Tratamiento artroscópico de la rigidez del codo: artrofibrosis
- netmd
- 1 de noviembre de 2018
- Traumatología y Cirugía Ortopédica
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Resumen:
La rigidez de codo es una complicación frecuente y, en ocasiones, devastadora tras patologías de diversa índole, que ocasiona para el paciente una discapacidad importante en sus actividades diarias. Es importante diferenciar los diferentes tipos de rigidez (intrínseca/extrínseca, simple/compleja) para indicar el plan terapéutico y la modalidad quirúrgica más apropiada en función de las habilidades técnicas del cirujano y las expectativas del paciente. Una historia clínica y una exploración física detalladas acompañadas de un adecuado estudio radiológico son esenciales. El tratamiento quirúrgico se indica tras haber finalizado el proceso inflamatorio que ocasiona la rigidez y tras haber agotado todas las opciones conservadoras disponibles. Tras una exhaustiva planificación quirúrgica se decide entre cirugía abierta o artroscópica según las peculiaridades de cada caso. A lo largo de este capítulo revisaremos someramente sus causas, fisiopatología y clasificación, para posteriormente describir las opciones de tratamiento –centrándonos en la técnica de cirugía artroscópica–, el postoperatorio y los resultados.
Introducción
Rigidez y función del codo
La función del codo es situar, orientar y estabilizar la mano en el espacio cerca o lejos del cuerpo, mediante los movimientos de flexoextensión y pronosupinación, que no pueden suplirse con los proporcionados por otra articulación, como sería el caso de la escapulotorácica en la rigidez glenohumeral. Esto hace que, en casos de rigidez grave, el paciente presente una discapacidad importante en actividades básicas como el autocuidado o en actividades lúdicas o laborales.
Uno de los pasos fundamentales es esclarecer hasta qué punto la rigidez interfiere con la vida diaria del paciente como para indicar su tratamiento quirúrgico. El rango de movilidad normal de esta articulación es de 0° (extensión completa) a 145° (flexión completa), 75° de pronación y 85° de supinación. El codo puede desempeñar su función de manera adecuada para la mayoría de las actividades de la vida diaria con un rango de movilidad de al menos 100° en cada eje de movimiento, siempre que se conserve una extensión de al menos –30° y una flexión de 130°, 50° de pronación y otros 50° de supinación. Estos valores orientativos pueden tomarse como punto de referencia para indicar la cirugía, aunque no deben pasarse por alto requerimientos más exigentes para actividades más concretas. Se considera que cada grado de pérdida de flexión acarrea el doble de discapacidad con respecto a cada grado de pérdida de extensión(1).
Fisiopatología
Los factores que pueden desencadenar el desarrollo de una rigidez de codo son múltiples y de diferente naturaleza, desde fracturas o fracturas-luxaciones, lesiones ligamentosas con inestabilidad, cirugía, artrosis primaria o postraumática, artritis inflamatorias, quemaduras, traumatismos craneales u otras lesiones menores. El sangrado inmediato que se produce dentro de la articulación en cualquiera de estos procesos se continúa de edema difuso en horas o días, desarrollo de tejido de granulación y cambios en la matriz extracelular promovidos por mediadores de la inflamación alrededor de la semana y el desarrollo de fibrosis cicatricial a partir de la 4.ª semana del evento inicial(2).
Clasificación de la rigidez
Podremos utilizar 2 tipos de clasificaciones diferentes según cómo enfoquemos el problema.
En función de la localización de la rigidez:
- Intrínseca: cuando la causa se encuentra en la superficie articular (lesiones condrales, consolidaciones en mala posición, escalones articulares…).
- Extrínseca: la patología no afecta a la superficie articular (engrosamiento capsular, osteofitos, retracciones de partes blandas, osificación heterotópica…) (Figura 1).
- Mixta: una combinación de ambas(3).
Por la dificultad del tratamiento:
- Simples: aquellos codos con un rango de movilidad menos afectado (arco de movilidad activo > 80°), que no se hayan sometido a cirugías previas, sin material de osteosíntesis, sin osificación ectópica, sin transposición previa del nervio cubital y con una arquitectura ósea respetada.
- Complejas: cuando encontremos cualquiera de las características anteriores(4).
Este último sistema de clasificación es útil a la hora de decidir si el tratamiento quirúrgico va a ser realizado de manera abierta o por artroscopia. Decir que una rigidez es compleja como para indicar una cirugía abierta dependerá mucho de la experiencia del cirujano, de manera que profesionales con mayor seguridad en los procedimientos artroscópicos tendrán un abanico de actuación más amplio incluyendo casos más difíciles(5).
Alberto Masegosa Urbistondo
Cirugía Ortopédica y Traumatología. Hospital General de Villarrobledo. Albacete
Antonio María Foruria de Diego
Unidad de Cirugía Reconstructiva de Miembro Superior. Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología. Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Madrid
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