
Preguntas comunes y respuestas razonadas sobre el síndrome del sobrecrecimiento bacteriano intestinal (SIBO).
- ComiteNetMD
- 7 de marzo de 2025
- Gastroenterologia
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Resumen
La identificación y el tratamiento del síndrome de sobrecrecimiento bacteriano intestinal son materias sujetas a controversia. Los síntomas que han orientado la búsqueda del trastorno adolecen de falta de especificidad, especialmente en ausencia de factores predisponentes bien definidos. La precisión de los procedimientos diagnósticos ha sido cuestionada y las terapias propuestas alcanzan cifras de efectividad en general bajas, con grandes diferencias entre los estudios disponibles. También se desconoce si la normalización de los test es realmente garantía de curación.
En este marco de incertidumbre, y con la intención de contribuir a orientar y a homogeneizar la praxis médica, un grupo de expertos de la AEG y la ASENEM han formulado las preguntas fundamentales sobre el manejo de la patología y les han dado respuesta, de acuerdo a la evidencia científica disponible. Además, han elaborado declaraciones basadas en las conclusiones de la revisión realizada, y las han sometido a votación individual para reflejar el grado de consenso correspondiente a cada una de las mismas.
Introducción
La microbiota intestinal humana está conformada por más de 1.000 especies microbianas, incluyendo representantes de los dominios bacteria, arquea y eucariota. Alcanzan su mayor proliferación en el colon, con aproximadamente 1011-1012 unidades formadoras de colonias por mililitro (UFC/mL), y disminuyen su presencia en otros segmentos del tubo digestivo, en mayor medida conforme más proximal es el tramo analizado, con la excepción de la cavidad oral que puede albergar hasta 109 UFC/mL1,2.
El concepto de sobrecrecimiento bacteriano intestinal, más conocido por su acrónimo en inglés, SIBO, se refiere al aumento de la carga bacteriana que coloniza el intestino delgado y a variaciones en su composición taxonómica, con especial protagonismo de los anaerobios, capaces de causar determinados síntomas y alteraciones analíticas. Buscando una mayor concreción en su definición, se acordó de inicio establecer el diagnóstico con la detección de más de 105 UFC/mL de aspirado yeyunal3. La cifra fue calculada con base en lo encontrado en series de pacientes con alteraciones anatómicas posquirúrgicas. Posteriormente, el consenso norteamericano determinó que el punto de corte fuera modificado hasta 103 UFC/mL de aspirado duodenal o yeyunal cultivado en agar MacConkey4,5. Más recientemente, se ha añadido la condición de que una composición con predominio de coliformes (colonizadores habituales del intestino grueso) apoya el diagnóstico6–8.
Estas cifras numéricas son controvertidas porque se sabe que, por un lado, el duodeno contiene como norma general, una menor cantidad de bacterias que el yeyuno, y además la taxonomía de ambos es dinámica, adaptándose con rapidez a diferentes situaciones, como las patologías intestinales o los cambios en el tipo de dieta1. En esta línea, se ha observado que, en sujetos asintomáticos con un elevado consumo de fibra en la dieta, puede alcanzarse una proliferación bacteriana de hasta 105 UFC/mL9.
El progresivo conocimiento del microbioma intestinal, así como de sus vías metabólicas, ha provocado una evolución del paradigma, desde un primer concepto exclusivamente cuantitativo (sobrecrecimiento), hasta una visión que pone también de manifiesto los cambios cualitativos (disbiosis), aunando de esta forma las modificaciones en la densidad microbiana con otras relativas a su composición y a los productos generados durante el metabolismo. Este enfoque también permite abordar el diagnóstico del trastorno desde otras perspectivas, y plantea la posibilidad de aplicar pruebas que proporcionen medidas de los productos de la fisiología microbiana. En cualquier caso, la disbiosis intestinal no siempre traduce la aparición de síntomas y enfermedad, por lo que ambos conceptos, SIBO y disbiosis, no pueden ser considerados sinónimos10.
En la misma línea, algunas pruebas diagnósticas no invasivas han permitido detectar casos, con diferencias sintomáticas, en los que el sobrecrecimiento se sustenta fundamentalmente en la proliferación de microorganismos anaerobios estrictos del tipo arqueas metanogénicas (Methanobrevibacter smithii es la predominante). Esto ha dado lugar a una subclasificación del SIBO, que se nombra también por su acrónimo inglés IMO, correspondiendo al término sobrecrecimiento intestinal de metanógenos2. Y haciendo alusión a otro fenómeno similar, aunque excluido del concepto formal de SIBO, se ha propuesto que algunos síntomas gastrointestinales pudieran ser explicados por el sobrecimiento de hongos tipo Candida, conocido como Small Intestinal Fungal Overgrowth (SIFO); pero su diagnóstico no ha sido estandarizado y con frecuencia conduce a decisiones terapéuticas innecesarias. No en vano el hongo es un colonizador habitual del intestino y su mera presencia en heces no refleja una situación patológica.
El propósito de este documento es revisar la evidencia científica relacionada con el concepto, el diagnóstico y el tratamiento del SIBO, fijando fundamentalmente el foco en la afectación gastrointestinal. Con este material se pretende responder a las dudas más frecuentes que suscita al profesional sanitario el interés creciente en el tema, y que se une a una demanda social de atención médica elevada, a veces desacertada, relativa a este trastorno. De manera secundaria, se pretende homogeneizar las medidas que deben aplicarse en la praxis clínica para que esta se corresponda con el conocimiento actual.
Javier Alcedo González a, Fermín Estremera-Arévalo b, Julyssa Cobián Malaver c, Javier Santos Vicente d, e, Luis Gerardo Alcalá-González f, Juan Naves g, Elizabeth Barba Orozco h,i, Claudia Barber Caselles f, Blanca Serrano-Falcón j, Anna Accarino Garaventa k, Carmen Alonso-Cotoner d,e,l, Jordi Serra Pueyo e,f
a Servicio de Aparato Digestivo, Hospital Universitario Miguel Servet, Instituto de Investigación Sanitaria (IIS) Aragón, Zaragoza, España
b Servicio de Aparato Digestivo, Hospital Universitario de Navarra, Navarrabiomed, Universidad Pública de Navarra – IdiSNA, Navarra, España
c Unidad de Enfermedades Digestivas, Policlínica Guipuzkoa, San Sebastián, España
d Laboratorio de Neuro-Inmuno-Gastroenterología, Unidad de Investigación de Aparato Digestivo, Institut de Recerca (VHIR), Servicio de Aparato Digestivo, Hospital Universitario Vall d’Hebron, Barcelona, España
e Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (Ciberehd), Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España
f Área de Aparato Digestivo, Hospital Universitario Vall d’Hebron, Barcelona, España
g Servicio de Aparato Digestivo, Hospital del Mar, Barcelona, España
h Unidad de Neurogastroenterología y Motilidad, Hospital Clínic de Barcelona, Barcelona, España
i Departamento de Gastroenterología, Universidad de Barcelona, Barcelona, España
j Servicio de Aparato Digestivo, Hospital Universitario Virgen de las Nieves, Granada, España
k Consulta de Gastroenterología, Hospital HM Delfos, Barcelona, España
l Facultad de Medicina, Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, España
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