Qué funciona y qué no contra la calvicie

El rechazo es inexistente al tratarse de células propias y solo es necesaria una intervención, pero los expertos consultados por Sinc advierten: “El pelo que se injerta no tiene la enfermedad y se mantiene, pero si no controlas el propio el que te queda continúa desapareciendo y en unos años el balance es negativo”, dice Sánchez.

La solución es sencilla: o bien esperar a que el pelo propio se estabilice, o bien tratarlo con alguno de los fármacos mencionados en este artículo. “A muchos pacientes jóvenes les ‘venden’ el implante pero por dejadez o falta de tiempo no hacen el tratamiento y siguen perdiendo pelo aunque el implante esté bien hecho”, comenta Sánchez. “En ese caso es pan para hoy y hambre para mañana”.

Vañó matiza que “no todos los pacientes son susceptibles de trasplante”, ya sea por la “mala materia prima del donante” o porque “el patrón de alopecia no es adecuado”. Si se lleva a cabo, en estos casos “no va a quedar tan bien como a otros”.

El trasplante de pelo se ha asociado en los últimos años a Turquía, donde el Gobierno intentó fomentar el turismo médico con precios más asequibles que los del resto de Europa. Sánchez confiesa que se le “ponen los pelos de punta” al ver imágenes de lo que parece un “hospital de guerra”, con “salas enormes donde pacientes tumbados en colchonetas en el suelo son atendidos de diez en diez por técnicos supervisados por un único médico”.

“Ahora nos llegan pacientes con infecciones raras y complicaciones que antes no veíamos”, añade Sánchez. Vañó habla de precios: “Allí un sitio bueno son 6.000 euros y uno dudoso, 3.000; en España son entre 6.000 y 12.000 euros porque es una intervención de ocho horas que requiere seis personas”.

Células madre, plasma y láseres

Los remedios nombrados hasta este punto son los más utilizados por sus resultados, pero en los últimos años se han utilizado otros tratamientos novedosos sin todavía demasiadas evidencias científicas.

Sánchez los define como “alternativas” para pacientes a los que no dan resultado los tratamientos convencionales, aunque no siempre funcionan: “Cuando haya más datos, algunos irán a más y otros desaparecerán”.

Aún no hay pruebas científicas que avalen la eficacia de los tratamientos más novedosos

Vañó añade que algunos están de moda “porque son caros, se hacen de forma privada y a la clínica le interesa potenciarlos porque fidelizan al paciente” y no los considera como “ideales” aunque algún paciente sí pueda beneficiarse de ellos.

Una de estas alternativas es el plasma rico en plaquetas. Sánchez explica su base científica: “Se extrae de la sangre del paciente, se procesa para concentrar los factores de crecimiento y se inyecta en el cuero cabelludo”. Según el médico, aunque no siempre da resultado y todavía se discute su utilidad, algunos profesionales ya lo emplean.

La inyección de células madre es una alternativa con “todavía menos experiencia”, en palabras de Vañó. Consiste en extraer tejido de una zona no afectada, como la nuca, para inyectar las células madre. Otra opción son los tratamientos con láseres, de los que Sánchez avisa que poco se sabe: “Parece que ayudan a estabilizar si se usan de forma continuada, pero es pesado porque hay que hacerlo tres veces por semana”.

Vitaminas, champús y demás cuentos chinos

El crecepelo del profesor Bacterio no existe, que le pregunten a Mortadelo. Vañó enumera la larga lista de soluciones milagrosas que ni frenan la alopecia ni mejoran la densidad capilar: “Las vitaminas tienen un efecto cosmético pero no médico. El champú anticaída no existe porque es un producto que te limpia el cuero cabelludo y el pelo pero no penetra hasta la raíz, que está a 3 milímetros bajo la piel”.

La calvicie es una condición estética y hay quienes prefieren asumirla, como Bruce Willis. / Wikipedia

Carboxiterapia, ozonoterapia, masajes, bótox capilar, levadura de cerveza… El médico lamenta que muchos pacientes se gasten 20.000 euros en tratamientos “con mucho márketing pero sin evidencia lógica ni científica”.

“Una enfermedad genética no la combates con vitaminas”, añade Sánchez, que advierte de que si se utilizan solo estos productos, la calvicie seguirá avanzando.

La alopecia androgénica es de origen genético y, por lo tanto, no tiene cura. “En cuanto comiences a generar testosterona durante la adolescencia se activará el proceso”, explica Sánchez. “Es como la diabetes, la hipercolesterolemia familiar o la hipertensión arterial esencial: mientras no podamos modificar los genes implicados, el tratamiento solo frena el problema”.

Esto quiere decir que los fármacos mencionados en este texto deben ser tomados de por vida o, como dice Sánchez, “mientras al paciente le preocupe”. Lo importante, según Vañó, es que si se trata se haga “cuanto más mejor” y asegura que se pierde “un 50% de lo ganado” tras dejar de tomarlos. “No sirve de nada hacerlo tres meses, mínimo un par de años”, y añade que “mucha gente comienza a usar el minoxidil, que no se nota hasta los seis meses y lo deja al cabo de un par porque cree que no le sirve”.

Otra opción: ser calvo

“Me gusta insistir en que es un tema estético que no afecta a la salud. Se puede hacer un tratamiento conservador o no hacerlo. Hay quien tiene asumido que se va a quedar calvo como su padre, aunque en mujeres sea más difícil de aceptar”, termina Sánchez. Quizá la clave sea aceptarse a uno mismo como humor, como reza una frase atribuida al filósofo romano Séneca: “Yo no me considero calvo, solamente soy más alto que mi pelo”.

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