Citicolina, ¿deberíamos seguir indicándola en ECV isquémica?

RESUMEN

La enfermedad cerebrovascular (ECV) isquémica es una condición médica que implica, según su grado, discapacidad importante para el paciente, además de altos costos para su tratamiento agudo y crónico, así como en el manejo de la discapacidad con alta incidencia y prevalencia a nivel mundial. Desde el punto de vista fisiopatológico, representa una catástrofe en el funcionamiento cerebral que involucra daño estructural y funcional. Se han desarrollado múltiples estrategias para el manejo de esta patología; actualmente, el estándar de oro para su manejo es el rt-PA; sin embargo, por sus características, pocos pacientes tienen acceso al mismo. Razón por la que se han desarrollado estrategias farmacológicas diversas para su manejo: la citicolina se ha usado durante años, no obstante, genera controversias dado que su utilidad, demostrada en estudios experimentales, no se ha reproducido en la práctica clínica; más aún, algunos estudios sugieren que podría empeorar el pronóstico del paciente, lo que justificaría el abandono de su uso en el tratamiento de ECV isquémica (ictus). Por tal motivo ofrecemos esta revisión del tema con el fin de brindar herramientas que permitan aclarar dicha controversia.

INTRODUCCIÓN

Anualmente, 22 millones de personas sufren ECV isquémica (ictus); a pesar de que las tasas de mortalidad por ictus han disminuido en las últimas dos décadas, ha aumentado el número absoluto de pacientes conECV isquémicas, muertes relacionadas e indicadores de discapacidad secundaria a esta patología.1,2 Además, constituye la segunda causa de discapacidad en países industrializados.3 En algunos casos; la discapacidad después de ECV isquémica se considera como peor resultado que la muerte para muchos pacientes y familiares.4 En tal contexto, existen múltiples grupos que trabajan en alternativas terapéuticas ante tan devastadora condición patológica. En la actualidad, se describen dos formas de tratamiento para el ictus: la recanalización del vaso ocluido y la protección del daño al tejido cerebral producida por la isquemia.5 La trombólisis con activador tisular del plasminógeno (rt-PA) administrado en las primeras 4-6 horas de inicio de la sintomatología es el tratamiento de elección aprobado por la administración de drogas y alimentos (FDA) en ictus;6 sin embargo, alrededor de 80-85% de los pacientes con ictus no cumple con los criterios para el uso de esta terapéutica,7 por lo cual las estrategias dirigidas a protección del tejido cerebral en isquemia (neuroprotección) son un importante punto de apoyo en el tratamiento del ictus. Entendiendo por neuroportección cualquier estrategia que tenga como objetivo antagonizar, interrumpir o enlentecer la cascada de eventos bioquímicos, que, de no ser tratados, resultarían en daño cerebral irreversible, la citicolina, dado su mecanismo de acción, ha sido propuesta como tratamiento «neuroprotector». La citicolina (Somazina®), nombre genérico de la citidina 5’-difosfocolina (CDP-colina), es un componente esencial para la biosíntesis de fosfolípidos. Es un nucleótido que funciona como intermediario en tres vías metabólicas principales, primero: síntesis de fosfatidilcolina, uno de los principales fosfolípidos de membrana y con un papel importante en la formación de lipoproteínas; segundo: la citicolina provee de colina para la síntesis de acetilcolina, y tercero: actúa como donador de metil durante procesos de oxidación.8,9 Sus primeros usos fueron registrados en 1974 por Manaka y cols. como parte del tratamiento en la enfermedad de Parkinson.10 Años más tarde, Harrocks y cols. estimaron su posible uso como neuroprotector a partir de la observación de su acción reversible en las fosfotransferasas a nivel cerebral.11 Su primera indicación como tratamiento neuroprotector en pacientes con desórdenes neurovegetativos se describió en 1981.12 Desde entonces, múltiples estudios se han realizado a fi n de validar la utilidad de la citicolina como neuroprotector, con resultados diversos, generando más dudas y controversia sobre sus benefi cios en pacientes con ictus. Por ello, nos hemos planteado llevar a cabo una revisión del tema, para lo cual realizamos búsquedas en las principales bases de datos de literatura médica (PubMed, Ovid, Cochrane y Scopus), utilizando palabras clave como neuroprotección, citicolina, neuroprotección, entre otras, mediante las cuales tratamos de aclarar los posibles efectos «neuroprotectores» de la citricolina, además de proponer herramientas que permitan aclarar la controversia, para ofrecer un mejor esquema terapéutico y manejo de recursos en pacientes con ictus.  

Franklin E Echezuría M,* Rosanna J Quijada M*

* Centro Médico Mazzarri Rey, El Tigre, Estado Anzoátegui, Venezuela.

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http://www.medigraphic.com/pdfs/medcri/ti-2018/ti184i.pdf