La psicosis en la enfermedad de Parkinson no sólo está asociada al uso de medicamentos dopaminérgicos, sino que forma parte del proceso de la propia enfermedad
- netmd
- 8 de abril de 2024
- Neurología
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05/04/2024
Un estudio realizado por investigadores del Grupo de Investigación de Enfermedad del Parkinson y Trastornos del Movimiento del Instituto de Investigación Sant Pau, liderado por los Dres. Jaume Kulisevsky y Javier Pagonabarraga, concluyó que la psicosis asociada a la enfermedad de Parkinson (PDP), no sólo surge como complicación derivada del uso de fármacos dopaminérgicos, sino que está íntimamente relacionada con las alteraciones cerebrales provocadas por la misma enfermedad.
El estudio, que publica la revista Nature Reviews Neurology, ha identificado un patrón de atrofia cortical que incluye varias regiones cerebrales que explicarían cómo los nuevos estímulos son incorrectamente categorizados, y cómo un procesamiento predictivo jerárquico aberrante puede producir percepciones falsas que irrumpen en el flujo de la conciencia.
La psicosis asociada a la enfermedad de Parkinson es una condición que provoca ilusiones, alucinaciones y delirios asociados a más de la mitad de pacientes que padecen este trastorno neurodegenerativo. Aunque durante mucho tiempo pensaba que aparecía en fases avanzadas de la enfermedad y como consecuencia de los tratamientos, ahora se sabe que puede manifestarse desde las primeras etapas y seguir un continuum que va desde pequeñas alucinaciones hasta a alucinaciones y delirios estructurados.
El Dr. Javier Pagonabarraga, investigador principal del estudio, explica que “los pacientes de Parkinson no sólo enfrentan problemas de movilidad sino también trastornos del estado de ánimo como ansiedad, depresión y apatía. Durante el curso de la enfermedad entre el 40-60% de pacientes también pueden sufrir alucinaciones y en menor frecuencia algún episodio delirante. Las alucinaciones y delirios son una marca distintiva de la enfermedad, lo que ha impulsado la investigación hacia un modelo neurobiológico para comprender mejor estos fenómenos”.
Inicialmente, se creía que la psicosis de la enfermedad de Parkinson estaba principalmente relacionada con el uso de medicamentos dopaminérgicos. Sin embargo, los estudios de neuroimagen han proporcionado una nueva perspectiva, demostrando que esta condición se desarrolla a partir de la evolución de alteraciones cerebrales. Se ha descubierto que la disfunción combinada de diversos sistemas cerebrales, incluido el control de la atención, el procesamiento sensorial y estructuras límbicas, junto con anomalías en la red neuronal por defecto (“default mode network”) y las conexiones talámico-corticales, crean un marco conceptual para comprender cómo los nuevos estímulos pueden ser interpretados de forma incorrecta, provocando falsas percepciones que irrumpen el flujo de la conciencia. Además, esta disfunción cerebral es exacerbada por el uso de medicamentos dopaminérgicos.
El Dr. Pagonabarraga, explica que “mucho tiempo antes de que las personas experimenten alucinaciones graves, ya empiezan a tener fenómenos alucinatorios más sutiles y leves, que a menudo pasan desapercibidos. Gracias a nuestros estudios ya los de otros investigadores, ahora podemos identificar estos fenómenos en una fase más temprana, lo que nos permite intervenir y abordarlos antes de que sean graves. Es mucho mejor tratar estas manifestaciones cuando empiezan a emerger, que cuando ya se han desarrollado plenamente y hay una pérdida significativa de la conciencia de la realidad”.
Este experto detalla que la psicosis tiene dos tipos de síntomas distintos: alucinaciones -que son las más frecuentes en estos pacientes- y delirios. Se trata de una característica clínica muy propia de la enfermedad de Parkinson “que tiene un impacto muy claro en la calidad de vida e incluso se ha visto que aumenta la mortalidad, por eso, conocer las bases neurobiológicas, es decir, qué circuitos o partes del servicio son las que provocan o desencadenan que una persona tenga alucinaciones, tiene una relevancia que va más allá de la enfermedad”.
Una ventana de oportunidad
Hasta un 60% de pacientes con Parkinson presentan psicosis en algún momento de la enfermedad, pero los síntomas no comienzan de repente. Mucho antes de que las personas tengan alucinaciones graves, empiezan a tener ya fenómenos alucinatorios más sutiles más leves que muchas veces pasan desapercibidos. “Esto, de alguna manera, nos abre una ventana temporal en la que podemos incidir tratándolas antes de que evolucionen y se hagan graves. Es mucho más eficaz tratar a las cuando empiezan a manifestarse que cuando ya son graves e implican la pérdida de la conciencia de la realidad”, añade el Dr. Pagonabarraga.
Las alucinaciones menores son formas sutiles del trastorno y pueden ser principalmente de dos tipos. Por un lado, las conocidas como alucinaciones presenciales, “que es la sensación de que alguna persona está detrás de ti, por ejemplo, cerca de un hombro, aunque tú sepas que no hay nadie. El otro son las alucinaciones de pasaje, que es la sensación de que algo ocurre por los laterales de tu cuerpo. Y pasa, además, de una forma muy estereotipada: de atrás hacia delante. Los pacientes tienen la sensación de que hay algo que sucede el lateral de su cuerpo. La mayor parte de las veces dicen que es la sombra de una persona”.
Un estudio previo de este mismo grupo de investigación ya había observado que estas alucinaciones menores estaban presentes en el 40% de los pacientes con Parkinson desde su primera visita, es decir, antes de tomar cualquier fármaco que aumenta los niveles de dopamina.
El Dr. Pagonabarraga añade que cuando la enfermedad evoluciona, el siguiente paso son alucinaciones visuales estructuradas, “no en la periferia, sino en el campo visual del paciente. Ven animales, personas, pueden ver a veces caras volando como si tuvieran la silueta de una persona volante o, a veces, ven a personas alargadas con la cara indefinida y el cuerpo más definido. Otras veces pueden ver a niños pequeños, por ejemplo. Y estas alucinaciones las tienen sobre todo en su casa. Inicialmente, los pacientes las ven, pero saben que no son verdad y les genera algo de inquietud. Pero si no tratamos y no hacemos nada, tienden a progresar hacia formas más graves donde las ven con mucha mayor frecuencia y ya no son conscientes de que son falsas. Entonces es cuando sí generan mucha agitación, preocupación, angustia que debe tratarse con fármacos que tienen un efecto negativo en la evolución de la enfermedad y en la mortalidad de los pacientes”. Por eso resulta importante empezar a tratar la psicosis de forma precoz.
Estos hallazgos no sólo proporcionan una mejor comprensión de la psicosis en la enfermedad de Parkinson, sino que también abren la puerta a nuevas estrategias terapéuticas que podrían mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes afectados.