La calidad en ecografía digestiva: un aspecto que urge consensuar

La elaboración tras la exploración de un informe ecográfico que incluya de forma sucinta la información relevante mejora la atención al paciente. El informe ecográfico es un documento legal y su información debe ser transmitida de una forma adecuada: el informe debe ser detallado, objetivo y comprensible y usar una terminología estandarizada. El denominado “informe ecográfico estructurado” es un modelo de informe que cumple con los anteriores requisitos y se basa en el uso de plantillas predefinidas y adaptadas al tipo de exploración que incluyen los aspectos relevantes a examinar y facilitan la sistemática de exploración (18,19).

El proceso de elaboración de una ED requiere la participación del paciente y la habilidad del ecografista. Para realizar una EAC es importante que el paciente esté en ayunas y que sea colaborador. Para realizar determinadas exploraciones, como un doppler o una elastografía hepática, el paciente debe, además, permanecer en reposo en la camilla al menos diez minutos. Por tanto, antes de iniciar la ED deberíamos verificar que el paciente está informado, que la exploración no le plantea dudas y que la preparación es adecuada. En caso de ecografía contrastada es preciso descartar alergias y para llevar a cabo cualquier tipo de intervencionismo hay que conocer el consumo de antiagregantes, antiinflamatorios o anticoagulantes y verificar que el consentimiento informado está firmado por el paciente y el médico (20).

La sistemática de exploración y un adecuado barrido con el transductor nos permiten evaluar de una manera ordenada los órganos y vísceras abdominales para logar una EAC. La exploración dirigida clínicamente a través del motivo de petición y/o la anamnesis del paciente incide directamente en la toma de decisiones del clínico. En primer lugar, el motivo de la petición dirige la búsqueda activa de signos ecográficos específicos como, por ejemplo, los signos directos e indirectos de hepatopatía crónica (21). Esta búsqueda dirigida nos ayuda a que el diagnóstico ecográfico sea útil e incluso aporte valor pronóstico. Así, en el caso de la hepatopatía crónica, no es lo mismo detectar una hepatopatía sin HTP (hipertensión portal) que con HTP o incluso signos de mal pronóstico como el “flujo lento” de la vena porta (22-25). Cuando dirigimos la exploración mediante el interrogatorio del paciente podemos implementar, además, cambios en el manejo del paciente. Así, si el motivo de la petición ha sido “dispepsia” y el paciente nos cuenta una epigastralgia de reciente comienzo (26), un síndrome consuntivo o presenta una diabetes mellitus sin factores de riesgo (27), el objetivo de nuestra exploración debería ser descartar una neoplasia maligna de páncreas. En este caso, si al realizar la ecografía nos encontramos claramente con una masa de aspecto ecográfico maligno, habremos alcanzado nuestro objetivo (28), pero si, por el contrario, no hubiera sido posible evaluar la celda pancreática por interposición de gas o solo se hubieran detectado signos indirectos de patología pancreática, deberíamos asumir que la exploración es deficiente (29). Por tanto, la orientación clínica de la ED nos permite llevar a cabo un diagnóstico ecográfico útil para la toma de decisiones o, por el contrario, nos obliga a un cambio de manejo. Es decir, el resultado de nuestra exploración ecográfica será efectivo si responde a las necesidades asistenciales del paciente; el resto de hallazgos deberían ser considerados como incidentales.

La ecografía se define como una técnica barata, accesible y sin efectos secundarios, pero con el inconveniente de ser “dependiente del operador” (30). Esta es una frase que se repite en textos y artículos radiológicos y que, en cierta forma, lastra a la ecografía y es injusta, ya que el resultado de una tomografía axial computarizada (TAC), por ejemplo, no va a depender de quién la realice pero sí de quién la informe. Para minimizar la dependencia del operador hay que seguir los consensos preestablecidos si queremos evitar la variabilidad innecesaria. De esta forma, mediremos, por ejemplo, la vena porta al cruce con la arteria hepática en respiración suspendida suave (31) o el diámetro bipolar/ área del bazo en un corte que pase por el hilio esplénico (32). Así, estas mediciones serán reproducibles por otros ecografistas. Además, siempre que sea posible, asociaremos al modo B otro modo ecográfico (doppler, contraste, elastografía) que pueda dar valor, complemente la información y aporte objetividad a la escala de grises.

Una ED de calidad debe reportar adecuadamente la información. Para ello, es necesario elaborar un informe que incluya la descripción detallada de los hallazgos ecográficos y, siempre que sea posible, un diagnóstico ecográfico (33,34). El informe debe contener también una selección de las imágenes más representativas, ya que complementan el informe escrito y sirven de guía comparativa en el seguimiento. Además, el paciente debe ser adecuadamente informado y dirigido si nuestro informe implica un cambio en el proceso diagnóstico, contactando con el peticionario, tratando de adelantar la cita o incluso solicitando, en función de la disponibilidad de nuestro centro, otra técnica de imagen.

Sabemos que la asistencia sanitaria en sí misma implica en mayor o menor medida un riesgo para el paciente. La realización de procedimientos invasivos guiados por ecografía puede conllevar un riesgo asociado con el daño o el potencial de daño, cuya identificación y/o seguimiento es fundamental para la aplicación efectiva de programas de mejora de la seguridad. Para ello, es necesario que registremos los efectos adversos que se ocasionan durante el procedimiento y/o tras abandonar la UED (35,36). La finalidad de este registro no solo es el conocimiento del tipo y la transcendencia de los eventos adversos, sino la implementación de medidas preventivas.

Finalmente, la medición de la calidad asistencial no puede darse por completa sin evaluar la calidad percibida por los

pacientes, familiares y allegados, así como su satisfacción con la atención recibida. En este sentido, es necesario disponer de sistemas proactivos que permitan medir periódicamente la satisfacción a través de encuestas de opinión y del seguimiento de las reclamaciones que en el ámbito de la ED se puedan producir.

En resumen, es necesario que potenciemos de una vez por todas la ED como disciplina clave en el proceso diagnóstico de las enfermedades digestivas, considerando la calidad como el elemento estratégico en el que se fundamenta la transformación y mejora de nuestras UED y, en definitiva, de nuestros SAD. Si disponemos de UED dotadas de una estructura y unos recursos adecuados, seremos capaces de realizar ED de calidad, pero para ello son necesarios criterios y estándares de calidad acordes con los requerimientos actuales en Gastroenterología. Es preciso que entendamos la ED como un proceso (37) para conseguir un resultado que satisfaga plenamente las necesidades e implique un mínimo riesgo para el paciente (38,39). En este sentido sería muy útil redactar protocolos ecográficos de patologías digestivas frecuentes, en las que la ecografía es fundamental para su diagnóstico y/o manejo clínico, y asegurar así la calidad del proceso clínico y de los resultados. No obstante, una ED de calidad requiere no solo eliminar la variabilidad innecesaria sino potenciar nuestra capacidad de innovación y de mejora continua a través de la investigación básica y aplicada. Hay que hacer un esfuerzo por definir indicadores de calidad (Tabla 1) que nos permitan evaluar nuestras ED para identificar áreas de mejora e implementar cambios en la estrategia (40) al igual que se ha hecho con otras técnicas de nuestra especialidad como la endoscopia digestiva (41,42).

Tabla 1. Propuesta de indicadores de calidad en ED

Eva Marín-Serrano

Servicio de Aparato Digestivo. Hospital La Paz. Madrid

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