1, con una creciente relevancia en niños y adolescentes2. La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial con riesgo cardiometabólico que se produce por la desregulación del equilibrio energético como resultado en una alta ingesta de energía en la dieta y un bajo gasto energético consumido, traduciéndose en incremento del peso corporal definido por índice de masa corporal (IMC) ≥ 30 kg/m2 3. Además, es un proceso inflamatorio de bajo grado en el tejido adiposo con desregulación de las células y moléculas del sistema inmunitario proinflamatorio y antiinflamatorio4.

Los objetivos del tratamiento radican en la implementación de un estilo de vida saludable con cambios cognitivo-conductuales que influyan sobre la pérdida de peso, centrándose en decisiones dietéticas como un pilar del tratamiento5. Solo el 20% de la obesidad se explica por los genes, el resto se atribuye a factores modificables, siendo fundamental el factor dietético y los componentes de la dieta, algunos de ellos asociados a la regulación de cambios epigenéticos6.

La adherencia a patrones dietéticos basados en componentes bioactivos produce efectos protectores que disminuyen la inflamación, el estrés oxidativo y la resistencia a la insulina (IR), teniendo efectos antiangiogénicos e hipolipemiantes7. El auge en la «nutrición de precisión» ha desarrollado la investigación activa en la composición de nutrientes y sus beneficios con una variabilidad metabólica que ayuda a desarrollar intervenciones dietéticas. El objetivo no solo es lograr un balance energético negativo, sino mejorar el aporte nutricio reduciendo la ingesta de carbohidratos y lípidos, e incrementando el consumo de estos nutrimentos bioactivos en la dieta8.

Si bien se ha establecido que algunos macronutrimentos modifican el metabolismo con disminución de marcadores de riesgo de enfermedades cardiometabólicas9, los micronutrimentos han revolucionado los patrones alimenticios recomendados. La dieta mediterránea representa uno de los primeros ejemplos de una correlación positiva por sus efectos benéficos, explicados por la ingesta regular y variada de componentes bioactivos polifenólicos. Aunque no existe una dosis diaria recomendada establecida, los polifenoles tienen un papel importante en la modulación y prevención de estas enfermedades metabólicas4, motivo por el cual el objetivo de esta revisión es mostrar la evidencia existente del mecanismo de acción beneficioso de los polifenoles en el metabolismo de la obesidad, promoviendo la investigación clínica activa con intervenciones dietéticas que incluyan estos componentes; así como promover la alimentación de la población basada en estos nutrimentos.

La ingesta de polifenoles está asociada con una reducción del riesgo cardiometabólico10. Su bioactividad in vitro e in vivo está bien establecida en la disminución de la inflamación de bajo grado y la prevención de la progresión de la obesidad y sus comorbilidades. Sin embargo, los estudios clínicos centrados en la modulación transcriptómica de estos polifenoles en pacientes obesos aún son limitados y no suelen recapitular los resultados del entorno preclínico. La medicina traslacional sigue siendo un campo de estudio dependiente de su biodisponibilidad, su estabilidad fisicoquímica, la formación de complejos, la interacción con los alimentos, su absorción gastrointestinal y su transformación metabólica mediada por el hígado, el intestino y la microbiota11. Pese a esta discrepancia, un número creciente de ensayos ha mostrado una correlación entre su consumo y sus efectos benéficos12.

Los polifenoles están disponibles en alimentos ampliamente consumidos de origen vegetal. Tienen una estructura molecular típica con uno o más anillos aromáticos y uno o más dobles enlaces, con más de un grupo hidroxilo, lo que garantiza su acción antioxidante e influye significativamente en su estabilidad13. Se clasifican como flavonoides (flavonoles, flavanoles, flavones, flavanonas, isoflavonas y antocianinas) y no flavonoides (ácidos fenólicos, ácidos hidroxicinámicos, lignanos, estilbenos y taninos), identificándose hasta más de 8,000 de estas moléculas y predominando en frutas, verduras, cereales, legumbres, cacao, bebidas como el té, el café y el vino tinto, y algunas especias y semillas. La diversidad de compuestos y variabilidad en los alimentos puede explicar la heterogeneidad en la eficacia de los polifenoles dietéticos14.

Los polifenoles de la dieta tienen poca absorción; menos del 5% se absorbe y llega al plasma sin transformación. Se biotransforman por la microbiota intestinal en una variedad de nuevas estructuras químicas que pueden pasar fácilmente a la circulación sanguínea sistémica. Se metabolizan dentro de los enterocitos y el hígado mediante reacciones enzimáticas de fase I y fase II, formando sus metabolitos15. La molécula original es, en la mayoría de los casos, indetectable. Incluso por métodos analíticos altamente sensibles, ya que alcanza niveles plasmáticos muy bajos que no pueden proporcionar concentraciones celulares eficientes para justificar su determinación12.

Los efectos dependen de la cantidad y absorción; la ingesta de polifenoles se evalúa actualmente utilizando datos extraídos de los cuestionarios de frecuencia de alimentos. También se ha estimado utilizando el análisis de diferentes biomarcadores, principalmente metabolitos conjugados con enzimas de fase II, presentes en plasma, orina y heces16. La ingesta diaria recomendada de acuerdo con las guías internacionales es de 1,000 mg/día17. Estudios han estimado la ingesta en población general en 900 mg/día con las principales fuentes dietéticas en el café, té, vino (especialmente el vino tinto), frutas y verduras18. Sin embargo, existe una variabilidad en el consumo diario entre cada región, reportando aproximadamente 820 ± 323 mg día, con 443 ± 218 mg de flavonoides, 304 ± 156 mg de ácidos fenólicos y 73 mg de otros grupos de polifenoles19. En México, el consumo promedio de polifenoles totales es de 684 mg/día, con la ingesta más alta en Baja California (750 mg/d) y la más baja en Yucatán (536 mg/d)20.

Rosario M. Rivera-Rangel1, Juan A. Suárez-Cuenca2

1Departamento de Medicina Interna;

2Laboratorio de Metabolismo Experimental. Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, ISSSTE, Ciudad de México, México

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https://www.revistadeendocrinologia.com/frame_esp.php?id=351