Epidemiología actual de la sífilis

Diagnóstico diferencial

Úlcera genital

Herpes genital (muy común), chancroide, síndrome de Behcet, trauma

Erupción cutánea generalizada

Alergia sistémica, pitiriasis rosada

Erupción palmar y plantar

Dermatitis de contacto, eczema, dermatitis atópica, eritema mujltiforme, fiebre manchada de las Montañas Rocosas

Linfadenopatías generalizadas

Síndrome de mononcleosis, linfoma de Hodking

Meningitis aséptica

Exantema viral

Diagnóstico diferencial de las enfermedades que por sus manifestaciones pueden imitar la sífilis

La erupción de la sífilis secundaria puede ser generalizada o localizada; pustulosa, macular, escamosa

La sífilis secundaria es el síndrome clínico de la sífilis más comúnmente reconocido, particularmente en las mujeres y los hombres que tienen sexo con hombres, presumiblemente porque las lesiones vaginales internas o las anogenitales indoloras de la sífilis primaria han pasado desapercibidas. Más tarde, o a veces en forma coexistente con la lesión primaria, las manifestaciones secundarias de la infección resultan en la diseminación de la infección por vía hemática.

Aunque la manifestación clásica de la sífilis secundaria es una erupción cutánea indolora, con máculas de 1-2 cm, rojizas o de color cobre, las lesiones en las palmas o las plantas, la erupción de la sífilis secundaria tiene un aspecto extraordinariamente variable y puede ser moderada o generalizada y comprometer las membranas mucosas así como el epitelio cutáneo, lo que ha llevado a denominar a la sífilis como la gran simuladora.

Cuando están afectadas las membranas mucosas, las lesiones pueden aparecer como parches mucosos muy infectados y, ciertas áreas húmedas podrían tener un aspecto exuberante y verrugoso que se asemeja a las verrugas denominado condiloma lata.

La erupción de la sífilis secundaria puede ser generalizada o localizada; pustulosa, macular, escamosa, y puede imitar a otros procesos dermatológicos como la pitiriasis rosada, la psoriasis o las erupciones por fármacos.

Se observan síntomas comunes como malestar, mialgias, dolor de garganta, cefalea o fiebre baja. Además de las manifestaciones cutáneas, también puede haber linfadenopatías difusas, hepatoesplenomegalia, hepatitis, síndrome nefrótico y otros síntomas que pueden pasar desapercibidos para los médicos que no tienen un alto índice de sospecha, posiblemente por incapacidad para levantar una historia sexual (por ej., el número y tipo de parejas sexuales) como parte de la evaluación de las manifestaciones clínicas difíciles de caracterizar.

Sin tratamiento, las lesiones de la sífilis secundaria pueden resolverse espontáneamente sin dejar cicatrices. La resolución de las manifestaciones no tratadas de la sífilis secundaria suele tardar semanas o meses. Después de la resolución de las manifestaciones secundarias, la sífilis entra en una fase latente en la cual las manifestaciones están ausentes y la infección solo puede detectarse mediante pruebas serológicas.

Como guía, la sífilis latente se divide en latente y tardía, una diferenciación que afecta las decisiones terapéuticas y las recomendaciones para las parejas sexuales. Basado en observaciones del Oslo Study of Untreated Syphilis precoz a principios del siglo XX, al cabo de 1 o 2 años después de la resolución de las manifestaciones secundarias, alrededor del 25% de las personas sin tratamiento tendrán manifestaciones se sífilis secundaria recurrente y, por lo tanto, nuevamente será potencialmente infecciosa para las parejas sexuales. Las manifestaciones clínicas recurrentes en la sífilis latente temprana ocurren durante el primer año de latencia.

Después de un período de años o incluso décadas, según los datos de la era preantibiótica, casi un tercio de las personas con sífilis latente no tratada tendrá manifestaciones como la neurosífilis tardía (parálisis general o tabes dorsal), sífilis cardiovascular o sífilis gomatosa. La sífilis cardiovascular se manifiesta con mayor frecuencia como un aneurisma de la aorta ascendente, insuficiencia valvular aórtica o enfermedad coronaria.

El goma (que podría aparecer en prácticamente en cualquier sitio) es una lesión reactiva y granulomatosa que provoca síntomas como resultado de su efecto de masa o de inflamación local. En la segunda parte del siglo XX, las enfermedades cardiovasculares y la sífilis gomatosa se han vuelto muy raras.

