Dermatoscopia en el abordaje diagnóstico de parasitosis cutáneas

Resumen

La dermatoscopia es una técnica no invasiva diagnóstica que utiliza un instrumento llamado dermatoscopio, que permite la amplificación de lesiones en la piel que no podrían observarse a detalle por el ojo humano. Tradicionalmente, esta técnica ha sido de gran uso en la valoración de las lesiones pigmentadas, ayudando a diferenciarlas particularmente del melanoma; sin embargo, desde hace algunos años se ha usado en diversos campos de la dermatología, como en abordaje de las enfermedades cutáneas por parásitos, donde se usa el término de entomodermatoscopia; esta área de la dermatoscopia, en donde cada vez existe más evidencia de su beneficio, permite reducir la necesidad de procedimientos invasivos para la certeza diagnóstica, como biopsias y raspados de piel, así como el reconocimiento temprano, la valoración de la evolución clínica y el seguimiento de la respuesta terapéutica. Este trabajo de revisión bibliográfica se centra en el reconocimiento de los hallazgos dermatoscópicos más característicos en el estudio de las principales parasitosis cutáneas.

ANTECEDENTES

La palabra dermatoscopia fue utilizada por primera vez en 1887 por el médico León Collongues, originario de la ciudad francesa Vichy, lugar donde publicó el uso de un aparato llamado “higómetro”, que fue utilizado para inspeccionar manos con sudoración excesiva.1 Años después, este médico introdujo al mundo un nuevo invento conocido como “bioscopio” para demostrar la existencia de irradiaciones sobre el cuerpo humano.2 El origen del dermatoscopio se remonta al siglo XVI, fecha en la que aún no se formalizaba la Dermatología como ciencia; sin embargo, gracias a la traslucidez con la que se puede ver a través de la epidermis y la amplificación de las imágenes en comparación a lo captado por el ojo humano se comenzó a utilizar en conjunto con el microscopio; sin embargo, en el siglo XX se revolucionó su uso, en especial, para el abordaje de neoplasias cutáneas.3 La dermatoscopia es una técnica diagnóstica no invasiva que se basa en la amplificación de lesiones dérmicas incrementando el valor diagnóstico entre un 5 y un 30% en comparación con la inspección clínica, a través de un sistema óptico manual, con una fuente de iluminación que disminuye el índice de reflexión y refracción de la capa de córnea.4 Esta técnica sirve en la valoración de lesiones pigmentadas y no pigmentadas de la piel; sin embargo, se ha reportado su utilidad en diversos campos de la dermatología reduciendo la necesidad de procedimientos invasivos como biopsias y raspados de piel, como los utilizados en las parasitosis.5 La entomología se refiere al estudio de los insectos y su relación con el ambiente. El término entomodermoscopia se adoptó para el estudio de insectos, parásitos, infecciones virales, fúngicas, e infestaciones con dermatoscopia, técnica difundida de forma universal y que persiste en controversia su exactitud diagnóstica dependiendo del grado de especialización de quien la realiza. Esta revisión tiene como finalidad describir las principales características de esta técnica en infestaciones cutáneas para proporcionar herramientas útiles para el médico clínico y su práctica cotidiana e incrementar la certeza diagnóstica.

Zamira Faride Barragán-Estudillo,1,3 Karla Daniela Celis-Vera,2 Rodrigo Roldán-Marín3

1 Servicio de Dermatología.

2 Residente de segundo año de Medicina Interna.

Hospital Español, Ciudad de México, México.

3 Clínica Oncodermatología, Facultad de Medicina, UNAM, Ciudad de México.

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