Pioderma gangrenoso generalizado en un paciente pediátrico: reporte de caso.

Resumen

El pioderma gangrenoso (PG) es una dermatosis neutrofílica inflamatoria descrita por primera vez por Brunsting et al. en 1930 (1,2). Es raro en la infancia, representando sólo el 4% de los PG; En los niños predominan pústulas que posteriormente se ulceran, siendo la presentación más común las lesiones ulcerativas múltiples y diseminadas, con compromiso principalmente de las extremidades inferiores (1). Típicamente se asocia con enfermedades sistémicas como enfermedad inflamatoria intestinal (EII), artritis reumatoide y discrasias hematológicas, sin embargo existen casos aislados. El diagnóstico se basa en los hallazgos clínicos y el curso de la enfermedad, además de descartar otras patologías, principalmente infecciosas. Los hallazgos histológicos pueden ser inespecíficos, sin embargo, ayuda en el diagnóstico, la presencia de pústulas subcórneas, infiltrado inflamatorio neutrofílico, fibrosis, ulceración y necrosis. (1,3,4).

CASO CLÍNICO

Paciente de 6 años que presenta, desde hace un año, un cuadro clínico caracterizado por la aparición de pápulas y pústulas en el tronco y las extremidades, que evolucionaron a úlceras dolorosas y cicatrices atróficas (Figura 1). El cuadro no se acompaña de síntomas sistémicos. Ha recibido múltiples tratamientos con antibióticos, antimicóticos y betametasona y clotrimazol tópicos, sin obtener mejoría. Ante la sospecha diagnóstica de pioderma gangrenoso (PG) frente a dermatitis infectiva, se realizó una biopsia de una úlcera y otra de una pústula, así como estudios complementarios (cultivos para microorganismos aerobios, anaerobios y micobacterias, cultivos para hongos, examen directo, VIH, VDRL y ANCA), que resultaron negativos. El informe de la biopsia de piel mostró hallazgos de dermatitis difusa, con predominio neutrofílico, compatible con PG. Se inició tratamiento con prednisolona por vía oral (0,5 mg/kg/día), con una dosis de 10 mg/día, clobetasol tópico cada 12 horas e inhibidor tópico de la calcineurina, y se solicitaron paraclínicos para el inicio de metotrexato. Durante el seguimiento se observó una mejoría del 90% de las lesiones, sin aparición de nuevas pústulas, por lo que se inició el descenso de esteroides y el inicio de metotrexato, en una dosis de 10 mg/m2/semana (7,5 mg semanales) y tacrólimus, con lo que se logró una adecuada respuesta y control de su enfermedad a largo plazo (Figura 2).

Heliana Marcela Botello-Mojica1; Juan Daniel Fernández-Martínez2; Luisa Fernanda Rengifo-Ávila3; Rosa Inés Muñoz-Mejía4

  1. Dermatóloga. Profesora, Universidad de Caldas, Manizales, Colombia.
  2. Residente de Dermatología, Universidad de Caldas, Manizales, Colombia.
  3. Médica y cirujana. Semillero de Investigación en Dermatología. Universidad de Caldas, Manizales, Colombia. Residente de Dermatología, Universidad de Caldas, Manizales, Colombia.

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