Microbiota, hábitos alimentarios y dieta en enfermedad inflamatoria intestinal
RESUMEN
La enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa corresponden a Enfermedades Inflamatorias Intestinales (EII). En la actualidad aún no se ha establecido la cura de estas enfermedades; sin embargo, se han desarrollado diversas terapias dirigidas a disminuir la inflamación de la mucosa (5 aminosalicílicos) y a disminuir la respuesta del sistema inmune (ejemplo: inmunomoduladores y tratamientos biológicos). Otro pilar de manejo de los pacientes con EII es la nutrición, esta es fundamental en el tratamiento por su capacidad de disminuir síntomas gastrointestinales. La alimentación tiene un impacto en la microbiota intestinal (MI), al asociarse la dieta occidental a un cambio en la biodiversidad de la microbiota. En este sentido, la MI podría tener un rol en la patogenia de la enfermedad, al existir una disminución de la biodiversidad y un aumento de bacterias que podrían favorecer la inflamación y generar una disminución en la producción de ácidos grasos de cadena corta. En EII, los hábitos alimentarios tienden a ser restrictivos y el estado nutricional se caracteriza por desnutrición, pérdida de masa muscular, sarcopenia, déficit de vitamina D y hierro. Por ello en periodos de remisión no se debe restringir la alimentación. En periodos de crisis, las dietas de exclusión de alimentos disminuyen los síntomas y, nutrientes específicos como las antocianinas y ácidos grasos w-3 podrían tener un efecto en la inflamación.
Generalidades de Nutrición en Enfermedad inflamatoria intestinal
El estado nutricional de los pacientes con EII se ve afectado por distintos factores, principalmente la patogenia de la enfermedad y hábitos alimentarios restrictivos. Esto conduce a que predomine un estado nutricional de desnutrición calórico-proteica, que se presenta entre un 20 a 85% de los pacientes. Si bien, la malnutrición se puede observar en ambas enfermedades (EC y CU), se encuentra con mayor frecuencia en la enfermedad de Crohn, especialmente cuando está activa, debido a la menor absorción de nutrientes, obstrucción mecánica o resecciones intestinales mayores4. Además, el aumento de requerimientos en periodos de actividad, la interacción fármaco-nutrientes y los hábitos alimentarios restrictivos, tanto en periodos de remisión como en crisis que pueden influir en la malnutrición4,5,6. Se debe evaluar el estado nutricional, monitorizar e intervenir si es necesario, ya que la desnutrición se asocia un aumento de las complicaciones post operatorias, estadías hospitalarias prolongadas, mayor necesidad de cirugía, aumento de los costos asociados y deterioro de calidad de vida7. Sin embargo, en últimos reportes también se ha observado exceso de peso en EII4, principalmente al momento del diagnóstico de la enfermedad y/o en periodos de remisión8.
El índice de masa corporal (IMC), es una forma de diagnóstico del estado nutricional, donde se evalúa la relación del peso con la estatura, al ser una medida general puede inducir a sub-diagnóstico de la desnutrición, por ello es importante realizar una evaluación nutricional completa que considere determinación de masa grasa y muscular, índice de masa libre de grasa, junto con antecedentes de variaciones del peso en el último tiempo, para poder realizar un diagnóstico integral4.
El análisis de composición corporal, en EII se presenta una disminución de masa libre de grasa o masa muscular, siendo más acentuada en enfermedad de Crohn y en periodos de actividad. Esto, al igual que el IMC, se relaciona con mayor riesgo de infecciones y aumento de mortalidad4,9. La disminución de tejido muscular junto a su pérdida de funcionalidad, se denomina sarcopenia. En EII la sarcopenia está presente en un 48,8% en personas con estado nutricional normal o exceso de peso, dado el permanente estado inflamatorio que contribuye al catabolismo proteico10, por ello es necesario buscar activamente la sarcopenia para contribuir a mejorar y evitar el deterioro del tejido muscular.
Con respecto a la masa grasa, en pacientes con EC activa existe una disminución de esta4 y se ha visto que existe una correlación negativa entre masa grasa y severidad de la enfermedad9.
Por consiguiente, se puede concluir que el IMC no es suficiente para evaluar el estado nutricional. Es necesario evaluar compartimento muscular y graso además de funcionalidad, junto con buscar activamente la presencia de sarcopenia en EII.
María Fernanda Tumani1
Carolina Pavez2
Alejandra Parada1 3
1Departamento de Nutrición, Diabetes y Metabolismo, Facultad de Medicina. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile.
2Departamento de Gastroenterología, Facultad de Medicina. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile.
3Departamento de Ciencias de la Salud, Carrera de Nutrición y Dietética. Facultad de Medicina. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile.
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Microbiota, hábitos alimentarios y dieta en enfermedad inflamatoria intestinal (conicyt.cl)