Investigadores de Brasil identifican potenciales blancos para el tratamiento de la leishmaniasis
- netmd
- 10 de octubre de 2017
- Dermatología
- 0 Comments
En una de las pruebas, los investigadores pusieron en el cultivo de células, inmediatamente después de la infección, moléculas conocidas como antagomiR, capaces de unirse en el microARN e impedir que éste se una al blanco natural (el ARN mensajero).
“Demostramos que a medida que vamos aumentando la dosis de antagomiR específico para miR-294 y miR-721, una cantidad menor de microARNs se unía al ARN mensajero de la óxido nítrico sintasa. De este modo, no se concretaba el efecto inhibitorio”, comentó Floeter-Winter.
El grupo coordinado por Floeter-Winter llegó a plantear la hipótesis de que la enzima arginasa podría constituir un blanco interesante para el desarrollo de fármacos contra la leishmaniasis. Sin embargo, esta idea no se mostró factible.
“En el trabajo anterior, demostramos que esa enzima está ubicada dentro de un orgánulo del parásito que, a su vez, está dentro de un orgánulo del macrófago. Difícilmente un compuesto químico lograría atravesar todas esas membranas y llegar al lugar en donde la arginasa se encuentra activa en cantidades suficientes como para tener un efecto biológico”, comentó.
Por estar situados en el citoplasma del macrófago, los microARNs miR-294 y miR-721 parecen constituir blancos más prometedores, a juicio de la investigadora.
Para avanzar en esta comprensión, según Floeter-Winter, el próximo paso consiste en repetir o experimento empleando macrófagos de un linaje distinto de ratones.
“Inicialmente usamos un linaje llamado BALB/c, que es susceptible a la infección por Leishmania. Ahora emplearemos macrófagos del linaje Black-C57, que es resistente al parásito. Pretendemos ver en ese contexto qué ocurre con la expresión de microARNs luego de la infección”, afirmó.
El grupo pretende repetir también el experimento valiéndose de un linaje de macrófagos humanos, además de efectuar pruebas con otras especies de Leishmania, tanto las causantes de la forma tegumentaria (tal como L. major y L. braziliensis, por ejemplo), como la forma visceral (L. infantum y L. donovani, entre otras).
“Inicialmente tomamos una fotografía más amplia de esta interacción entre el parásito y el macrófago. Ahora será necesario detallar qué sucede caso por caso”, dijo.
(Fuente: Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo)