La leche materna, fuente para posibles nuevos fármacos

30/4/18

Investigadores argentinos lograron aislar una bacteria que contiene la leche de una madre, con potencial antiinflamatorio. Ahora, el grupo busca crear tratamientos para distintos problemas.

Un equipo de investigadores e investigadoras del Instituto de Lactología Industrial -INLAIN- en CONICET, aisló una cepa del género Bifidobacterium de leche materna de una mamá que contiene propiedades desinflamatorias intestinales. Ahora, el equipo trabaja a la par de una empresa para colocar el componente en un compuesto para que sea accesible en las farmacias como complemento para fortalecer el sistema inmune. La leche materna tiene bacterias que la mamá transfiere al bebé e impactan en su sistema inmune. A partir de esa apreciación, los investigadores comenzaron a explorar qué microrganismos tenía la leche en la región y si había alguno que potencialmente era posible de utilizar para desarrollar alimentos probióticos, en provecho del trabajo de selección que ya hizo la naturaleza en las la madres y definir qué bacteria pasa al bebé, y cual no. 

Así fue que en 2008, a partir de un trabajo de grado de la investigadora Florencia Zacarías en el INLAIN, el grupo de investigación buscó bacterias en leche materna proveniente de donantes locales y aisló varias cepas con resultados más que alentadores: Encontraron una cepa del género Bifidobacterium muy resistente y que además, podía deshidratarse. Con aquella cepa, Patricia Burns -otra integrante del equipo- fue al Instituto Pasteur – Lille (Francia), donde logró observar la capacidad antiinflamatoria de este microorganismo a nivel intestinal. “Allí se hizo el estudio de inflamación, es un modelo de colitis aguda y crónica; y se vio que la bacteria protegía a los animales contra la inflamación, ventaja que no lo tenían aquellos que no consumían la cepa” cuenta hoy Patricia Bruns. 

El trabajo fue publicado en la revista de alto impacto del grupo Nature y logró la atención de un grupo empresarial francés, PiLeJe, que actualmente se encarga de desarrollar cultivos probióticos como suplementos dietarios. Ahora el equipo trabaja a la par de la empresa para colocar el componente en un compuesto para que sea accesible a todo el mundo en las farmacias como complemento para fortalecer el sistema inmune. A través de la gestión de las Gerencia de Vinculación Tecnológica del CONICET, esta cepa fue cedida en préstamo, mediante un acuerdo de transferencia de material biológico, al grupo francés en 2018. 

En caso de que el material elaborado sea trasferido a Francia, el derecho a utilizarlo es para Argentina, de modo tal que no solo sea un negocio para la empresa y CONICET, sino que también llegue a la región mediante un programa social. En esta dirección el equipo piensa que ha llegado a dar sus primeros pasos junto a instituciones, gastroenterólogos, nutricionistas y asistentes sociales. 

Los probióticos son bacterias benéficas, microorganismos vivos, que, en cantidades suficientes en el intestino, pueden alterar positivamente la flora o microbiota intestinal. Para que el sistema inmune del intestino funcione, es necesario que tome contacto periódico con microorganismo, pero este contacto se ha ido perdiendo por muchas razones: por una lactancia materna corta, por el parto por cesárea, por el abuso de antibióticos, o porque nos criamos en condiciones estériles. Cuando a edad temprana no se establece una buena microbiota intestinal, sino una “aberrante”, es decir, que da una respuesta inflamatoria, aparecen las consecuencias. 

“Esa condición, con el tiempo, colabora con el desarrollo de enfermedades autoinmunes, alergias, obesidad. Entonces la idea es volver a consumir microrganismos que son benéficos para la salud y esto no es nuevo, hace 15 a 20 años la industria alimenticia ha incorporado leches fermentadas y yogures con probióticos”, señala Gabriel Vinderola.

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