No son solo los anticuerpos: por qué las vacunas contra la COVID de ARNm podrían proteger de las variantes
- netmd
- 18 de mayo de 2021
- Alergología e Inmunología Clínica
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MARTES, 4 de mayo de 2021 (HealthDay News) — Es probable que dos vacunas contra la COVID-19 de uso común (la de Pfizer y la de Moderna) sigan ofreciendo una potente protección contra el desarrollo de una enfermedad grave, aunque las variantes del coronavirus logren de alguna forma infectar a los pacientes vacunados, sugiere una investigación reciente.
Ambas vacunas se basan en tecnología de ARN mensajero (ARNm). Y los investigadores señalan que, al menos en teoría, dicha tecnología puede desplegar múltiples niveles de defensa para mantener a las cambiantes variantes del coronavirus a raya.
“Es importante anotar que solo el tiempo dirá si las vacunas de hecho protegen contra otros coronavirus humanos”, advirtió el autor del estudio, el Dr. Joel Blankson, profesor de medicina de Johns Hopkins Medicine, en Baltimore. “Pero podría ser una buena noticia”.
Blankson dijo que el razonamiento es que tanto la vacuna de Pfizer como la de Moderna podrían en realidad hacer dos cosas a la vez.
Por un lado, las vacunas activan al sistema inmunitario para que produzca anticuerpos protectores. “En términos de la COVID-19, los anticuerpos funcionarían para prevenir que el virus infecte a las células” en primer lugar, explicó.
Al mismo tiempo, las vacunas también hacen que el sistema inmunitario genere las “células T auxiliares”, conocidas como linfocitos T CD4+. “Y las células T eliminarían a las células infectadas, para ayudar a prevenir la propagación de la enfermedad”, dijo Blankson.
Las células T CD4+ lo logran al poner en marcha una cadena de eventos de potenciación inmunitaria, lo que incluye la activación de una célula T “asesina” particularmente potente llamada CD8+, anotó el equipo del estudio.
Tras realizar un análisis profundo de muestras de sangre, el equipo de Blankson encontró que este tipo de células T parecen mantener al coronavirus firmemente en la mira del sistema inmunitario, aunque los anticuerpos diseñados para combatir una iteración anterior del virus no logren prevenir la infección con una variante más reciente.
Se analizó la sangre de 30 hombres y mujeres, que tenían de 20 a 59 años. Todos se habían vacunado con ambas dosis de una de las dos vacunas de ARNm, y ninguno había tenido un resultado positivo de la COVID-19 ni antes ni después de la vacunación. Tanto la vacuna de Pfizer como la de Moderna están aprobadas para su uso de emergencia en Estados Unidos. Otra vacuna aprobada producida por Johnson & Johnson se basa en una tecnología distinta, y no se incluyó en el estudio.
Como se buscaba, las vacunas de ARNm provocaron primero la producción de una versión inocua de una “proteína de pico” que se encuentra en la superficie del coronavirus. Esto, a su vez, activó al sistema inmunitario de cada persona que recibió la vacuna, y generó anticuerpos para combatir a la infección.
Pero, más allá de esto, las pruebas iniciales de laboratorio revelaron que la vacuna de ARNm también produjo una fuerte respuesta de células T tras la exposición a la cepa original del coronavirus.
Esta respuesta inicial generó 23 tipos distintos de componentes de las proteínas de las células T (péptidos). Y análisis posteriores también mostraron que menos de una quinta parte de esos péptidos parecían verse impedidos por las cepas más recientes del coronavirus, como las que se han arraigado recientemente en Reino Unido y Sudáfrica.
Según Blankson, “las células T y los anticuerpos reconocen partes distintas de la proteína de pico, y las partes de las proteínas variantes que les permitieron evadir parcialmente a la respuesta de anticuerpos no son importantes para el reconocimiento de las células T”.
Y esto, añadió, significa que “incluso si las variantes pueden escapar a la respuesta de anticuerpos e infectar a las células, las células T deberían ser capaces de eliminar a las células infectadas antes de que el virus se replique a un nivel alto que provocaría una enfermedad grave”.
Varios investigadores ofrecieron reacciones optimistas a los hallazgos.
“Sí, es una buena historia”, comentó Rustom Antia, profesor del departamento de biología de la Universidad de Emory y afiliado de la facultad del Centro de Vacunas Emory, en Atlanta.
“Las implicaciones son que tener una respuesta inmunitaria coordinada con componentes múltiples es mejor que una que se enfoque en un solo componente. De la misma forma que una campaña militar exitosa requiere al Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea”, dijo Antia.
Suzanne Judd, epidemióloga y profesora de la facultad de salud pública de la Universidad de Alabama, en Birmingham, se mostró de acuerdo. “Desde el punto de vista del control y la prevención de una enfermedad, estos hallazgos de la investigación son los mejores posibles”, aseguró.
Blankson y sus colaboradores “demuestran que la vacuna puede frenar la propagación de las variantes, lo que, si es verdad, significa que podemos sentirnos más cómodos al volver a la normalidad”, añadió Judd.
Al mismo tiempo, tanto Blankson como Judd dijeron que otras vacunas que no son de ARNm podrían al final resultar igual de hábiles para evitar una enfermedad grave.
“Todavía no tenemos suficiente información para saber si las vacunas de J&J y AstraZeneca producen el mismo tipo de respuesta de células T”, anotó Judd. “Los resultados de este estudio no significan que la misma respuesta no sea cierta con otros tipos de vacunas, porque no examinaron otros tipos de vacunas”.
De hecho, el Dr. David Hirschwerk, médico tratante de enfermedades infecciosas y medicina interna de Northwell Health en Manhasset, Nueva York, dijo que “aunque este estudio observó solo a las vacunas de ARNm, parece probable que las respuestas de las células T” sean similares con otras vacunas, como la de J&J, pero enfatizó que se necesita más investigación para saberlo con certeza.
Se mostró de acuerdo en que el hallazgo más reciente “añade otra capa de razonamiento a por qué las vacunas parecen proteger de las variantes más importantes que están ahora en circulación”. Sin embargo, Hirschwerk enfatizó que “todavía debemos confiar sobre todo en las observaciones clínicas sobre cómo le sigue yendo a los pacientes infectados con las variantes tras la vacunación”.
El informe del equipo de Blankson aparece en una edición reciente de la revista Journal of Clinical Investigation.