Las enfermedades respiratorias del adulto mayor en Chile: un desafío a corto plazo

RESUMEN

Chile sufre un envejecimiento acelerado de su población, por lo que la cantidad de adultos mayores se ha duplicado en los últimos veinte años. Las enfermedades crónicas no trasmisibles, entre ellas el asma bronquial y EPOC, como lo ha señalado la Organización Mundial de la Salud, aumentarán su peso sanitario relativo y por ende requerirán de equipos médicos capacitados en su manejo. Al mismo tiempo, en nuestro país se aprecia una reducción de la tasa de neumonías incluyendo a los grupos etarios más avanzados. Existen diferentes factores favorecedores de las infecciones respiratorias bajas que deben ser considerados en la prevención de estos cuadros; sobresaliendo los trastornos de la deglución, las rinopatías crónicas y factores asociados a la inmunosenescencia. Se enfatiza el valor de la inmunoprevención en esta edad y la necesidad de definir estándares de calidad para lograr impacto sanitario y mejoría de la calidad de vida de nuestros adultos mayores.

INTRODUCCIÓN

La distribución demográfica de la población chilena está cambiando en forma acelerada tal como lo ha demostrado en forma preliminar el censo nacional de 2017. En él, se observa un aumento progresivo del grupo de personas mayores tal como sucede en la mayoría de las sociedades desarrolladas. El grupo mayor de 65 años ha llegado a constituir el 11,4% de los 17.574.014 habitantes censados, lo que representa prácticamente el doble de los censados el año 19921. El índice de envejecimiento (relación porcentual entre sujetos de 65 años y más y los menores de 15 años) ha aumentado de 22,3% el año 1992 hasta 56,8% en el último censo.

La Segunda Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez 2010 (SENAMA-UC) mostró que el 25% de los chilenos mayores de 65 años encuestados señalaban que en el último año habían presentado tos persistente o ahogos, 12,3% padecían de EPOC y 11% sufría de asma bronquial.

Las enfermedades respiratorias (ER) están consideradas a nivel mundial, entre las principales causas de discapacidad severa de los adultos mayores (AM), superando incluso a las producidas por los accidentes cerebrovasculares. Esto no es diferente en nuestro país, donde las ER poseen además un considerable peso sanitario en este grupo etario. De las hospitalizaciones totales de 2002 el grupo mayor de 65 años constituía el 16,7%. Al considerar sólo las hospitalizciones por causa respiratoria (J00-J90) ya ese año, el grupo de adultos mayores mostraba un exceso comparativo del 40%. El año 2014 se mantenía aproximadamente el mismo número de hospitalizaciones totales en el país, pero la proporción de AM hospitalizados por cualquier causa se había elevado a un 20%. La proporción de ese grupo hospitalizado por causas respiratorias se elevó hasta un 30% del total.

Entre los años 2000 y 2010 se ha evidenciado a nivel nacional un aumento de la tasa de mortalidad de los mayores de 65 años, atribuida a las enfermedades bronquiales obstructivas (CIE 10 J40-J47), siendo este incremento aún más significativo en el grupo femenino que casi triplicó la tasa de los hombres por estas mismas causas2. Situación inversa ha sucedido con los fallecimientos por neumonía, que han disminuido su tasa en este período desde 324/100.000 habitantes el año 2000 hasta 222/100.000 el 2010. Es decir, en nuestro país el impacto de las enfermedades respiratorias depende fundamentalmente de las enfermedades crónicas, con una disminución significativa del impacto de las infecciones.

En general al atender a los adultos mayores, se tiende a considerar principalmente su edad cronológica sin evaluar sus alteraciones funcionales, ni sus comorbilidades y menos aún sus propios deseos. Posiblemente por ello la comunidad médica conserva aún una actitud pesimista sobre el pronóstico de la mayoría de los padecimientos de los ancianos. En un estudio efectuado en pacientes portadores de EPOC hospitalizados en Unidades de Terapia Intensiva del Reino Unido3, se demostró la existencia de una gran discrepancia entre el pronóstico de sobrevida a seis meses estimada por los médicos y la acaecida en la realidad durante su seguimiento. Se evidenció en esta observación, que la edad como factor aislado, poseía poca significación entre las diferentes variables que podían determinar la sobrevida de estos pacientes después de su estadía en la UTI.

Una proporción importante de las enfermedades respiratorias de los adultos mayores se asocia a los riesgos inhalatorios a los que los individuos han estado expuestos durante su vida, sobresaliendo entre ellos el hábito tabáquico, la contaminación ambiental, las infecciones respiratorias durante la infancia y los contaminantes de origen laboral. Estas condiciones, muy frecuentes en nuestras comunidades, asociadas a las comorbilidades tan propias de este grupo etario, pueden explicar la importante carga sanitaria que causa la tercera edad4. Debe considerarse también en las enfermedades de este grupo, el deterioro fisiológico del aparato respiratorio, la existencia de una alta frecuencia de síntomas respiratorios crónicos en la población general y el aumento proporcional de la mortalidad respiratoria que se observa en los individuos de edad avanzada en comparación con los jóvenes5. Las razones mencionadas hacen necesario conocer el comportamiento de las enfermedades respiratorias en el adulto mayor, sus características clínicas y los requerimientos sanitarios que ellos determinan y así evitar errores clínicos, que se producen al utilizar datos obtenidos de poblaciones jóvenes, extrapolándolos a las personas de la tercera edad6.

Debe agregarse a la multimorbilidad asociada a la edad, la existencia de una condición propia de la edad avanzada no frecuentemente evaluada, la inmunosenesencia que dificulta aún más el manejo de las enfermedades respiratorias en el grupo geriátrico y que ha obligado a investigar para ellos, estrategias diferentes para el manejo de las enfermedades inmunoprevenibles7. Durante el envejecimiento se modifican tanto la inmunidad innata como la adquirida, contribuyendo a explicar, a lo menos parcialmente, la mayor frecuencia de enfermedades infecciosas, autoinmunitarias y tumorales tan propias de esta etapa de la vida.

El envejecimiento acelerado sufrido en los últimos años por la población, ha determinado un desplazamiento de las afecciones respiratorias infecciosas por las enfermedades crónicas no transmisibles, influyendo en el deterioro de la calidad de vida, la carga sanitaria y en las cifras de mortalidad de nuestro país. En la Figura 1 se compara la mortalidad por neumonía y enfermedades respiratorias crónicas en el último decenio).

Figura 1 Comparación de la mortalidad por neumonía y enfermedades respiratorias crónicas (ERCr) en el período 2000-2010. Departamento de Estadísticas e Información de Salud (NAC). Ministerio de Salud, Chile. 

Ricardo Sepúlveda M.* 

*Profesor titular, Facultad de Medicina, Universidad de Chile

Para descargar la investigación completa haga clik a continuación:

https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-73482017000400303&lng

=es&nrm=iso&tlng=es