Efecto de las intervenciones basadas en Mindfulness en el funcionamiento cognitivo de adultos mayores: Revisión sistemática

Resumen

Objetivo:

Realizar una revisión sistemática sobre las publicaciones científicas que estudien el efecto del mindfulness o atención plena en el funcionamiento cognitivo de adultos mayores sanos o con envejecimiento patológico, para conocer la eficacia de este tipo de intervención en esta población.

Método:

Se llevó a cabo una búsqueda en las bases de datos de ProQuest (APA PsycArticles, APA PsycInfo, Health & Medical Collection, MEDLINE, Nursing & Allied Health Database information y Psychology Database) y PubMed entre Octubre y Noviembre de 2020 y, tras realizar una revisión por pares, la muestra quedó constituida por un total de 25 publicaciones.

Resultados:

La mayoría de los estudios revelan que, una intervención en mindfulness produce mejoras en las funciones cognitivas a corto plazo, tanto en adultos mayores sanos como en adultos mayores con envejecimiento patológico (DCL o EA). Sin embargo, los resultados a largo plazo no se mantienen.

Conclusiones:

Aunque los resultados son alentadores, es necesaria más investigación en este campo con estudios metodológicamente mejor diseñados para obtener conclusiones más firmes.

Introducción

Durante el último siglo, se ha producido un aumento significativo de la esperanza de vida a nivel mundial. De esta manera, la media de tiempo que vivimos se ha incrementado más de 3 años por década desde 1950, llegando a aumentar de forma acelerada hasta 5 años entre 2000 y 2015 (World Health Organization, 2016), lo que tiene, como consecuencia inmediata, el número cada vez más elevado de personas mayores en la población general (Martínez et al., 2018; Trevisan et al., 2019). En la actualidad, la vejez se define como la última etapa de la vida del ser humano, a la cual se llega después de haber dejado atrás la infancia, la adolescencia y la edad adulta (Martínez et al., 2018) y, según la Organización Mundial de la Salud se inicia en torno a la edad de 60 años (Varela, 2016). En este contexto, cabe resaltar que, aunque el envejecimiento saludable se acompaña de mejores relaciones sociales y de un mayor bienestar emocional (Charles & Carstensen, 2010), el desempeño medio en la función cognitiva sufre una disminución progresiva en diferentes áreas como el razonamiento, la memoria episódica o la velocidad de procesamiento (TuckerDrob, 2011). Muchos autores coinciden en que la edad de aparición del deterioro es a partir de los 60 años, siendo antes poco frecuentes los cambios que se producen en la función cognitiva (Salthouse, 2009). Este deterioro normal asociado a la edad puede acabar generando un envejecimiento patológico, produciéndose un declive cognitivo mayor en el que se pueden distinguir diferentes niveles de gravedad. Estos niveles pueden ir desde el Deterioro Cognitivo Leve (DCL), considerado como un deterioro mayor al esperado para una edad y un nivel educativo determinado, pero que no interfiere demasiado en las actividades de la vida diaria (Peterson, 2011), hasta una demencia, en la que el declive cognitivo es mucho más grave, afectando a la realización de actividades de la vida diaria (De la Peña et al., 2017) y haciendo que los adultos mayores que la sufren pierdan su independencia y su identidad (Paller et al., 2014). En general, este envejecimiento patológico tiene grandes costos a nivel personal, familiar y social. De esta manera, a nivel personal, vivir con deterioro cognitivo patológico afecta de forma significativa a la calidad de vida de los pacientes (Bárrios et al., 2013), ya que estos no pueden satisfacer sus necesidades básicas, tienen un umbral de estrés reducido, presentan síntomas psicológicos y conductuales asociados a la demencia y un mayor nivel de sufrimiento general. Teniendo en cuenta que la mayoría de los cuidados a estas personas se realizan desde el ambiente familiar, también existe un gran costo en las familias, tanto a nivel económico como a nivel personal, mostrando los cuidadores niveles superiores de malestar psicológico y físico que las personas que no tienen a su cargo un familiar con demencia (Losada et al., 2017). Por último, a nivel social, incluyendo los gastos relacionados con estancias hospitalarias, visitas médicas, rehabilitación, medicamentos y residencias