Intervenciones hacen posible la prevención de la ansiedad

 

“Por muchos años, hemos estado interesados en la prevención de la ansiedad”, dijo la Dra. Moreno-Peral. “Comenzamos a realizar un análisis sistemático de los factores de riesgo para trastornos de ansiedad y luego elaboramos un algoritmo de riesgo para predecirlos”.

El siguiente paso fue investigar si habría “intervenciones eficaces para prevenir la ansiedad, y nos percatamos de que no había metanálisis sobre este tema”, dijo.

Los investigadores analizaron 3273 resúmenes; seleccionaron 131 para el análisis de texto completo y analizaron 29 estudios que cumplían los criterios de inclusión (n = 10.430 pacientes, obtenidos de 11 países de cuatro continentes).

Para cumplir los criterios de inclusión, los estudios debían ser estudios clínicos aleatorizados que se enfocasen en intervenciones educativas o psicológicas más que en medicación o intervenciones físicas. Las intervenciones comparativas aceptables fueron el tratamiento habitual, ninguna intervención, una lista de espera para la intervención o control de la atención.

Los criterios de valoración fueron la frecuencia de nuevos casos de cualquier trastorno de ansiedad según el DSM-IV o la reducción de los síntomas de ansiedad. Se excluyó el trastorno de estrés postraumático en virtud de que en su caso puede ser difícil distinguir el tratamiento de la prevención.

Se definió una “intervención educativa” como aquella que ofrece información acerca de la ansiedad a través de conferencias u hojas de información. En cambio, se definió una “intervención psicológica” como un “intento por modificar la forma de pensar de las personas utilizando diversas estrategias (por ejemplo, terapia cognitiva conductual o interpersonal)”.

La importancia de la prevención

Los tamaños de muestra fluctuaron de 24 a 2998 (mediana: 165). Los ensayos incluían adultos (de 18 a 65 años de edad), niños o adolescentes, adultos mayores, adultos e individuos ancianos combinados y tanto adultos como niños. En 12 ensayos, los contextos de estudio fueron la escuela o la universidad.

La intervención más frecuente fue la terapia cognitivo-conductual (25 estudios). Cuatro ensayos se basaron en otros tipos de intervenciones (dos psicoeducativas, 12 terapia de aceptación y compromiso y una biopsicosocial). Las intervenciones consistieron en formatos de grupo e individual, y cuatro ensayos incluyeron formatos computarizados de autoayuda guiada.

El número de sesiones fluctuó de una a 12 (mediana: ocho). Los periodos de seguimiento fluctuaron de 7 semanas a 60 meses (mediana: 12 meses).

Los investigadores observaron que, para ocho ensayos, hubo bajo riesgo de sesgo (≤4 puntos); para nueve, hubo un riesgo moderado (5-6 puntos); y para 12, hubo un alto riesgo (≥7 puntos).

La diferencia media estandarizada (SMD) combinada fue -0,31 (intervalo de confianza del 95% [IC]: -0,40 a -0,21; p < 0,001). El odds ratio [OR] combinado equivalente fue 0,57 (IC 95%: 0,48 – 0,68; p < 0,001), lo que representa una reducción del 43% en la frecuencia de ansiedad, pero con heterogeneidad sustancial (I2 = 61,1%; Q35 = 90,13; p < 0,001).

“Este hallazgo significa que las intervenciones psicológicas o educativas preventivas para la ansiedad tuvieron un efecto pequeño, pero estadísticamente significativo, sobre la prevención de la ansiedad”, hacen notar los autores.

Aunque hubo alguna evidencia de sesgo de publicación, la magnitud del efecto apenas varió después del ajuste (SMD: -0,27; IC 95%: -0,37 a -0,17; p < 0,001) y los análisis de sensibilidad "confirmaron la contundencia de los resultados en la magnitud de efecto", señalan los autores.

Los cálculos del metanálisis se basaron en 36 comparaciones realizadas en 29 ensayos. La SMD combinada fue -0,31 (IC 95%: -0,40 a -0,21; p < 0,001), con heterogeneidad sustancial (I2 = 61,1%; IC 95%: 44% a 73%).

Una metarregresión reveló que hasta 85,3% de la varianza total fue atribuible a la variabilidad en cada estudio, y el 14,7% restante fue ocasionado por la variabilidad entre los estudios. Las cinco variables incluidas en el modelo de metarregresión contribuyeron con 99,6% a la varianza entre los estudios.

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