Los anticuerpos se desvanecen en unas semanas tras una COVID-19 leve, encuentra un estudio
- netmd
- 3 de agosto de 2020
- Alergología e Inmunología Clínica
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MIÉRCOLES, 22 de julio de 2020 (HealthDay News) — Las esperanzas de una protección robusta y a largo plazo con anticuerpos tras sufrir la COVID-19 se han visto mermadas por un nuevo estudio, que encuentra que la protección quizá solo dure unos pocos meses.
Aun así, los expertos anotaron que el sistema inmunitario tiene más de una forma de defenderse de los virus con los que ya se ha encontrado, de forma que los hallazgos no destruyen la esperanza de una vacuna.
“La infección con este coronavirus no necesariamente genere inmunidad de por vida”, declaró a Associated Press el Dr. Buddy Creech, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville.
Pero los anticuerpos son solo una parte del armamento del sistema inmunitario, añadió Creech, que no participó en la nueva investigación.
El estudio se publicó en la edición del 21 de julio de la revista New England Journal of Medicine. Los investigadores, dirigidos por el Dr. Otto Yang, de la Universidad de California, en Los Ángeles, buscaban determinar la “vida media” de los anticuerpos generados por el contacto con el nuevo virus SARS-CoV-2. Vida media significa el tiempo que la mitad de los anticuerpos tardan en desaparecer.
El grupo de Yang tomó muestras de sangre de 34 personas que se habían recuperado de un caso leve de la COVID-19. De ellos, 20 eran mujeres y 14 hombres, y tenían una edad promedio de 43 años.
Basándose en las pruebas sanguíneas recolectadas hasta 119 días tras el inicio de los síntomas, los investigadores dijeron que la vida media de los anticuerpos vinculados con la infección con el SARS-CoV-2 era de apenas 36 días, poco más de un mes. A ese ritmo, los anticuerpos desaparecerían por completo en más o menos un año.
Es una “[tasa] de pérdida de anticuerpos más rápida que la que se reportó con el SARS-CoV-1”, el coronavirus responsable del brote de SRAS en 2003, anotaron los investigadores.
“Nuestros hallazgos plantean preocupaciones de que la inmunidad humoral [que se encuentra en los fluidos del cuerpo] contra el SARS-CoV-2 quizá no sea tan duradera en las personas con una enfermedad leve, que conforman la mayoría de las personas con COVID-19”, plantearon.
“Como los coronavirus que causan el resfriado común, el nuevo coronavirus no parece proveer una inmunidad basada en anticuerpos duradera durante un periodo largo”, lamentó el Dr. Amesh Adalja, experto sénior del Centro de Seguridad de la Salud Johns Hopkins, en Baltimore.
Pero eso no necesariamente significa que la inmunidad haya desaparecido, añadió, dado que el sistema inmunitario humano cuenta con otros recursos.
“Está por verse si estos individuos se pueden reinfectar, y si es así, cómo es el curso clínico, ya que la inmunidad de las células T también es un factor importante a tener en cuenta”, comentó Adalja, que no participó en el nuevo estudio.
Las células T son un componente distinto de lo que se conoce como el sistema de inmunidad adaptativa. Ayudan a luchar contra la infección de varias formas, incluyendo al matar directamente a las células infectadas.
Por su parte, Creech se mostró de acuerdo en que tan solo porque los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 tengan una vida media relativamente corta no significa que las personas pierdan la capacidad de luchar contra la infección recurrente.
Explicó a AP que los anticuerpos son proteínas producidas por las células B del sistema inmunitario, que ayudan a reconocer y a destruir a las células infectadas con un virus. Cuando un nuevo virus se encuentra por primera vez, unas formas más generalizadas de anticuerpos se producen con rapidez, pero su especificidad contra el virus se vuelve cada vez más precisa con el paso del tiempo.
Las células B también desarrollan un tipo de memoria sobre cómo generar esos anticuerpos precisos si un virus aparece de nuevo en el cuerpo.
“Serían llamadas a la acción muy rápidamente cuando haya una nueva exposición al virus. Es como si estuvieran desactivadas, esperando”, dijo Creech. Las células T también están esperando, y son capaces de montar una batalla distinta contra las células infectadas, apuntó.
¿Qué pasa con las esperanzas de una vacuna?
Los esfuerzos por encontrar una vacuna efectiva siguen siendo válidos, dijo Creech, porque el ataque altamente dirigido de una vacuna contra los virus en realidad supera al del sistema inmunitario natural.
“Esto no debe evitar que busquemos una vacuna”, añadió Creech. “Los anticuerpos solo son una parte de la historia”.