Es necesario redoblar los esfuerzos mundiales para frenar la creciente amenaza que supone la malaria
- ComiteNetMD
- 17 de diciembre de 2024
- Enfermedades Infecciosas, Medicina General e Interna
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11 de diciembre de 2024
Para invertir la tendencia negativa actual es fundamental garantizar un acceso equitativo a herramientas contra la enfermedad que salven vidas
Nuevos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que desde 2000 se han evitado unos 2 200 millones de casos de malaria (o paludismo) y 12,7 millones de muertes, pero la enfermedad sigue suponiendo una grave amenaza para la salud mundial, sobre todo en la Región de África de la OMS.
Según el último Informe mundial sobre el paludismo de la OMS, se calcula que en 2023 se produjeron 263 millones de casos y 597 000 muertes por esta enfermedad en todo el mundo. Esto representa unos 11 millones de casos más en 2023 que en 2022, y casi el mismo número de muertes. Aproximadamente el 95 % de las muertes se produjeron en la Región de África de la OMS, donde muchas personas en riesgo siguen sin tener acceso a los servicios que necesitan de prevención, detección y tratamiento de la enfermedad.
«Nadie debería morir de malaria, y sin embargo la enfermedad sigue afectando de forma desproporcionada a las personas que viven en la región africana, especialmente a los niños pequeños y las mujeres embarazadas», declaró el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. «Un paquete ampliado de herramientas que salvan vidas ofrece ahora una mejor protección contra la enfermedad, pero hay que aumentar las inversiones y las medidas en los países africanos con una alta carga para frenar la amenaza».
Avances evidentes en muchos países
En noviembre de 2024, 44 países y 1 territorio habían sido certificados como libres de paludismo por la OMS, y muchos más no dejan de avanzar hacia ese objetivo. De los 83 países donde el paludismo es endémico, 25 notifican ahora menos de 10 casos al año, lo que supone un aumento respecto a los 4 países que lo hacían en el año 2000.
Desde 2015, la Región de África de la OMS también ha logrado una reducción del 16% en su tasa de mortalidad por malaria. Ahora bien, la tasa de mortalidad calculada para 2023 de 52,4 muertes por cada 100 000 habitantes en riesgo sigue siendo más del doble del objetivo de 23 muertes por cada 100 000 establecido en la Estrategia Técnica Mundial contra la Malaria 2016-2030, por lo que es necesario impulsar los avances en la materia.
A principios de este año, los Ministros de Sanidad de 11 países africanos que representan dos tercios de la carga mundial de paludismo (Burkina Faso, Camerún, Ghana, Malí, Mozambique, Níger, Nigeria, Sudán, República Democrática del Congo, República Unida de Tanzania y Uganda) firmaron una declaración en la que se comprometían a reducir de forma sostenible y equitativa la carga de la enfermedad y a hacer frente a sus causas profundas mediante el fortalecimiento de sus sistemas nacionales de salud, la mejora de la coordinación y un uso estratégico de la información, entre otras medidas.
Vuelve a haber esperanza gracias a la ampliación del uso de herramientas eficaces
Además del mayor compromiso político, un despliegue más amplio de las herramientas recomendadas por la OMS está a punto de fomentar nuevos avances en los países donde la malaria es endémica. En diciembre de 2024, 17 países habían introducido vacunas contra la enfermedad en el marco de la vacunación infantil sistemática. Se espera que el incremento permanente en el despliegue de vacunas en África salve decenas de miles de vidas jóvenes cada año.
Los mosquiteros de nueva generación, que protegen mejor contra el paludismo que los mosqueteros tratados únicamente con piretroide, están cada vez más disponibles, lo que ayuda a combatir la resistencia de los mosquitos a este insecticida. En 2023, el 78 % de los 195 millones de mosquiteros entregados al África Subsahariana eran mosquiteros de este nuevo tipo, lo que supuso un aumento respecto del 59 % de 2022.
La financiación sigue siendo un obstáculo importante
La financiación para el control de la malaria a nivel mundial sigue siendo insuficiente para invertir la tendencia negativa actual, especialmente en los países africanos con una alta carga. En 2023, la financiación total alcanzó unos USD 4000 millones, muy por debajo del objetivo de financiación anual de USD 8300 millones fijado en la Estrategia Técnica Mundial. La falta de financiación ha provocado importantes carencias en la cobertura de mosquiteros tratados con insecticida, medicamentos y otras herramientas que salvan vidas, especialmente para los más vulnerables a la enfermedad.
Más allá de la financiación, los países donde la malaria es endémica siguen lidiando con sistemas frágiles de salud, deficiencias en la vigilancia y un aumento de las amenazas biológicas, como la resistencia a los medicamentos y los insecticidas. En muchas zonas, los conflictos, la violencia, las catástrofes naturales, el cambio climático y los desplazamientos de población están exacerbando las desigualdades de salud ya generalizadas a las que se enfrentan las personas con mayor riesgo de contraer la enfermedad, incluidas las mujeres embarazadas y las niñas, los niños menores de 5 años, los pueblos indígenas, los migrantes, las personas con discapacidad y los habitantes de zonas remotas con acceso limitado a la atención de salud.
Resolver las carencias en prevención y tratamiento del paludismo mediante medidas centradas en la equidad
El Informe mundial sobre el paludismo de este año destaca la necesidad de una respuesta más integradora y eficaz para llegar a los más vulnerables a la enfermedad. La OMS insta a los países a dar prioridad a la atención primaria de salud como base para lograr que los sistemas de prestación de servicios de salud sean equitativos y eficientes. Se anima a los países a adoptar estrategias con las que resolver las causas profundas de la malaria tratando las desigualdades de género y otros determinantes de la salud.
La OMS también pide que se invierta en sistemas de datos sólidos con los que poder controlar las inequidades en la salud, en particular mediante la recopilación y el análisis de datos desglosados por sexo, edad y otros estratificadores sociales. La equidad, la igualdad de género y los derechos humanos deberían ser las piedras angulares de la innovación antipalúdica, y las personas más afectadas por la enfermedad deberían participar en el diseño y la evaluación de nuevas herramientas y enfoques.