Los dispositivos wearables identifican mejor los ictus criptogénicos que la monitorización clínica

12-01-2022
La investigación en la Cleveland Clinic anima a encontrar una causa plausible para el Ictus Criptegénico (IS), o misterioso, cuya principal dificultad radica en su carácter transitorio o reversible, al margen de que afecte cada año a más de 400.000 personas en la Europa Occidental.

A diferencia de los infartos de miocardio o los casos de enfermedad vascular periférica, mucho más claros en su etiología, entre el 25 y el 30% de los ictus que se producen son considerados criptogénicos porque no se llega a saber a ciencia cierta su causa.

Según los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, este tipo de ictus es parte de la enfermedad pro estrés inducido por la enfermedad cerebrovascular. Aunque su causa primaria no se conoce en primera instancia, parece que tiene mucho que ver embolismos paradójicos en las venas ascendentes a través del foramen oval permeable (FOP) por fibrilación auricular paroxística, enfermedad valvular cardíaca o aneurisma del tabique auricular. Donde la principal causa vascular de estos ictus de generación ignota son las placas aórticas complejas y la enfermedad de Fabry.

Generalmente, el tratamiento del ictus, una vez que se produce, depende del problema que haya afectado al flujo sanguíneo en el cerebro. Sin embargo, existen casos en que la causa no se manifiesta de una forma evidente y se puede hablar de un origen desconocido o criptogénico del accidente cerebrovascular.

Resolver este misterio médico supone una importante carga de frustración para clínicos e investigadores y mueve a la ciencia a ensayar nuevos métodos de detección y tratamiento. Como explicó recientemente la doctora Irene Katzan, neuróloga vascular de la Cleveland Clinic, acabar con el enigma del istus criptogénico es parte del esfuerzo común que debe conducir a prevenir este problema de salud y su importante carga de discapacidad para los ciudadanos afectados cuando no deviene directamente en muerte, fundamentalmente de mujeres.

Los ictus isquémicos, que suponen el 85% de todos los que se producen, se deben a la obstrucción de una arteria del cerebro causada casi siempre por un coágulo. De todos ellos, alrededor del 25% pueden ser considerados criptogénicos por carecer de una causa concluyente.

Por el contrario, del 15% de todos los ictus, que son hemorrágicos, son motivados por una causa tan manifiesta como es el debilitamiento de un vaso sanguíneo que finalmente se rompe, con cese del flujo sanguíneo, la formación de un hematoma cerebral y muchas veces el fallecimiento del paciente. No habiendo lugar para hablar, por ello, de ictus hemorrágico criptogénico.

Actualmente, la investigación se aplica a descubrir terapias más efectivas mientras que los doctores tratan a los pacientes con ictus de origen desconocido con un fármaco tan común en los botiquines domésticos como es la aspirina.

El hecho de que la persona ignore muchas veces que está sufriendo un ictus, hace más necesario que nunca que la población conozca sus principales signos, según la doctora Katzan. Porque cada segundo cuenta a la hora de recibir la atención médica más inmediata, sea cual sea la causa del evento cerebrovascular. De forma que llamar al servicio de emergencias, o acudir a centros especializados en ictus, es imprescindible para que los equipos médicos puedan identificar la causa, si es posible, a la vez que se actúa en el paciente de manera inmediata.

Para la neuróloga vascular norteamericana, averiguar la causa que provoca el ictus criptogénico pasa por una evaluación exhaustiva. De forma que el nivel competencial del equipo que asiste a la persona afectada y el empeño que ponga resultan vitales.

Para rastrear la causa del ictus, generalmente, los facultativos, evalúan el estado del corazón, monitorizan el ritmo cardíaco, revisan los vasos sanguíneos en cuello y cabeza y emplean tecnologías de imagen para analizar la situación del tejido cerebral.

Estos cuatro pasos deben ser seguidos escrupulosamente por el médico a cargo y el paciente, o su familia, deben solicitar una segunda opinión, si surgen dudas al respeto o si consideran que no se ha hecho lo suficiente para conocer la razón causante del ictus.

En el caso de la población de edad avanzada, los ictus suelen ser resultado de un coágulo que viaja hasta el cerebro hasta obturar una arteria e interrumpir el riego sanguíneo, como resultado de un proceso dilatado en el tiempo. Mientras que, por el contrario, el problema puede manifestarse de forma acelerada en personas más jóvenes, cuando existe tabaquismo acusado, una dieta empobrecida o un importante abuso de drogas ilegales, sin olvidar tampoco el riesgo que suponen la alta presión arterial y los niveles elevados de colesterol.

Respecto a la fibrilación auricular (FA), caracterizada por sus latidos irregulares, puede llevar a ictus criptogénicos, con la dificultad que supone que esta condición de salud ocurra de manera intermitente o sin interrupción. Sin que sea frecuente que el accidente cerebrovascular acontezca cuando los médicos examinan a las personas.

Además de los latidos irregulares, fuertes y violentos, la FA produce la sensación de que el corazón se acelera, se produce malestar en el pecho y la persona puede experimentar aturdimiento, dificultad respiratoria, fatiga, debilidad e, incluso, desvanecimientos.

De esta realidad, la doctora Katzan extrajo que es necesaria una monitorización de al menos 14 días a las personas con FA, una vez que el ictus se ha producido. Una recomendación que no es posible a tiempo completo en los hospitales hasta que los latidos se vuelven irregulares. De manera que la solución podría estar en dispositivos wearables, mucho más útiles y menos invasivos que la monitorización clínica.

Partidaria de que la mejor medicina siempre es la prevención, Katzan recordó que hay unas pautas muy claras a la hora de prevenir el ictus. Como son practicar una alimentación saludable, mantener el peso personal controlado, hacer actividad física, evitar los niveles altos de colesterol y de tensión elevada.

Estos dos últimos factores resultan críticos y deben tener una posición crucial dentro de la estrategia terapéutica dirigida por el médico, tal como insistió.

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