Protocolo de anestesia para cirugía de cierre abierto de mielomeningocele in-utero: una serie de casos

RESUMEN

El mielomeningocele (MMC) es un subtipo de espina bífida, ocurre por un defecto del cierre del tubo neural durante la embriogénesis, usualmente es compatible con la vida y se asocia en la mayoría de los casos con la malformación de Arnold Chiari. En Colombia, se estima que se presentan 1,41 casos por cada 10.000 nacimientos. En la actualidad el estándar de oro para el tratamiento de esta malformación es el cierre quirúrgico prenatal antes de la semana 26 de gestación. Para llevar a cabo este procedimiento, se requieren técnicas anestésicas especiales que garanticen la seguridad, la analgesia, inmovilidad, relajación neuromuscular y bienestar materno fetal en el período perioperatorio. En nuestra institución desarrollamos un protocolo anestésico el cual aplicamos en 8 casos de cierre de mielomeningocele prenatal realizados en el período comprendido entre los años 2020 – 2022, la media de edad de las participantes fue de 31,8 años, todas ellas tuvieron una clasificación ASA II; el tiempo de duración anestésica promedio fue 3 h 50 min y se administraron aproximadamente 11,97 mcg/kg/h de norepinefrina en cada procedimiento. Dicho protocolo fue efectivo en el 100% de los casos, evitó complicaciones y mejoró los desenlaces perioperatorios materno-fetales, asimismo, logró los objetivos analgésicos, de relajación neuromuscular, estabilidad hemodinámica, sin efectos adversos materno fetales, por tal motivo sugerimos implementarlo para realizar este tipo de procedimientos fetales de manera segura y efectiva.

Introducción

E l mielomeningocele (MMC) es la forma más común de los subtipos de espina bífida, en la mayoría de casos resulta compatible con la vida y ocurre por un defecto en el cierre del tubo neural durante la embriogénesis. Las personas que padecen esta condición pueden presentar un amplio espectro de condiciones clínicas como hidrocefalia, herniación cerebral, discapacidad intelectual, incontinencia urinaria e intestinal y de acuerdo a los grados y niveles de lesión nerviosa puede acompañarse de trastornos motores y discapacidad física. Se relaciona en más del 75% de los casos a malformación de Arnold Chiari tipo II[1]. La incidencia de esta malformación congénita en Estados Unidos es de 3,4 por cada 10.000 nacimientos; en Colombia en un estudio de larga data la incidencia de defectos del tubo neural (DTN) fue de 13 por cada 10.000 nacidos vivos[2] y en un estudio más reciente de una región del país la incidencia de MMC fue de 1,41 por cada 10.000 nacimientos[3]. La corrección quirúrgica posnatal de este defecto congénito era el estándar de oro para su tratamiento hasta inicios de la década pasada, momento en el cual se llevó a cabo el estudio Management of Myelomeningocele Study (MOMS), un ensayo clínico cuyo objetivo fue identificar la eficacia de la intervención quirúrgica prenatal antes de las 26 semanas de gestación para la corrección por vía abierta de MMC comparada con el gold standard de la época. Los resultados observados a los 12 y 30 meses posteriores al procedimiento evidenciaron con gran fiabilidad que la intervención prenatal reducía significativamente la necesidad de shunt ventrículo-peritoneal, la herniación cerebral, y mejoraba la función motora, así como la deambulación antes de los 30 meses[4]. Teniendo en cuenta lo anterior, en la actualidad la cirugía prenatal es la mejor opción terapéutica para la corrección de mielomeningocele. Para llevar a cabo este procedimiento quirúrgico se requiere un manejo anestésico especial cuyo objetivo será garantizar la seguridad y las condiciones óptimas de la gestante y del feto, asimismo, proveer la analgesia intraoperatoria y posoperatoria por medio de la colocación de un catéter epidural y de técnicas multimodales, brindar la relajación neuromuscular requerida durante toda la cirugía y especialmente durante la manipulación del útero, monitorizar y proporcionar las condiciones hemodinámicas necesarias para conservar el bienestar materno – fetal, administrar la anestesia y analgesia fetal y reducir o tratar las complicaciones posoperatorias como náuseas, vómito, hipotensión, cefalea, hemorragia entre otras[5].

Jennifer Guevara 1, Leonel Vega-Useche 2

1 Departamento de Anestesiología, Clínica Universitaria Colombia. Bogotá, Colombia.

2 Estudiante de posgrado de Anestesia y Medicina Perioperatoria, Fundación Universitaria Sanitas. Bogotá, Colombia.

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https://revistachilenadeanestesia.cl/PII/revchilanestv52n04-13.pdf