► Afectación neurológica en la sífilis

La neurosífilis es una complicación temida pero poco conocida de la infección que puede ocurrir en cualquier momento durante el curso de la infección. El T. pallidum y las anomalías del líquido cefalorraquídeo (LCR) se pueden detectar en el SNC en una proporción sustancial de pacientes con sífilis temprana, muchos de los cuales no tienen síntomas neurológicos. La importancia de la invasión y su impacto en la toma de decisiones terapéuticas, particularmente en las primeras etapas de la infección, son temas de debate y de las investigaciones en curso.

En la era preantibiótica, las anomalías del LCR determinan la duración de la terapia. Ahora hay poca evidencia de que la presencia de anormalidades en el LCR afecten los resultados terapéuticos en los pacientes con sífilis temprana tratados con penicilina de acción prolongada. En etapas posteriores, las anomalías del LCR en individuos infectados asintomáticos se cree que identifican a aquellos con mayor riesgo de neurosífilis que requieren una terapia más intensiva.

La neurosífilis clínica puede manifestarse de diversas maneras, las que se correlacionan aproximadamente con la duración de la infección, aunque algunos hallazgos, como la afectación ocular (uveítis, Parálisis de los nervios craneanos, etc.) pueden presentarse durante todo el período de sífilis no tratada. Algunas personas con sífilis podrían presentarse con el síndrome de meningitis aséptica, con cefalea y meningismo leve (meningitis sifilítica).

Según por Merritt y col., la meningitis sifilítica severa fue una forma relativamente rara de neurosífilis; sin embargo, estudios más actuales sugieren que los signos y síntomas meningeos leves podrían estar presentes en más del 40% de las personas con sífilis secundaria, y al igual que la infección secundaria, pueden resolverse sin tratamiento. Más tarde en la historia natural de la enfermedad, la inflamación de las arterias pequeñas y medianas del SNC puede dar lugar a un accidente cerebrovascular o a manifestaciones de sífilis meningovascular, varios años después de la infección (normalmente 5-10 años, aunque posiblemente antes en los pacientes con VIH).

El reconocimiento de la sífilis meningovascular en personas relativamente jóvenes brinda la oportunidad de hacer un tratamiento adicional para prevenir déficits neurológicos irreversibles como el accidente cerebrovascular. Las manifestaciones más comunes de la sífilis meningovascular son la hemiplejia, la afasia o las convulsiones relacionadas con la afectación de la arteria cerebral media o sus ramas.

Más tarde, en el curso de la sífilis no tratada, la infección crónica del SNC puede conducir a la parálisis general o, menos comúnmente, a la tabes dorsal. La parálisis general es una causa de demencia progresiva, muerte neuronal, atrofia e infiltración linfocitica meníngea, y representaba hasta el 10% de las internaciones en hospitales psiquiátricos en la era preantibiótica. Las manifestaciones de la parálisis general progresiva incluyen demencia, convulsiones y una gran variedad de síndromes psiquiátricos.

Merritt y col. informaron que los pacientes con parálisis general tienen un LC R anormal, con elevación de los leucocitos y las proteínas y pruebas serológicas para la sífilis anormales. Una vez diagnosticada la enfermedad, el objetivo terapéutico en la parálisis general es detener la progresión clínica, pero la reversión de los déficits neurológicos es menos común. En la última parte del siglo XX y principios del siglo XXI, la parálisis se ha vuelto rara.

La otra manifestación clínica de la neurosífilis tardía, la tabes dorsal, parece resultar de la participación de los nervios de los haces posteriores y las raíces nerviosas espinales. La tabes temprana suele presentarse como dolores relámpago, que ocurren como dolor radicular abrupto, severo, no provocado y, síntomas de ataxia que reflejan la pérdida de la sensibilidad propioceptiva. En el examen físico se observan anomalías pupilares como la pupila de Argyll-Robinson, la arreflexia y la pérdida de la sensibilidad vibratoria.

Aunque generalmente ocurre como resultado de las alteraciones de los nervios largos de la pierna, estos episodios dolorosos pueden ocurrir en casi cualquier sitio, incluyendo el abdomen, y causar las denominadas crisis viscerales. Como la parálisis general, la tabes dorsal se ha convertido en un cuadro poco frecuente en la era antibiótica.

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