Los expertos advierten de la importancia de estar alerta ante los síntomas del infarto para evitar daños irreversibles
- netmd
- 22 de febrero de 2021
- Cardiología
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10/02/2021
Es preferible llamar a los servicios de emergencias para atención en domicilio en lugar de intentar un traslado por cuenta propia al hospital.
El doctor Manuel González Correa Coordinador del Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón advierte de la importancia de estar alerta ante los síntomas del infarto para evitar daños irreversibles.
Según datos de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), tras la declaración de pandemia mundial por parte de la OMS por SARS-COV2-19 y la declaración del estado de alarma por parte del gobierno de España, se detectó una disminución preocupante del número de pacientes con sospecha de infarto —hasta el 40% en las primeras semanas de estado de alarma comparado con el periodo previo— y en el tratamiento del infarto agudo de miocardio en nuestro país.
El doctor Manuel González Correa explica que “esta reducción se debió al miedo de la población al contagio por Covid en centros hospitalarios”. En concreto, en Andalucía, señala el especialista “se experimentó una reducción de hasta el 56% de los tratamientos de cardiología intervencionista en el infarto (cateterismos), una terapia que es fundamental para el pronóstico de los pacientes. Esta situación ha casi duplicado la mortalidad hospitalaria del infarto agudo de miocardio en comparación con la prepandemia, teniendo como principal causa el mayor retraso en el tratamiento en fase aguda”.
En algunos casos el infarto se asocia a una parada cardíaca irreversible. Esta enfermedad supone la primera causa de muerte súbita cardiaca en población de más de 35 años. En el resto de los pacientes es fundamental la rapidez en instaurar los tratamientos farmacológicos e intervencionistas necesarios para restaurar el riego sanguíneo normal y cortar el daño progresivamente mayor de tejido cardiaco a riesgo, apunta el experto, ya que “el tiempo es corazón”. Además, declara que las consecuencias según el tiempo de retraso en el tratamiento o extensión del infarto van desde alteraciones del ritmo cardíaco, problemas valvulares o desarrollo de insuficiencia cardíaca crónica derivado del trastorno funcional cardíaco a consecuencia del daño sufrido en el evento agudo y su repercusión en su función como bomba de sangre del organismo.
Desde la SEC se lanzaron reiterados mensajes para concienciar a la población de que los servicios de cardiología se encuentran preparados para el tratamiento del infarto agudo y que es fundamental la llamada a emergencias domiciliarias ante la sospecha para seguir beneficiándose de tratamiento médico e intervencionista precoz que tan impacto pronóstico tiene en esta enfermedad, “ya que el factor tiempo durante la fase aguda es fundamental para el buen pronóstico de la enfermedad y secuelas de la misma”.
El especialista aclara que cuando hablamos de infarto y angina, nos estamos refiriendo a aspectos diferentes de una misma enfermedad, la cardiopatía isquémica o la enfermedad cardiaca derivada de la arteriosclerosis. Así, continúa “la angina es el ¨dolor cardiaco ̈ por un disbalance entre la necesidades sanguíneas y aporte que recibe de forma transitoria y el infarto es el ¨daño cardíaco¨ establecido por un cese completo o cuasi completo de aporte sanguíneo que deriva en muerte celular y lesión del tejido. Todo bajo el denominador común de la enfermedad arteriosclerótica. La angina se suele producir tras un esfuerzo o actividad intensa, con dolor torácico o de miembros superiores, y cesa, si cesa la actividad que lo produjo. Sin embargo el infarto, aunque cursa también con dolor opresivo en el tórax y sudoración intensa entre otros síntomas, no cesa si se detiene la actividad y puede acontecer en reposo”.
El perfil del paciente con cardiopatía isquémica es varón (70% de casos), con más de 65 años, con factores de riesgo cardiovascular — hipertensión arterial, hipercolesterolemia, tabaquismo y diabético—. Por lo general, estos pacientes presentan además sobrepeso u obesidad y un alto grado de sedentarismo. González Correa apunta que puede existir cierto componente genético de riesgo asociado, sobre todo en personas con antecedentes familiares directos de enfermedad coronaria muy precoz o población con hipercolesterolemia familiar/ genética.
Síntomas de alarma
Fundamentalmente ante un episodio de inicio brusco de dolor torácico opresivo de alta intensidad que se asocia a dificultad para respirar, sudoración importante, náuseas y vómitos, palpitaciones o pérdida de conciencia, podemos sospechar que estamos ante una patología isquémica. Una vez identificados los síntomas relatados previamente o una sensación similar los especialistas apuntan que es fundamental que el paciente cese de inmediato la actividad que está realizando y guarde reposo absoluto; llamar al servicio de emergencias sanitarias para que sea valorado en su domicilio sin dilación. “Éste es uno de los aspectos más importantes en el proceso de tratamiento de la fase aguda de esta patología”, apunta González Correa “pues algunos pacientes cometen la imprudencia de acudir por sus propios medios a los servicios de urgencias con la falsa percepción de que el cuidado llegará antes”. Conviene aclarar destaca, “que desde que se llama al servicio de emergencias el sistema sanitario es conocedor de que hay un paciente agudo que requiere ayuda y empieza a movilizarse para su atención temprana. En el caso de que el paciente decida desplazarse por sus propios medios por esa falsa percepción de que llegará antes a recibir los cuidados, el sistema es ajeno a su problema hasta su llegada a urgencias y la atención es, al final, más tardía y con implicaciones pronósticas”. Por tanto, insiste, “es fundamental activar telefónicamente a los servicios de emergencias domiciliarias”.
Por último el cardiólogo González Correa, hace hincapié en que los hospitales están dotados de protocolos seguridad tanto para el paciente, como para los profesionales que los atienden, por lo que deben acudir al especialista en caso de percibir algún síntoma repentino y no habitual de los referidos anteriormente, para evitar daños irreversibles en su corazón.