Estrategias no farmacológicas para el manejo de los síntomas vasomotores en la menopausia

RESUMEN

Los síntomas vasomotores afectan a gran número de mujeres en la peri y posmenopausia, impactando notablemente en la calidad de vida; por otro lado, su duración en el tiempo es incierta y muchas veces prolongada. Si bien la terapia hormonal de la menopausia (THM) constituye el tratamiento más efectivo para los síntomas climatéricos en su conjunto, en algunos casos existen contraindicaciones para su uso. Por lo tanto, ofrecer estrategias de tratamiento en las mujeres con contraindicación al tratamiento hormonal resulta mandatorio. Contamos con una amplia gama de opciones no hormonales, tanto farmacológicas como no farmacológicas. Dentro de estas últimas se incluyen las terapias alternativas o naturales (isoflavonas y cimicifuga racemosa), las modificaciones sobre el estilo de vida y las terapias complementarias. Las terapias alternativas presentaron resultados controvertidos en cuanto a la efectividad sobre los síntomas climatéricos y, por otro lado, debido a que su mecanismo de acción involucra a los receptores estrogénicos, están contraindicadas en las pacientes con antecedentes personales de cánceres hormonodependientes. Las modificaciones del estilo de vida impactan positivamente la salud general de la mujer, más allá de los síntomas climatéricos. En cuanto a las terapias complementarias, las únicas recomendadas son la terapia cognitiva conductual y la hipnosis. Se debe individualizar en cada caso la mejor opción terapéutica, teniendo en cuenta los antecedentes, interacciones medicamentosas, estado cognitivo, entre otros, ya que el objetivo final es mejorar la calidad de vida de nuestras pacientes.

Introducción

Los síntomas vasomotores (SVM) afectan entre 40 y 80% de las mujeres en la peri y posmenopausia, respectivamente, y la mayoría los refiere como de intensidad moderada a severa (1). En líneas generales, 1 de cada 4 mujeres es asintomática, 2 presentan sofocos moderados y 1 tiene sofocos severos. La máxima intensidad y frecuencia tiene lugar durante los 2 primeros años de posmenopausia. La Sociedad Norteamericana de Menopausia (NAMS)(2) describe a los sofocos como una sensación de calor intenso, con rubor de cara y cuello, acompañada de transpiración y taquicardia, frecuentemente seguido por escalofríos(3).

Su intensidad, frecuencia y duración varían según los diferentes estudios. El estudio SWAN, (estudio observacional de la transición a la menopausia), en el que participaron 3 302 mujeres, con un seguimiento a 17 años, demostró una duración media total promedio de 7,4 años y una persistencia media de 4,5 años luego de la última menstruación (FUM). Los factores de riesgo relacionados a la mayor duración de los sofocos incluyeron mujeres jóvenes con nivel educativo bajo, así como el estrés, la depresión y la ansiedad (1). Otros estudios, como el Melbourne Women´s Midlife Health Project (1) observó que la duración de los sofocos fue 5,2 años promedio y el Penn Ovarian Aging Study (1), 8,8 a 10,2 años, y 4,6 años luego de la FUM. Asimismo, se conoce que el mejor predictor independiente de duración total y duración luego de la FUM es el comienzo de los síntomas en estadios tempranos de la transición a la menopausia (1).

Si bien el climaterio constituye un período normal y fisiológico que no requiere sistemáticamente de tratamiento, cuando los síntomas, ya sea por su frecuencia y/o intensidad, impactan en la calidad de vida, es indicación realizar alguna intervención terapéutica a fin de mejorar la sintomatología.

Existe evidencia científica de que la terapia hormonal de la menopausia (THM) constituye el tratamiento más efectivo para los síntomas climatéricos en su conjunto, incluyendo a los sofocos. Sin embargo, en algunos casos, ya sea por tener contraindicado el tratamiento hormonal o por resistencia a su uso, se debe buscar una alternativa al mismo (4). La alternativa está representada por la terapia no hormonal. Las indicaciones de tratamiento no hormonal incluyen la contraindicación al tratamiento hormonal (antecedente personal de cáncer hormonodependiente como mama o endometrio, o antecedente personal de evento tromboembólico, síndrome climatérico leve, mala respuesta a THM, mujer mayor de 60 años o 10 años después de la FUM, persistencia de los síntomas o negativa de la paciente a utilizarla.

María Alejandra Belardo 1,a, Agustina Starvaggi1,b, Malena María Cavanna1,c, Susana Pilnik1,d 

1Sección de Endocrinología Ginecológica y Jefa de Sección Climaterio, del Servicio de Ginecología del Hospital Italiano de Buenos Aires, Argentina

a Jefa; Magister en Psicoinmunoneuroendocrinologia; Profesora Adjunta del Instituto Universitario del Hospital Italiano de Buenos Aires

b Médica ginecóloga Asociada

c Becaria de Perfeccionamiento

d Médica Asociada; Miembro del Comité Científico de la Sociedad Argentina de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva (SAEGRE); Directora del II Curso Universitario Bianual de especialización en Endocrinología Ginecológica y Reproductiva de La Plata de SAEGRE

Para descargar la investigación completa haga clik a continuación:

http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2304-51322018000100009&lng=es&nrm=iso&tlng=es