La pérdida auditiva y su conexión con enfermedad de Alzheimer y demencia

JUEVES, 21 de octubre de 2021 (American Heart Association News) — La pérdida de la audición es una parte natural del envejecimiento que a nadie le gusta admitir. Pero sucede, y el hecho de ignorarla tiene un costo. Podría ponerlo en riesgo de sufrir otra temida consecuencia del envejecimiento: la demencia.

“Cuanto mayor sea la pérdida de audición, más probabilidades hay de desarrollar demencia”, afirma el Dr. Alexander Chern, otorrinolaringólogo del Hospital Presbiteriano de Nueva York.

Los estudios muestran que, ya hacia los 70 años, 2 de cada 3 adultos estadounidenses han perdido algo de audición. Sin embargo, la gran mayoría, más del 80%, no busca tratamiento. La pérdida auditiva relacionada con la edad es el mayor factor de riesgo modificable de la demencia, de acuerdo con un informe de 2020 de la Comisión Lancet sobre la prevención y la atención de la demencia. Se calcula que esta pérdida en la mediana edad representa el 8.2% de todos los casos de demencia.

Sin embargo, aún no es clara la razón de esta relación.

Al igual que existen muchas causas para la demencia, también hay muchos mecanismos potenciales que relacionan la pérdida de audición con el deterioro de la salud cerebral, dicen los expertos. Incluso, de la misma forma que con la demencia, es posible que estén operando varios factores a la vez, dijo Timothy Griffiths, profesor de neurología cognitiva de la Universidad de Newcastle en Newcastle Upon Tyne, Inglaterra.

Una posibilidad es que el mismo proceso de la enfermedad que ocasiona el deterioro de la audición también esté dañando la cognición, dice Griffiths, que es coautor de un estudio publicado en 2020 en la revista Neuron en el que se evaluaron las pruebas que relacionan ambas cosas.

Por ejemplo, los pequeños accidentes cerebrovasculares que ocasionan la demencia vascular podrían estar afectando al oído interno, dijo. Otra posibilidad es que la pérdida de audición disminuya la actividad en las regiones clave del cerebro responsables del pensamiento, lo que provoca un aumento de la neurodegeneración.

“Podría ser que el hecho de poder oír tenga un efecto potenciador en el cerebro, lo que permite procesar mejor las señales auditivas y experimentar el habla y la comunicación y la comunicación emocional”, agregó. “Menos información entrante también hace que las reservas cerebrales no estén plenas, lo cual conduce a un mayor riesgo de demencia”.

Una tercera posibilidad es que la pérdida auditiva obligue a la persona a agotar otros recursos cognitivos, dijo Griffiths.

“En un gran número de estudios se sugiere que escuchar en condiciones difíciles obstaculiza el desempeño de otras tareas que requieren atención. Es necesario hacer un esfuerzo cerebral mucho mayor para escuchar las cosas, y ese esfuerzo cerebral resta una cantidad de recursos que se podrían dedicar a otras actividades”.

Asimismo, dijo que el aumento de la actividad en la parte del cerebro responsable de escuchar en condiciones difíciles, podría desencadenar la aceleración del proceso de la enfermedad en el área cerebral responsable de la función cognitiva.

Todavía no está claro si el tratamiento de la pérdida de audición puede ralentizar o detener la progresión hacia la demencia.

“Aún no podemos afirmarlo definitivamente”, dijo Chern, coautor de una revisión de 2021 publicada en The Laryngoscope sobre la investigación de la eficacia de los aparatos auditivos para reducir el riesgo de demencia. Existen pruebas de que estos pueden proteger a las personas con pérdida de audición y deterioro cognitivo leve, para disminuir el deterioro, afirma. “Pero la información es contradictoria”.

No obstante, en el artículo de revisión de Chern se concluye que debe fomentarse el uso de los aparatos auditivos, ya que estos realmente pueden ayudar, no perjudicar, a las personas con pérdida de audición. El informe de la Comisión Lancet también recomienda el uso de aparatos auditivos para reducir el riesgo de demencia.

Según Griffiths, podría ser que los resultados mixtos se deban en parte a la gran cantidad de conexiones potenciales y pertinentes.

“Si se restablece la audición, ya no se escucha en condiciones difíciles, así que, si ese es el problema, el riesgo de demencia podría desaparecer”, afirma. Pero, si la escucha difícil está desencadenando el proceso de la enfermedad responsable de la demencia, “podría ser ya demasiado tarde”.

Aunque los investigadores aún no tienen claro por qué ocurre o cómo reducirla, afirman que existen pruebas sólidas de la relación entre la pérdida de audición y la demencia.

En los estudios longitudinales se ha demostrado que “la pérdida de audición es lo que sucede primero”, afirma Chern. Otros han llegado a la conclusión de que “cuanto más grave sea la pérdida de audición, mayor es el riesgo de demencia”.

La pérdida auditiva también puede dificultar la socialización, y se ha demostrado que el aislamiento social aumenta el riesgo de demencia en aproximadamente un 50%.

Utilizar un aparato auditivo puede reducir el aislamiento social, pero la gente se resiste a usarlos porque “existe un gran estigma percibido. Piensan que serán vistos como viejos o discapacitados”, dijo Chern.

“En realidad, es más probable que la gente piense que se es viejo si uno no puede escucharlos”.

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