Ibuprofenos y aspirinas, aliados en la lucha contra la tuberculosis

21/3/18

Los analgésicos ayudan a los pacientes con esta enfermedad, concluyó un estudio realizado en España.

En la víspera del Día Mundial de lucha contra la Tuberculosis, se difundido en España un estudio que concluyó que los antiinflamatorios convencionales, como el ibuprofeno o la aspirina, ayudan a combatir la enfermedad, que en la Argentina aumentó su incidencia en los últimos dos años. Según el último estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 2010 y el 2015, los tratamientos evitaron la muerte de 49 millones de personas. Ante las dificultades de frenar el contagio, los tratamientos efectivos son la esperanza para reducir el número de casos y la mortalidad. “La investigación ha demostrado que estos fármacos, como refuerzo del tratamiento convencional, son efectivos en aquellos pacientes que tienen los pulmones muy afectados”, explicó Pere-Joan Cardona, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC y jefe de la Unidad de Tuberculosis Experimental del Instituto Germans Trias i Pujol. 

El equipo de Cardona ha trabajado en esta investigación y ahora sus resultados se empezarán a aplicar a los enfermos. “Se trata de un paso de gigante porque estos antiinflamatorios son de uso común y relativamente baratos”, destacó el investigador. La posibilidad de aplacar la tuberculosis con antiinflamatorios comunes es un resquicio de esperanza en un panorama que “es malo epidemiológicamente”. Cardona apunta que, por un lado, en el mundo hay medio millón de casos que son multirresistentes, que no se podrán curar nunca. Por otro lado, las condiciones de hacinamiento en las que se vive en muchas ciudades, que cada vez tienen más población, contribuyen al contagio de la enfermedad. Por último, en los países en vías de desarrollo cada vez hay más casos de malnutrición, obesidad y diabetes de tipo 2, los tres factores de riesgo para la enfermedad. 

En el ámbito internacional, Rusia es el país con más personas infectadas y la tasa de contagio ha alertado a los expertos, así como la situación en Estonia. En América Latina son Bolivia y Perú los países con una prevalencia más alta. Cardona advierte que el control de la enfermedad necesita una inversión importante de la Administración, lamenta que no exista este compromiso y lo atribuye al estigma que arrastra. Mientras la situación no cambia, el equipo de Cardona continúa con el desarrollo de otros tratamientos y fármacos con el objetivo de detener esta infección, que afecta a un tercio de la humanidad. Este año ha comenzado un ensayo clínico en Georgia (Rusia) con 3.500 individuos con un probiótico desarrollado en Cataluña que reduce el riesgo de desarrollar la enfermedad. Se trata de un suplemento alimenticio basado en una bacteria natural que se suministra por vía oral, barato y resistente a las variaciones climáticas. Además, su acción no depende del perfil de resistencia a los antibióticos ni interfiere con él. También siguen con el desarrollo de la vacuna terapéutica RUTI.

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