de ancianos (Joo et al., 2014), el costo total relacionado con la demencia en 2015 fue de aproximadamente 818 millones de dólares, lo que se corresponde a casi un 1% del Producto Interior Bruto Mundial (World Health Organization, 2017). Se prevé que, si la cifra de personas con demencia en 2015 era de 47 millones, en 2050 se eleve hasta 130 millones (Garre-Olmo, 2018), lo que producirá aún mayores costos. Se ha investigado mucho sobre la intervención farmacológica para disminuir el envejecimiento patológico, pero, a pesar de ello, hoy día ningún fármaco ha demostrado su eficacia para detener o ralentizar el progreso de estas enfermedades (Langa & Levine, 2014). En los últimos años, debido al aumento de concienciación sobre este problema, se está investigando el uso de intervenciones no farmacológicas que consigan remediar el declive cognitivo que se asocia a la edad. Algunas de estas intervenciones están relacionadas con el ejercicio, el entrenamiento cognitivo o la práctica de mindfulness/ atención plena, las cuales, de forma económica, pueden ayudar a estas personas a desarrollar una mayor plasticidad en regiones del cerebro relacionadas con las funciones cognitivas (Wetherell et al., 2020). De forma específica, centrándonos en la atención plena (mindfulness) como alternativa de intervención, en palabras de Kabat-Zinn (2003a), esta podría definirse como la conciencia que surge al prestar atención a propósito, en el momento presente y sin juzgar al desarrollo de la experiencia que se produce momento a momento. Así mismo, puede incluir prácticas de atención plena formales, como, la exploración corporal o la observación de la respiración y prácticas informales, como prestar atención y poner conciencia durante el desarrollo de actividades y experiencias diarias (Kabat-Zinn, 2003a). Algunas de las intervenciones en mindfulness más conocidas y difundidas son el programa ‘mindfulness-based stress reduction’ (MBSR) (Kabat-Zinn, 2003b) o el programa ‘mindfulness-based cognitive therapy’ (MBCT) (Segal et al., 2004). En este sentido, son muchos los estudios de investigación que han demostrado la eficacia del mindfulness para mejorar el estrés y el estado de ánimo en adultos jóvenes (Goyal et al., 2014), y la depresión en adultos mayores (Li & Bressington, 2019) y los que han demostrado que la atención plena en adultos jóvenes mejora las funciones cognitivas (Chiesa et al., 2011; Zeidan et al., 2010). Sin embargo, en los últimos años se está empezando a investigar en adultos mayores, el entrenamiento basado en mindfulness como una nueva alternativa de intervención para mejorar determinados aspectos cognitivos relacionados con la vejez por su potencial en la prevención del desarrollo de determinadas enfermedades neurodegenerativas que ocurren en el envejecimiento patológico (Marciniak et al., 2014). Pero, aún es escasa la literatura que existe acerca de los efectos del mindfulness sobre el deterioro de las funciones cognitivas que se produce a medida que envejecemos (Moynihan et al., 2013) y, tal y como afirman Berk et al. (2017), aún no está claro que la atención plena pueda mejorar el funcionamiento cognitivo en las personas mayores debido al escaso número de estudios metodológicamente adecuados. Es por esta falta de resultados sólidos y por la importancia de encontrar intervenciones adecuadas para tratar el deterioro cognitivo que, el objetivo de este trabajo es realizar una revisión sistemática sobre el efecto del mindfulness o atención plena en el funcionamiento cognitivo de adultos mayores sanos o con envejecimiento patológico con el fin de arrojar mayor claridad al asunto.

Alicia Márquez Carreño 1 , Myriam Delgado Ríos 2 ,

(1) Graduada en Psicología con Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad de Málaga y Especialización en Neuropsicología Clínica por la Universidad de Valencia. Trabaja como psicóloga en el ámbito de la tercera edad, realizando evaluación e intervención en enfermedades neurodegenerativas.

(2) Doctora en Psicología y Máster en Mindfulness y Gestión Emocional. Profesora en el Dpto. de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Málaga Coordinadora del grupo de Investigación SEJ-662: Mindfulness, Educación y Bienestar (MEB).

Para descargar la investigación completa haga clik a continuación:

https://www.neurama.es/articulos/articulo1.pdf