Mujer de 21 años se convierte en la receptora más joven de un trasplante de cara

24 de enero de 2019

Katie Stubblefield, una chica que perdió su cara a los 18 años, actualmente es la persona más joven en Estados Unidos en haber recibido un trasplante de cara completa.

En 2017, Stubblefield recibió el trasplante a los 21 años. Logró sobrevivir a una operación récord de 31 horas realizada en la Clínica Cleveland. De esta forma, adquirió el rostro de Andrea Schneider con el permiso de su abuela, Sandra Bennington.

Los trasplantes de cara todavía se consideran cirugía experimental. De hecho, muchas compañías de seguros no cubren este tipo de trasplantes. Stubblefield recibió el suyo gracias a una subvención del Instituto de Medicina Regenerativa de las Fuerzas Armadas estadounidenses, que normalmente brinda apoyo a los trasplantes de mano.

El trasplante de cara de Stubblefield fue el tercero de esta índole en la Clínica Cleveland, pero es el primero de cara completa que tiene lugar en dicha institución médica. Con ello, su trasplante de rostro se coloca como el número 40 en todo el mundo.

Maggie Steber, fotógrafa de National Geographic, acompañó a Stubblefield durante dos años y medio para relatar su travesía antes, durante y después del trasplante. La historia completa de la vida de Katie se convirtió en la portada del número de septiembre de 2018 de la revista, bajo el título “The Story of a Face (La historia de una cara). [Pueden adentrarse de lleno en el relato de National Geographic sobre el trasplante de Katie a través de este enlace].

Stubblefield perdió su rostro en 2014 cuando se disparó con un rifle después de que se acumularan una serie de problemas en su vida personal, entre ellos haber descubierto que su novio la engañaba. Se disparó en la barbilla pero sobrevivió milagrosamente, y consideró su trasplante como una segunda oportunidad de vida.

Trasplante de cara que hizo historia

Antes de su cirugía, Stubblefield dijo no tener idea de lo que era un trasplante de cara. Después de escuchar la explicación de sus padres, se sintió abrumada por la emoción de tener nuevamente un rostro.

Brian Gastman, uno de los médicos que participó en la operación, dijo que el caso de Stubblefield fue uno de los más complicados con los que se había encontrado, pues la joven sufrió una lesión cerebral traumática.

La bala dañó el lóbulo frontal, el nervio óptico y la glándula pituitaria. Esta última hizo que sus hormonas y niveles de sodio se salieran de control. Se requirió un equipo multidisciplinario de 15 médicos para que la cirugía fuera exitosa.

Frank Papay, presidente del Instituto de Cirugía Plástica y Dermatología de la Clínica Cleveland, explicó que el objetivo final de los trasplantes de cara no era restaurar la “buena apariencia” física. Más bien, estos trasplantes se practican para restablecer la capacidad de comer, hablar, respirar normalmente por la nariz y parpadear.

Stubblefield le dijo a Steber que recordaba el 2014 vagamente. Ella no tiene memoria de su intento de suicidio ni de las cirugías que vinieron después. Sus padres tuvieron que contarle todo desde el principio, y se sorprendió cuando escuchó su historia por primera vez.

Jamás había pensado en hacer eso, nunca, y al escucharlo, simplemente no sabía cómo manejarlo. Me sentí tan culpable de haber hecho que mi familia pasara por tanto dolor. Me sentí horrible“, dijo Katie.

Aunque el trasplante de cara de Stubblefield fue todo un éxito, los desafíos en su segunda vida todavía no terminan. Según una actualización de la Clínica Cleveland, todavía no es capaz de ver y actualmente está aprendiendo Braille.

Sin embargo y gracias a su gran determinación, Stubblefield se ve a sí misma yendo a la universidad, tal vez como consejera o maestra. Y espera con ansias el momento de poder volver a caminar por la calle, como cualquier otra persona.

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