La `programación metabólica´ ha revolucionado los conocimientos sobre la prevención de la obesidad infantil

03 de octubre de 2018

La modificación de la alimentación del lactante durante los primeros meses ofrece una potencial estrategia para la prevención de la obesidad.

El Institut d´Investigació Sanitària Pere Virgili (IISPV) es el centro que gestiona la investigación biomédica y sanitaria en la provincia de Tarragona. Una de sus áreas estratégicas de investigación es la de Nutrición y Metabolismo, desarrollada por la Unidad de Investigación en Pediatría, Nutrición y Desarrollo Humano (URPNDH) del IISPV y de la Universitat Rovira i Virgili. Dirigida por los doctores Ricardo Closajefe de Servicio de Pediatría y de las UCIs Neonatal y Pediátrica del Hospital Universitario de Tarragona Joan XXIII, y Joaquín Escribanojefe de Servicio especialista en Pediatría y Nefrología infantil del Hospital Universitari Sant Joan de Reus, la URPNDH centra su actividad investigadora en los efectos de la ingesta temprana sobre la obesidad infantil. Closa afirma que “los estudios en los que ha participado la URPNDH han investigado, en particular, el efecto de la ingesta proteica en el lactante sobre el riesgo al sobrepeso y/o la obesidad posterior”. Closa añade que “en la comunidad científica existe un amplio consenso en que la obesidad, tanto en el adulto como en el niño, es uno de los principales problemas de salud en los países desarrollados, por la multitud y gravedad de las comorbilidades asociadas”. El doctor Escribano explica que “su prevalencia ha aumentado en las últimas décadas de forma alarmante hasta el punto de ser actualmente considerada una epidemia a nivel mundial”. Ambos investigadores concurren en que las causas finales de esta patología son ampliamente conocidas desde hace muchos años y se corresponden con un desequilibrio entre la energía ingerida y el gasto energético. “Este desequilibrio ocasiona un aumento de peso, principalmente por acumulación de grasa corporal, que es la que define propiamente el concepto de obesidad. Aunque esta sea la causa final, existen varios factores que confieren un mayor riesgo a desarrollar obesidad o alguna de las patologías asociadas, como por ejemplo la resistencia a la insulina”, afirma Closa.

La `programación metabólica´

Aunque entre los factores de riesgo habituales son bien conocidos los genéticos, “en las dos últimas décadas se han descubierto nuevos factores de riesgo que tienen que ver con la `programación metabólica´”, prosigue Escribano. Este concepto, que surgió a finales de los 90 y que ha revolucionado los conocimientos sobre la prevención de varias patologías, sostiene que existen períodos tempranos del desarrollo denominados `ventanas críticas´ donde un estímulo, agresión o factor ambiental concreto puede producir cambios estructurales o funcionales que tendrán una repercusión a medio y/o largo plazo en la fisiología, función, salud y riesgo de enfermedad. “Estas `ventanas críticas´ se distribuyen a lo largo del desarrollo desde la gestación hasta la primera infancia”, indica Closa. Uno de los factores con capacidad de influir en la programación metabólica es la dieta, tanto de la madre durante la gestación como durante el periodo perinatal, hasta los primeros años de vida. “Se ha constatado la existencia de una asociación entre el riesgo de padecer ciertas patologías, como per ejemplo la obesidad, y la dieta durante los primeros años de vida”, afirma Escribano. Así, por ejemplo, uno de los factores de riesgo de padecer obesidad en la infancia es “haber tenido un crecimiento rápido durante los primeros meses de vida”. De hecho, “se ha observado que una dieta que induzca un crecimiento rápido del lactante puede suponer aumentar por tres o por cuatro las probabilidades de ser obesos durante la infancia”, asevera Closa. También se ha demostrado que “un aumento elevado del peso durante el primer año es un factor de riesgo de padecer obesidad en la edad adulta”, prosigue el investigador. “Estos conocimientos ofrecen una potencial estrategia para la prevención de la obesidad, puesto que la modificación de la alimentación del lactante durante los primeros meses, cuando los malos hábitos alimentarios que favorecen la aparición de obesidad aún no han sido instaurados”. Ambos investigadores convienen en que una estrategia tal se perfilaría como una oportunidad de intervención menos costosa, tanto para el paciente como para sus familias.

Ingesta de leche durante las primeras semanas

A diferencia de la de periodos posteriores, la alimentación del lactante se caracteriza por constar exclusivamente de la ingesta de leche. “Su composición, ya sea materna o una fórmula artificial, tiene más importancia de la que se le podría otorgar si se la considerara simplemente un alimento”, afirma Closa. Escribano continúa indicando que la lactancia es un sistema de programación específica de los mamíferos, en el que la molécula mTOR juega un importante papel. “La leche humana tiene una composición específica que actúa como un mecanismo de señalización endocrino, regulando múltiples aspectos del crecimiento y del metabolismo, como por ejemplo la síntesis y secreción de insulina y la activación del eje IGF-1”, indica el investigador, añadiendo que “numerosos estudios han identificado la lactancia materna como un factor protector, capaz de reducir el riesgo de padecer obesidad entre un 15 y un 22%”. Los mecanismos mediante los cuales la lactancia materna ejerce este efecto protector son diversos e incluirían, por ejemplo, la presencia de hormonas que pueden contribuir a la autorregulación del apetito del bebé, así como la menor cantidad de proteínas que la leche humana contiene en comparación con las fórmulas infantiles. “La ingesta de proteínas ha sido asociada a un aumento del índice de masa corporal (IMC), de la síntesis y secreción de insulina ya una estimulación del eje IGF-1, constituyendo uno de los mecanismos de la `programación metabólica´”, asegura Closa. “Tanto los aminoácidos contenidos en la leche, específicamente los de cadena ramificada, como la insulina o el IGF-1 que se secretan por la acción de los nutrientes, activan mTORC1, vía que promueve la adipogénesis en el tejido adiposo” prosigue Escribano. “Un exceso de activación de esta vía resultaría en una deposición excesiva de grasa, habiéndose observado que una ingesta dietética alta en proteínas produce este efecto activador”, indican ambos investigadores. Considerando estos datos se estableció la `hipótesis de la proteína temprana´, que considera que la ingesta temprana elevada en proteínas produce un incremento mayor de peso y una activación de la adipogénesis, lo cual aumentaría el riesgo de padecer obesidad posteriormente. “El menor contenido proteico de la leche humana comparado con el de las fórmulas infantiles estaría detrás del efecto protector observado en la lactancia materna”, aseveran los científicos.

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