La mejor postura: colocar a los pacientes boca abajo ayuda a combatir a la COVID-19

MIÉRCOLES, 6 de mayo de 2020 (HealthDay News) — Un nuevo análisis sugiere que quizá haya una técnica sencilla y no invasiva que podría retrasar, o incluso eliminar, la necesidad de ventilación en los pacientes con COVID-19.

Se conoce como “pronación”. Y parece ser sorprendentemente efectiva para mejorar los niveles de “saturación de oxígeno en la sangre” entre los pacientes con COVID que luchan con unos niveles demasiado bajos (lo que se conoce como hipoxia).

“La pronación básicamente consiste en dar la vuelta al paciente y colocarlo sobre su estómago o de lado mientras está acostado”, explicó el autor del estudio, el Dr. Nicholas Caputo, jefe asociado del departamento de medicina de emergencias de New York City Health and Hospitals/Lincoln Medical and Mental Health Center.

¿Cómo funciona? Por la gravedad, afirmó Caputo. “Tiene un sentido anatómico”, anotó, “porque cuando su cuerpo está en paralelo con el suelo, todos los órganos yacen como la ropa en un tendedero. Entonces, al ponerlo boca abajo o de lado se abren áreas, como los pulmones, que de lo contrario estarían comprimidas cuando usted está de espaldas”.

Pero durante el ataque inicial de la pandemia del coronavirus, la pronación no era una intervención preferida, anotó Caputo. En vez de ello, los pacientes de EE. UU. con una saturación de oxígeno en la sangre muy baja (que a veces se observa junto con una respiración anómala rápida y superficial, y unas radiografías preocupantes) con frecuencia se ponían en ventiladores.

Hablando en general, los ventiladores mecánicos, aunque son invasivos, pueden salvarle la vida a los pacientes que no pueden respirar por su cuenta, apuntó Caputo.

¿El problema? “Los médicos de emergencias sabían que si intubábamos a todo el mundo nos íbamos a quedar sin ventiladores en unos pocos días”, anotó. “Y también había datos iniciales de Europa que mostraban que había una tasa de mortalidad muy alta entre los pacientes con COVID en ventilación”.

De hecho, esta última preocupación fue respaldada por hallazgos recientes de unos 2,600 pacientes con COVID en el Sistema de Salud de Northwell Health, en la ciudad de Nueva York. El estudio encontró que si bien la tasa general de muerte era de un 21 por ciento, se disparó a un 88 por ciento entre los que fueron colocados en ventiladores.

El otro giro fue que muchos de los pacientes con COVID llegaron a emergencias con una saturación de oxígeno en sangre muy baja, pero por lo demás funcionales. No tenían ninguna de las señales de dificultad respiratoria que se prevé que generen unos niveles bajos de saturación de oxígeno en sangre. Esto planteó preguntas adicionales respecto a si una ventilación rápida era la mejor forma de gestionar a estos “hipoxémicos felices”.

“Sabíamos que algo no iba del todo bien”, dijo Caputo, “y queríamos averiguar qué podíamos hacer para evitar que los pacientes recibieran ventilación en primer lugar”.

Entre el 1 de marzo y el 1 de abril, Caputo y su equipo se dedicaron a evaluar la efectividad de la pronación como medio de elevar los niveles de saturación de oxígeno en sangre y de detener un empeoramiento de los síntomas entre 50 pacientes adultos con COVID-19.

Todos tenían hipoxia, con unos niveles de saturación de oxígeno en sangre por debajo del 90 por ciento. Los niveles de saturación de oxígeno en sangre se registran mediante un dispositivo que se engancha a un dedo, llamado oxímetro de pulso, y una lectura normal es de entre un 95 y un 100 por ciento.

Más de tres cuartas partes de los pacientes (un 80 por ciento) también tenían dificultades con una respiración anómalamente rápida y superficial, y un 44 por ciento ya recibían oxígeno suplementario antes de acudir a emergencias.

Se administró oxígeno suplementario a los que aún no lo recibían. Pero aunque esos pacientes mejoraron un poco, los 50 seguían teniendo dificultades con unos niveles de saturación de oxígeno en sangre peligrosamente bajos, de entre un 75 y un 90 por ciento.

Entonces, Caputo y su equipo recurrieron a la pronación. “No los movimos nosotros”, anotó. “Hicimos que los pacientes se pusieran en posición prona ellos mismos”.

¿El resultado? Tras apenas cinco minutos de pronación, los niveles de saturación del oxígeno en sangre volvieron a una media casi normal, del 94 por ciento. Y, al final, más o menos tres cuartas partes de los pacientes no tuvieron que ser puestos en un ventilador.

Aun así, alrededor de una cuarta parte de los pacientes al final no lograron recuperar una saturación de oxígeno en sangre normal, y esos 13 pacientes tuvieron que ser intubados en un plazo de 24 horas tras la admisión al hospital.

“Además, este estudio fue observacional”, enfatizó Caputo, “no una investigación controlada con un grupo de comparación”. Señaló que esto hace que sea prematuro concluir de forma definitiva que la pronación evitara la ventilación y mejorara la supervivencia.

“Necesitamos más investigación”, reconoció. “Pero la pronación es un procedimiento con un riesgo tan bajo que sin duda diría que vale la pena considerarlo de ahora en adelante”.

Los hallazgos se publicaron en una edición reciente de la revista Accident Emergency Medicine.

Dos expertos que no participaron en el estudio se mostraron de acuerdo, con cierta precaución.

“Gran parte del beneficio de la pronación ha sido anecdótica”, advirtió el Dr. Armeen Poor, médico encargado de medicina de atención pulmonar crítica del Centro del Hospital Metropolitano, en la ciudad de Nueva York.

“Y aunque la saturación de oxígeno es una cifra importante, no es lo más importante del estatus clínico. Tampoco sabemos qué consecuencias o contrapartidas tiene. Por ejemplo, de cualquier forma hubo que intubar a una cuarta parte de los pacientes. ¿El retraso en hacerlo provocó algún daño?”, preguntó Poor.

“Pero diría que el riesgo de la pronación es bastante mínimo”, añadió. “Y vemos que algunos pacientes mejoran de forma sorprendente con la pronación, sin ser intubados. Entonces, si alguien está despierto y puede hacerlo, y no hace que estén más incómodos, no es poco razonable probarlo”.

El Dr. Albert Rizzo, director médico de la Asociación Americana del Pulmón (American Lung Association), se hizo eco de esa idea.

“Este ha sido un proceso de aprendizaje para todos respecto a la fisiología exacta de lo que este virus le hace a los pulmones”, anotó. “Por ejemplo, vemos que los pulmones de los pacientes con COVID-19 no son tan rígidos como vemos en general en los pacientes con neumonía. Y eso significa que la pronación podría ser una forma suficiente de aumentar el flujo de oxígeno, sin necesidad de la presión de un ventilador.

“Y poder retrasar el uso de un ventilador tiene muchas ventajas, porque en un ventilador los pacientes no pueden comunicarse”, comentó Rizzo. “E incluso el proceso de ponerlos [en un ventilador] expone a los trabajadores de la atención de la salud de primera línea a un mayor riesgo. Y sí, lamentablemente, una vez los pacientes con COVID-19 se ponen en un ventilador, muchos nunca salen. Si podemos usar la gravedad para mejorar los resultados, mucho mejor”.

https://consumer.healthday.com/espanol/infectious-disease-information-21/coronavirus-

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