Terapia génica experimental para Parkinson ayuda a crear nuevas conexiones cerebrales y mejora el movimiento

29 de noviembre de 2018

Un nuevo estudio evaluó una terapia génica experimental para la enfermedad de Parkinson que parece funcionar “recableando” o reconectando áreas clave del cerebro.

Los investigadores se centraron en 15 pacientes con Parkinson que, en un ensayo previo, habían recibido la llamada terapia génica GAD (GAD es una enzima que estimula la producción de un químico cerebral involucrado en el control del movimiento). Con el tratamiento, los pacientes mostraron mejoras en sus problemas de movimiento tras recibir infusiones del gen GAD en el cerebro.

Lo que no estaba claro era por qué ocurría esto, señaló el doctor e investigador David Eidelberg, director del Centro de Neurociencias del Instituto Feinstein para la Investigación Médica, en Manhasset, Nueva York (Estados Unidos).

Entonces, para el nuevo estudio, el equipo de Eidelberg examinó escaneos cerebrales especializados de 15 de los pacientes del ensayo. Los científicos hallaron una respuesta inesperada: la terapia génica no cambió el circuito cerebral anormal característico de la enfermedad de Parkinson.

En su lugar, lo que esta hizo fue reconectar una pequeña área del cerebro para compensar parcialmente los circuitos defectuosos.

Creó su propio conjunto de circuitos“, subrayó Eidelberg. “El circuito de la enfermedad continúa, así que esto no es una cura“.

De todas formas, el experto dijo que la terapia génica parece estimular nuevas conexiones cerebrales que pueden beneficiar a las personas con Parkinson.

Los resultados del trabajo se publicaron esta semana en la revista Science Translational Medicine.

La enfermedad de Parkinson afecta a millones de personas en todo el mundo. La causa que la origina todavía no está clara, pero a medida que la enfermedad avanza, el cerebro pierde células que producen dopamina, una sustancia química que regula el movimiento. Como resultado, las personas sufren síntomas como temblores, extremidades rígidas y problemas de equilibrio y coordinación que empeoran gradualmente con el tiempo.

Existen tratamientos para disminuir dichos síntomas, incluidos los medicamentos que aumentan los niveles de dopamina o imitan las acciones de este químico cerebral. Otra opción para algunos pacientes es la estimulación cerebral profunda (DBS, por sus siglas en inglés), donde electrodos se implantan en un área específica del cerebro para administrar pulsos eléctricos continuos. Se cree que la DBS ayuda al suprimir la actividad eléctrica anormal.

La terapia génica GAD se realiza insertando el gen en un virus frío inactivo. Este “vector” viral se infunde en un área específica del cerebro llamada núcleo subtalámico, que es una de las regiones cerebrales en donde se aplica la DBS.

Originalmente, agregó Eidelberg, los investigadores pensaron que la terapia génica funcionaría de manera “similar a la DBS”. Pero con base en los nuevos hallazgos, ese no fue el caso.

El doctor Michael Okun, director médico de la Fundación para el Parkinson de Estados Unidos, llamó al estudio “fascinante”.

Mostró que la terapia génica GAD, a diferencia de la DBS del núcleo subtalámico, no cambió la red de cerebro de la enfermedad de Parkinson de la manera esperada“, comentó Okun. “En cambio, optó por rutas adyacentes no motoras“.

¿Por qué importa? Una de las razones, según Okun, es que ofrece una “lección importante” para el campo de la terapia génica en el futuro. El experto añadió que los investigadores no pueden hacer suposiciones sobre el “mecanismo de acción” de una terapia basándose en el área del cerebro a la que se dirige.

Eidelberg hizo hincapié en otro punto: en estudios futuros, los investigadores podrían usar imágenes del cerebro para asegurarse de que las mejoras de los síntomas de los pacientes se deben a un efecto real de la terapia génica, en lugar de a un “efecto placebo”.

En el ensayo original, que involucró a unas pocas docenas de pacientes con Parkinson, algunos fueron asignados al azar para recibir infusiones del gen GAD. El resto se sometió a un procedimiento “simulado” para la comparación. Durante seis meses, ambos grupos mostraron mejoras en los síntomas de movimiento como rigidez y temblor. Pero el grupo de terapia génica vio mayores beneficios.

“Lo estaban haciendo mejor. Y eso persistió hasta la marca de un año”, indicó Eidelberg.

Con cualquier terapia de este tipo, existe una preocupación teórica de que el gen infundido tenga efectos no deseados.

“Lo que hemos visto es que este gen se mantiene“, expresó Eidelberg. “No se filtra por todo el cerebro“.

Según los investigadores, en el ensayo original no hubo “banderas rojas”. Los efectos secundarios más comunes incluyeron dolores de cabeza temporales y náuseas.

Por el momento, varios equipos de investigación están estudiando diferentes enfoques de terapia génica para el Parkinson. La esperanza, puntualizó Eidelberg, es desarrollar opciones adicionales que funcionen para al menos algunos pacientes, posiblemente liberándolos de tomar medicamentos a diario.

En este punto, aseveró, hay “mucho interés” en realizar un ensayo más amplio y más avanzado de la terapia con GAD. Pero ninguno ha comenzado aún.

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