La fragilidad más frecuente en personas de edad avanzada con un mayor consumo de azúcares añadidos en su dieta
Las personas mayores que consumen un alto nivel de azúcares añadidos en su dieta tienen más riesgo de fragilidad, según un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition. Se trata de un estudio sobre 1.973 adultos mayores españoles, realizado en el Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), CIBERESP e IMDEA Alimentación.
El síndrome de fragilidad asociado a la edad es el resultado de la pérdida de reserva funcional y tiene entre sus fundamentos fisiopatológicos la insuficiente masa muscular. Las consecuencias de padecer fragilidad son más caídas, más discapacidad, hospitalizaciones o ingresos en residencias, así como muerte prematura.
Estudios previos habían asociado el consumo dietético de bebidas azucaradas y de azúcares añadidos con mayor probabilidad de sufrir obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Asimismo, se sabía que la dieta influía en el desarrollo del síndrome de fragilidad, pero se desconocía el papel específico que desarrollaban los azúcares añadidos en la aparición de este síndrome.
Los resultados han demostrado que los participantes que consumían más de 36 gramos al día de azúcares añadidos desarrollaban el síndrome de fragilidad con una frecuencia dos veces mayor que aquellos que consumían menos de 15 gramos al día de dichos azúcares.
Los componentes del síndrome de fragilidad más relacionados con el consumo de azúcares añadidos son la baja actividad física y la pérdida de peso no intencional. Esta asociación se ha observado al estudiar los azúcares añadidos por la manipulación o procesado de los alimentos, pero no al estudiar los azúcares simples presentes de forma natural en los alimentos.
Desde la SEGG insistimos en la importancia de llevar una dieta mediterránea basada en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, semillas, nueces y aceitunas; así como el consumo moderado de pescado, el aceite de oliva como principal fuente de grasas, bajas cantidades de productos lácteos, pocas carnes rojas y procesadas, y cantidades bajas a moderadas de vino con las comidas.
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