Evaluación contextual-fenomenológica de las conductas suicidas

RESUMEN

Este artículo presenta y discute dos perspectivas de análisis y evaluación de las conductas suicidas: el enfoque biomédico y el contextual-fenomenológico. Frente al discurso biomédico imperante en salud mental, este trabajo apuesta por una defensa del enfoque contextual-fenomenológico. Se ponen de relieve las implicaciones para la ayuda terapéutica. Se concluye que la evaluación contextual-fenomenológica puede ser útil no solo en el análisis del riesgo, sino también en la obtención de información necesaria para la orientación y planificación de la ayuda terapéutica de las personas en situación de crisis suicida.

INTRODUCCIÓN

Es hora de recapitular

las hostias que me ha dado el mundo.

Hoy querrán oír mi último adiós

y poco a poco van llegando

y yo los recibo en batín.

(…)

Fracasé una vez, fracasé diez mil

y aun así alzo mi copa hacia el cielo

en un brindis por el hombre de hoy

y por lo bien que habita el mundo.

(…)

Y no me habléis de eternidad,

no me habléis de cielos ni de infiernos.

¿No veis que yo le rezo a un dios que me prometió

que cuando esto acabe no habrá nada más?

Fue bastante ya…

(…)

Pero si algo hay capital,

algo de veras importante

es que me voy a morir.

Y cuando digo voy es que voy.

(…)

Dejadme preguntar:

¿esto es el final?

Y si es así, decid: ¿me vais a extrañar?

¡Ah, veo que asentís,

pero yo sé que no! (…)”.

El hombre que casi conoció a Michi Panero es una canción escrita por Nacho Vegas. Si nos fijamos en la letra, es difícil decidir si se trata de una canción suicida. El balance vital, el uso del tiempo pasado, la ausencia de futuro, la alusión a la muerte, la referencia al último adiós… son temas que hacen pensar en una situación presuicida. Son elementos narrativos que abundan en muchas cartas y notas de suicidio. Sin embargo, no hay declaraciones explícitas de la intención de querer matarse.

En la clínica asistencial nos encontramos con dificultades similares: es difícil saber si la persona está atravesando una crisis suicida o si sus declaraciones sobre las pocas ganas de vivir o las ganas de morir tienen otro significado. Para salir de la duda no basta con pasar una escala de riesgo suicida ni preguntar directamente si ha pensado alguna vez en matarse o si tiene planes de suicidio. La cosa no es tan fácil. Hay que escuchar con atención. Hay que saber leer entre líneas. Sobre todo, dado el hermetismo con el que el suicida oculta sus ideas, más si cabe cuando percibe que no hay un interlocutor válido o siente que no hay una relación segura, empática y de contención emocional. Incluso creando una relación con estas características, no hay garantías de apertura por parte del consultante presuicida. Pero si establecer una relación de confianza posibilita la apertura sin asegurarla, su descuido la dificulta hasta el punto de hacerla imposible. Es por eso que construir una alianza terapéutica es siempre una tarea de vital importancia. Por otro lado, la contención emocional no se refiere solo a poner freno, sino a saber acoger y limitar la angustia. Se precisa actitud y aptitud por parte del profesional. Y, por supuesto, también tiempo.

La problemática suicida es, sin duda, una de las más difíciles que afronta el profesional sanitario. En el desarrollo y mantenimiento de las conductas suicidas, se imbrican numerosos factores: culturales, sociales, psicológicos, clínicos y biológicos. Esto dificulta una adecuada evaluación y, por tanto, la aplicación de una ayuda efectiva.

Frente al discurso biomédico imperante en salud mental, que reduce o disuelve la actividad psicológica y la subjetividad misma en mecanismos neuronales, genéticos o bioquímicos que, en última instancia, explicarían la conducta y los problemas humanos, se utiliza aquí la fenomenología como método de evaluación de las conductas suicidas. No en vano, la fenomenología está en el centro del giro cualitativo que se reclama en la psiquiatría (1) y en la psicología actuales (2,3). Es importante resaltar que en la actualidad existe un movimiento de recuperación de la fenomenología en salud mental al servicio de la investigación cualitativa y centrada en la evaluación, comprensión y tratamiento de los trastornos psicóticos (4 56).

El objetivo de este trabajo es presentar y discutir dos perspectivas de análisis y evaluación de las conductas suicidas: el modelo biomédico y el contextual-fenomenológico. Interesa advertir que la distinción entre ambos enfoques es conceptual, no profesional. Se ponen de relieve las implicaciones para la ayuda terapéutica. Se apuesta por una perspectiva contextual-fenomenológica del suicidio (7), sin exclusión de las aportaciones y logros del modelo biomédico. Se habla aquí desde la experiencia y práctica clínica en la asistencia pública (evidencia-basada-en-la-práctica), “laboratorio social” donde se ponen a prueba los modelos teórico-clínicos y desde donde también se deberían proponer. Se cierra el trabajo con las principales conclusiones.

Marta González Gonzáleza  , Juan García-Harob  , Henar García-Pascualc 

(a)Psicóloga Interna Residente. Servicio de Salud del Principado de Asturias. Asturias. España.

(b)FEA Psicología Clínica. Servicio de Salud del Principado de Asturias. Asturias. España.

(c)Enfermera Especialista en Salud Mental. Servicio de Salud del Principado de Asturias. Asturias. España.

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http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352019000100002&lng=es&nrm=iso&tlng=es