Regulación hormonal para el apetito voraz
- netmd
- 16 de octubre de 2017
- Endocrinología y Diabetes
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En un reciente estudio se reveló un papel completamente inesperado para una glucoproteína secretada llamada lipocalina 2 (LCN2), que es conocida por su rol en respuestas inmunológicas. Los autores mostraron que LCN2 también actúa como una hormona que modula el apetito. Esta glucoproteína es producida por células formadoras de tejido óseo denominadas osteoblastos en una manera dependiente de nutrientes, y a su vez estimula a proteínas receptoras en las neuronas para suprimir el apetito.
Supresión del apetito
Investigadores liderados por Ioanna Mosialou (doi: 10.1038/nature21697) examinaron ratones incapaces de producir LCN2 en los osteoblastos. Estos animales comieron más comida y ganaron más peso que los roedores de tipo silvestre. Además, su capacidad de metabolizar la glucosa estaba alterada. Los ratones que carecen de LCN2 en todas sus células exhiben los mismos rasgos, lo que confirma la importancia de la secreción de LCN desde el hueso. Sobre la base de estas observaciones, los investigadores plantearon la siguiente hipótesis: LCN2 actúa como una hormona reductora del apetito. LCN2 se identificó por primera vez hace más de 20 años y los ratones que no la sintetizan fueron generados hace 13 años para estudiar su inmunidad, sin embargo la obesidad leve en estos ratones mutantes aparentemente pasaron desapercibidos.
Los autores encontraron que la secreción de LCN2 del hueso aumentó varias veces tras una comida, lo que indica que su liberación hacia la sangre es sensible a las señales nutricionales. Para demostrar que LCN2 es realmente una hormona (una molécula de señalización que se transporta entre los órganos por el sistema circulatorio), Mosialou y sus colegas dieron a los animales diariamente inyecciones de LCN2 purificado para lograr concentraciones sanguíneas similares a los alcanzados después de una comida. Este tratamiento suprimió el apetito de ratones de tipo silvestre, que perdieron peso en comparación con animales control (no tratados). Las inyecciones diarias de LCN2 en ratones obesos, redujeron su ganancia de peso y mejoraron la capacidad de la insulina para estimular la absorción de glucosa en las células.
Debido a que el comportamiento alimentario es controlado por el cerebro, los autores midieron la cantidad de LCN2 en varias regiones del cerebro, y evidenciaron que era más abundante en el tronco encefálico e hipotálamo – regiones que controlan la conducta alimentaria. Cuando LCN2 se inyectó directamente en el cerebro, suprimió la alimentación con tanta eficacia como lo hizo en la sangre. Los investigadores concluyeron que LCN2 producida en los huesos, circula en la sangre, cruza la barrera hematoencefálica y se enriquece selectivamente en regiones del cerebro asociadas con la supresión del apetito (anorexia).
El descubrimiento de una nueva hormona, especialmente una derivada del hueso, es intrigante, pero Mosialou y sus colegas se dispusieron a completar la historia identificando la proteína receptora responsable de la anorexia inducida por LCN2. Las pistas acerca de dónde encontrar tal receptor pueden ser encontradas a partir de la observación del enriquecimiento de LCN2 en el hipotálamo, combinado con el hecho de que una de las mejores vías establecidas promotoras de anorexia es la vía de señalización que implica la participación de la hormona estimulante de α-melanina (α-MSH, por sus siglas en inglés). En esta vía, α-MSH es producida por las neuronas en el hipotálamo y suprime el apetito por interacción con el receptor de melanocortina 4 (MC4R), un miembro de una familia de proteínas llamadas receptores acoplados a proteína G.