Según un informe, la industria ocultó un estudio de décadas de antigüedad que mostraba los efectos malsanos del azúcar
MARTES, 21 de noviembre de 2017 (HealthDay News) — Las grandes azucareras parecen haber copiado el manual de estrategia de las grandes tabacaleras, plantea un informe reciente.
Hace más de cuatro décadas, un estudio con ratas financiado por la industria azucarera encontró evidencias que vinculaban al edulcorante con la enfermedad cardiaca y el cáncer de vejiga, informa la investigación sobre las pruebas documentales.
Los resultados del estudio nunca se publicaron.
En lugar de ello, la industria azucarera detuvo el estudio y enterró las evidencias, dijo el investigador principal, Stanton Glantz, profesor de medicina y director del centro de Investigación y Educación sobre el Control del Tabaco de la Universidad de California de San Francisco (UCSF).
Glantz comparó esto con la investigación interna suprimida por las grandes tabacaleras que vinculaban fumar con la enfermedad cardiaca y el cáncer.
“Fue un experimento que produjo evidencias que contradecían la posición científica de la industria azucarera”, dijo Glantz. “Sin duda habría contribuido a nuestra comprensión creciente del riesgo cardiovascular asociado con comer mucho azúcar, y no querían que eso sucediera”.
En respuesta a la investigación, la Asociación del Azúcar (Sugar Association) publicó una declaración en que afirmaba que era “un conjunto de especulaciones y suposiciones sobre eventos que sucedieron hace casi cinco décadas, realizado por un grupo de investigadores y financiado por individuos y organizaciones que son críticos conocidos de la industria azucarera”.
El nuevo trabajo se enfoca en un estudio patrocinado por la industria y llamado Proyecto 259 en documentos generados por la Sugar Research Foundation y su sucesora, la International Sugar Research Foundation, y que desenterraron décadas después Glantz y sus colaboradores.
Investigadores de la Universidad de Birmingham, en Inglaterra, realizaron el Proyecto 259 entre 1967 y 1971, comparando cómo les iba a las ratas de laboratorio cuando se les alimentaba con azúcar de mesa en comparación con almidón. Los científicos observaron de forma específica cómo las bacterias intestinales procesaban las dos formas distintas de carbohidratos.
Unos resultados tempranos en agosto de 1970 indicaban que las ratas alimentadas con la dieta rica en azúcar experimentaron un aumento en los niveles de triglicéridos en la sangre, un tipo de grasa que contribuye al colesterol.
Las ratas alimentadas con mucho azúcar también parecieron tener unos niveles elevados de beta-glucuronidasa, una enzima que antes se había asociado con el cáncer de vejiga en los humanos, apuntaron los investigadores.
Meses después de recibir esos resultados, la International Sugar Research Foundation no aprobó doce semanas adicionales de financiación que los investigadores de Birmingham necesitaban para completar su trabajo, según los autores responsables de la nueva investigación.
“El investigador que financiaron les dio resultados preliminares, que mostraban que el azúcar tenía esos efectos adversos, y dijo ‘necesito unas semanas más para terminar el estudio'”, según Glantz. “Lo vieron y le dijeron que no, y lo cerraron todo. Hasta donde sepamos, nunca se publicó nada”.
El momento del Proyecto 259 fue crítico, dijeron Glantz y la autora líder Cristin Kearns, miembro postdoctoral de la Facultad de Medicina de la UCSF que, según los informes, descubrió los documentos de la industria.
En ese periodo, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU. estaba sopesando si debía adoptar una mano dura contra los alimentos ricos en azúcar.
“Si esos resultados se hubieran publicado, el azúcar habría recibido mucho más escrutinio del que recibió”, afirmó Kearns.
La Asociación del Azúcar dice que el Proyecto 259 sufrió importantes retrasos y excedió su presupuesto, “y el retraso se solapó con una reestructuración organizacional en que la Sugar Research Foundation se convirtió en una nueva entidad, la International Sugar Research Foundation”, según su propia revisión del material archivado.
“Hubo planes de seguir el estudio con financiación de la British Nutrition Foundation, pero por motivos que desconocemos, eso no ocurrió”, señala la declaración del grupo comercial de la industria.
“A lo largo de su historia, la Asociación del Azúcar ha acogido a la investigación y la innovación científicas en un intento por aprender todo lo posible sobre el azúcar, la dieta y la salud”, continúa la declaración. “Sabemos que el azúcar consumido en moderación es parte de un estilo de vida equilibrado, y seguimos comprometidos con respaldar la investigación para comprender mejor el rol que el azúcar tiene en los hábitos alimentarios en evolución de los consumidores”.
Sharon Zarabi, nutricionista y directora del programa bariátrico del Hospital Lenox Hill, en la ciudad de Nueva York, dijo que la nueva investigación revela “el poder que tienen los grupos de presión de la industria alimentaria sobre las directrices del gobierno que nos orientan sobre qué comer”.
Zarabi anotó que “la mayor parte de los estudios de investigación que respaldan a alimentos específicos es financiada por la industria, y con frecuencia eso sesga los resultados”.
Aunque estas revelaciones quizá produzcan furor en los medios, es poco probable que cambien las recomendaciones de los dietistas, dijo Kelly Hogan, gerente de nutrición clínica y bienestar en el Centro del Seno Dubin de Mount Sinai, en la ciudad de Nueva York.
Esto se debe a que investigaciones posteriores han revelado el efecto que las dietas ricas en azúcar pueden tener en la salud a largo plazo. La gente debe seguir una dieta equilibrada si desea comer de forma saludable, y eso no solo significa enfocarse en los azúcares añadidos, planteó.
“No se puede apuntar a una sola cosa y culparla de cualquier tipo de crisis en la salud, ni ahora ni hace 40 años”, apuntó Hogan. “Nunca es una sola cosa, ya sea azúcar o grasa saturada o cualquier cosa que esté de moda”.
El nuevo trabajo aparece en la edición en línea del 21 de noviembre de la revista PLOS Biology. Fue financiado por una subvención del Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU., entre otros.
FUENTES: Stanton Glantz, Ph.D., professor of medicine and director of the Center for Tobacco Control Research and Education, University of California, San Francisco; Cristin Kearns, DDS, postdoctoral fellow, UCSF School of Medicine, San Francisco; Sharon Zarabi, RD, director, bariatric program, Lenox Hill Hospital, New York City; Kelly Hogan, RD, clinical nutrition and wellness manager, Mount Sinai Dubin Breast Center, New York City; statement, The Sugar Association; Nov. 21, 2017, PLOS Biology, online
https://medlineplus.gov/spanish/news/fullstory_169926.html