Inmunoterapia en el carcinoma hepatocelular
- netmd
- 1 de diciembre de 2022
- Gastroenterologia
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El carcinoma hepatocelular es el más frecuente de los tumores primarios del hígado y cuando alcanza un estadio avanzado, debe abordarse con tratamientos sistémicos. Hasta hace poco, las opciones disponibles se limitaban a los inhibidores de la tirosina-kinasa, cuyo efecto es modesto. El mejor conocimiento del microambiente tumoral y el papel del sistema inmune en el control de la progresión tumoral han permitido desarrollar tratamientos dirigidos contra los puntos de control inmunológico. Esta inmunoterapia logra tasas de respuesta tumoral más altas, que se traducen en una mayor supervivencia y que hoy constituyen la columna vertebral del tratamiento sistémico de esta enfermedad. Aunque se tolera bien en general, la inmunoterapia puede producir toxicidad importante derivada de la estimulación del sistema inmune. Y en el paciente cirrótico, el diagnóstico precoz y tratamiento de esta toxicidad supone un reto especial. Por ello, la investigación continuada en el uso de estas nuevas terapias nos permitirá conocer mejor el perfil de los pacientes que más se benefician de las mismas.
INTRODUCCIÓN
El cáncer de hígado es el sexto cáncer más frecuente a nivel mundial con más de 850.000 nuevos casos cada año (1). Además, constituye la cuarta causa de muerte relacionada con cáncer después del cáncer de pulmón, del colorrectal y del gástrico (2). Dentro del cáncer de hígado, el hepatocarcinoma o carcinoma hepatocelular (CHC) es el tumor más frecuente (75-85 %) (3). La incidencia y la mortalidad están condicionadas por la exposición a los factores de riesgo. La mayoría de los pacientes con CHC tienen fibrosis hepática avanzada o cirrosis causadas por el virus de la hepatitis B (VHB), el virus de la hepatitis C (VHC), la ingesta sostenida de alcohol o el síndrome metabólico (4). Mientras que la etiología viral está reduciendo su importancia, el alcohol y el síndrome metabólico son causas en expansión (5). En ausencia de invasión vascular o enfermedad metastásica fuera del hígado, el tratamiento es local y consiste en cirugía, ablación percutánea o terapias intraarteriales como la quimioembolización (TACE) o la radioembolización (TARE). Cuando la enfermedad es más avanzada o estas terapias no están indicadas o resultan ineficaces, el tratamiento debe ser sistémico y estar basado en fármacos (6). Hasta 2017, el sorafenib —un inhibidor de la tirosina-kinasa (TKI)— era el único tratamiento sistémico capaz de aumentar la supervivencia de los pacientes tratados (7). Desde entonces, otros TKI han demostrado su actividad antitumoral, como el lenvatinib (8), que resulta no inferior al sorafenib en primera línea de tratamiento, o el regorafenib (9) y el cabozantinib (10), que prolongan la supervivencia en segunda línea de tratamiento comparados con el placebo, el primero solo en pacientes que toleran bien dosis estables y relevantes de sorafenib. El ramucirumab, un inhibidor del receptor 2 del factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF), también ha mostrado eficacia en segunda línea en pacientes con niveles de alfa-fetoproteína (AFP) superiores a 400 ng/mL (11). El uso de estos cuatro fármacos ha sido aprobado por la Agencia Europea del Medicamento, pero solo el de lenvatinib lo ha sido por la Agencia Española del Medicamento, lo que cercena el tratamiento de segunda línea a los pacientes en nuestro país en el momento actual. La necesidad de contar con tratamientos sistémicos de mayor eficacia y mejor tolerabilidad ha llevado a la comunidad científica a profundizar en un mayor conocimiento del microambiente del tumor para encontrar nuevas dianas terapéuticas.
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https://www.reed.es/inmunoterapia-en-el-carcinoma-hepatocelular8094