Investigadores de la UCA advierten de la relación existente entre el estilo de vida y la fragilidad cognitiva en personas mayores

28/11/2023

Un estudio, liderado por las investigadoras Cristina Casals, de la Universidad de Cádiz, y María Ángeles Vázquez, de la Universidad de Málaga, ha analizado los factores de salud asociados a la fragilidad cognitiva en personas mayores de 65 años. El estudio parte de la idea de que la fragilidad cognitiva unifica fragilidad física y deterioro cognitivo leve en personas mayores y que está asociada con un elevado riesgo de resultados adversos para la salud, incluyendo depresión, caídas, hospitalización, disfunción e incluso mortalidad prematura.

Para la puesta en marcha de este trabajo de investigación, que forma parte del proyecto ‘FRAGSALUD’, ha sido necesaria la participación de 233 personas mayores de 65 años (aunque la edad media de los participantes fue de 75 años) como voluntarios. Las personas involucradas en este estudio fueron evaluadas y clasificadas como frágiles o con riesgo de fragilidad, y proporcionaron a los investigadores detalles sociodemográficos, de deterioro cognitivo, niveles de actividad física e inactividad, sueño, función física, estado nutricional y de calidad de vida, lo que ha permitido tener un perfil muy concreto de cada uno de ellos.

Este trabajo, que se ha realizado en línea con la tesis doctoral del investigador de la UCA Juan Corral Pérez, muestra que el 23,6% de los participantes presentaban fragilidad cognitiva. “Hemos observado que la fragilidad cognitiva se asocia significativamente a la edad avanzada, un mayor número de caídas en el año anterior y la dependencia de un dispositivo de movilidad para caminar”, como explican desde la Universidad de Cádiz. Asimismo, “los individuos con fragilidad cognitiva eran más propensos a experimentar agotamiento durante la semana” y “tenían un mayor tiempo de inactividad”. Por tanto, los investigadores recomiendan reducir el tiempo sedentario y realizar actividades placenteras y de ocio.

Asimismo, las jóvenes investigadoras de la UCA, Laura Ávila Cabeza de Vaca y Andrea González Mariscal, han señalado que “la edad sigue siendo un factor clave asociado con el deterioro cognitivo de la población más mayor. Sin embargo, nuestros resultados también arrojan luz sobre varios factores que pueden ser modificables y sobre los que podemos actuar de forma preventiva”. Es decir, la actividad física y el estado nutricional se identifican como importantes factores modificables asociados con la fragilidad cognitiva. De hecho, los niveles diarios de actividad física moderada pueden ser un factor protector contra la fragilidad cognitiva, enfatizando la importancia de incorporar esta actividad de forma regular en las estrategias preventivas y de gestión.

Asimismo, “podemos destacar que determinados parámetros psicológicos analizados, como el agotamiento y la fatiga autodeclarados, junto con los indicadores de fragilidad física, como la fuerza de prensión de la mano, son factores de riesgo para la fragilidad cognitiva a tener en cuenta de ahora en adelante”. Con ello, “al centrarnos en el estado nutricional, la calidad de vida y la actividad física, y teniendo en cuenta los factores psicológicos, las intervenciones sanitarias pueden tratar de mitigar el riesgo y el impacto de la fragilidad cognitiva en el bienestar general y la independencia de las personas mayores”, como concluye el artículo multidisciplinar con la colaboración de tres enfermeras de atención primaria.

Este trabajo, publicado en la revista Frontiers in Aging Neuroscience, ha sido coordinado por los investigadores de la UCA del grupo ExPhy, Juan Corral–Pérez y Cristina Casals, y por la investigadora de la UMA, María Á. Vázquez-Sánchez, y en él han participado también las investigadoras Laura Ávila-Cabeza-de-Vaca, Andrea González-Mariscal, Ildefonsa Martínez-Zaragoza, Francisca Villa-Estrada y Remedios Reina-Campos.

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